Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.

Han pasado más de 28 meses desde la asunción del actual Poder Ejecutivo y casi 14 desde la de Luis Alberto Heber en el Ministerio del Interior, pero cada vez que el jerarca presenta datos sobre criminalidad los sigue comparando con los de algún año o semestre durante los gobiernos frenteamplistas. Parece que se propone reiterar ese recurso hasta el último día de su gestión, y que la única duda al respecto es si ese día será el 1º de marzo de 2025 o llegará antes.

Ayer se confirmó lo que era previsible por lo menos desde marzo: en el primer semestre de este año la cantidad de homicidios aumentó en forma notoria, y el registro oficial indica 39% más que en el mismo período de 2021. La cifra, 188 asesinatos, también es mayor que las de los primeros semestres de 2020, el primer año de este gobierno nacional, y 2019, que fue el último del período anterior, pero Heber destacó que en los seis primeros meses de 2018 hubo más, y que las denuncias de otros delitos (salvo las de violencia de género) mantienen una tendencia a la disminución, que en estos casos se ilustró con datos de 2019 a 2021.

La mitad de los homicidios del primer semestre de este año se adjudicó a “conflicto entre grupos criminales, tráfico de drogas o ajuste de cuentas”, el tipo de motivo que, cuando era señalado durante los gobiernos del Frente Amplio, recibía cuestionamientos airados de los entonces opositores, empezando por Lacalle Pou.

Quizá fueron más, porque hubo 29 por causas que la Policía aún desconoce, y esto determina que estén entre los casi 90 casos no resueltos. Heber comentó que “los homicidios son muy difíciles de prever”, y sobre el motivo de que en algunos de los seis meses del período hayan sido menos que en otros se limitó a decir que fue “por suerte”.

El ministro aseveró que “hoy la gente está más segura que en 2019”, pese a que en una encuesta de la Usina de Percepción Ciudadana, realizada del 6 al 10 de mayo, 45% de las personas consultadas opinaron que la inseguridad había aumentado, 38% que seguía como antes, y sólo 14% que había disminuido. Es posible que en algún momento Heber empiece a hablar de la “sensación térmica”, pero probablemente no convenza a mucha gente. En la misma encuesta, 57% manifestó que tenía poca o ninguna confianza en él, y 28% respondió que sólo “algo de confianza”.

Es obvio que la apuesta del oficialismo a una mayor presencia policial en las calles sólo puede impedir ocasionalmente algunos homicidios y resulta completamente ineficaz, por definición, para lograr una disminución de la violencia en los hogares. No hacía falta ser especialista en criminología para preverlo, y tampoco para percibir que era imprudente el debilitamiento o el menosprecio de otras herramientas.

En todo caso, no se trata de “comparar políticas de seguridad”, como dijo ayer Heber, sino de resolver problemas, y esto es mucho más difícil cuando no se admite su existencia ni la necesidad de corregir, mejorar o complementar lo que el Poder Ejecutivo, por sí y ante sí, ha decidido hacer.

Heber no se está destacando mucho como ministro del Interior, pero si piensa que lo importante es reiterar que “estamos en el buen camino”, deja aún más que desear como publicista.

Hasta mañana.