Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.

La presentación de los datos correspondientes a 2021 del Monitor Educativo de Enseñanza Inicial y Primaria, realizada ayer, confirmó efectos muy previsibles de la crisis en los últimos años.

La combinación de la emergencia sanitaria y de la política económica y social del actual gobierno determinó una caída de los ingresos de los trabajadores y un aumento de la pobreza que aún están lejos de revertirse. Como suele suceder cuando el conjunto de un país se ve afectado, la crisis fue un multiplicador de la desigualdad, que golpeó con mayor intensidad a la población más vulnerable, al tiempo que la minoría en mejor situación socioeconómica dispuso de mayores recursos para amortiguar los impactos, e incluso se produjo un enriquecimiento de quienes ya estaban en niveles superiores, aunque el siempre prometido “derrame” siga brillando por su ausencia.

Todo esto se manifiesta en diversos indicadores, a los que ayer se agregó el de la repetición escolar. Según los datos presentados, esta disminuyó en promedio al cabo de 2021 (aunque se mantuvo por encima del nivel de 2019, previo a la emergencia sanitaria), pero aumentó en el 20% del alumnado con peor contexto socioeconómico, llegando a 7,4%, mientras que decrecía para todas las otras quintas partes (quintiles).

Los técnicos del monitor construyen, con los datos desagregados de esta manera, un indicador de “brecha de repetición”, entre el quintil que está en la peor situación socioeconómica y el que está en la mejor. La diferencia entre ambos era 3,7% en 2019, aumentó a 4% en 2020 y volvió a aumentar el año pasado, llegando a 5,3%.

La desigualdad de contextos también se manifestó en la asistencia a clases, con más faltas de las niñas y niños procedentes de sectores sociales más vulnerables.

Además del ensanchamiento de la brecha social, los datos muestran un impacto general vinculado con el período en el que se interrumpió la educación presencial. El año pasado la repetición disminuyó en todos los grados menos segundo de escuela, y la interpretación es que quienes lo cursaron en 2021 arrastraron un déficit de aprendizaje en su primer año escolar.

Esto no desmerece la gran importancia de que Uruguay contara con recursos tecnológicos como alternativa ante la no asistencia a las aulas, debido al desarrollo previo del Plan Ceibal, pero indica con claridad que esos recursos fueron un paliativo más que un equivalente. Y, por supuesto, la capacidad de aprovecharlos también varió en función de la situación de los hogares.

La subdirectora de Educación Inicial y Primaria, Olga de las Heras, señaló que las diferencias “son históricas”, y eso es muy cierto, pero no le resta importancia al problema de que hayan aumentado.

A su vez, Juan Gabito, integrante oficialista del Consejo Directivo Central de la Administración Nacional de Educación Pública, opinó que el incremento de la desigualdad podría haber sido mayor sin los programas aplicados para amortiguarlo. Puede ser, pero quizá también pudo ser menor, y es preciso recordar que la Federación Uruguaya de Magisterio viene reclamando contra lo que considera un peligroso debilitamiento de tales programas durante este período de gobierno.

Hasta el lunes.