Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.

En octubre de 2019, Luis Lacalle Pou fue el candidato a la presidencia preferido por 28,6% de los votantes. En una encuesta realizada del 24 al 27 de junio de este año por la Usina de Percepción Ciudadana (UPC), aprobaron su desempeño como presidente 38% de las personas consultadas. Si consideráramos sólo los dos datos mencionados, podríamos concluir que le está yendo bastante bien, pero sabemos que esta comparación no es la más pertinente.

Tomando como referencia la votación de Lacalle Pou en el balotaje (48,9%) o su aprobación como presidente hasta abril de este año, hay una caída considerable. Y la cuestión es que estas han sido las comparaciones empleadas sistemáticamente, desde el oficialismo, para sostener un relato de éxito creciente.

La construcción de imagen ha ocupado un lugar especialmente privilegiado en la gestión del actual gobierno. Es una práctica legítima, pero tiene sus límites y también sus riesgos.

Entre la comunicación veraz y el engaño hay una gama de grises, que incluye la elección de los datos más convenientes en cada circunstancia. No es mentir, pero tampoco es decir toda la verdad. La semana pasada desde el Frente Amplio se llamó la atención sobre esto acerca del manejo de los indicadores en el proyecto de Rendición de Cuentas.

Como la candidatura de Lacalle Pou tuvo 28,6% de apoyo en octubre 2019, el Partido Nacional quedó lejos de poder aprobar proyectos de ley con sus propios legisladores, y necesita el apoyo de sus dos mayores socios, el Partido Colorado y Cabildo Abierto. Basta incluso con que el sector colorado Ciudadanos no vote una iniciativa para que esta fracase. A fin de disimular esta debilidad, el indicador más conveniente en la primera mitad de este período fue la aprobación al desempeño presidencial, que aumentó mucho durante la emergencia sanitaria.

En ese dato se apoyó una narrativa que exaltaba el liderazgo de Lacalle Pou, alegando que tenía más fuerza que el conjunto de la coalición de gobierno e iba en aumento.

En abril pasaron varias cosas. La emergencia sanitaria terminó; se aceleró el alza de precios, en especial para alimentos; se interrumpió tras el referéndum la política de no aumentar precios de combustibles; y el propio resultado de la consulta popular desmintió el relato de que la oposición venía en declive por el apoyo al presidente, quien fue el principal portavoz del No y no logró evitar que estuviera muy cerca de la paridad con el Sí.

Luego el aumento de los homicidios se agregó a los motivos de descontento, y varias encuestas han indicado el vuelco de la opinión pública hacia una evaluación negativa de la situación del país, con menor aprobación para Lacalle Pou. Los datos de la UPC indican, además, que la desaprobación global de 42% es mayor entre las personas de nivel socioeconómico bajo, y aún mayor también en los sectores medios. Es una mala señal para el oficialismo si consideramos con qué apoyos sociales logró triunfar en 2019.

El presidente aseguró desde su asunción que sería el responsable directo de todas las políticas gubernamentales, y se ha negado a discutir la definición de estas políticas con sus socios. Cosecha lo que sembró.

Hasta mañana.