Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.

En términos generales, es llamativo que un ministro de Defensa Nacional sea hipersensible a la violencia. Esto es cierto incluso en un país como Uruguay, cuya última participación directa en una guerra terminó hace más de un siglo y medio, en 1870, sin contar el alineamiento más bien simbólico con los Aliados en febrero de 1945, después de la conferencia de Yalta, cuando la Segunda Guerra Mundial ya terminaba y estaba claramente definida a favor de ese bando.

Sin embargo, el ministro Javier García expresó ayer su rechazo a las declaraciones del presidente del Frente Amplio (FA), Fernando Pereira, que a su entender fueron propias “de una persona violenta”, incitaron a la violencia, dificultan el diálogo interpartidario y deberían ser motivo de una autocrítica. Varios otros dirigentes del Partido Nacional (PN) también criticaron duramente a Pereira, entre ellos el presidente del directorio del PN, Pablo Iturralde.

Lo que dijo el presidente del FA, el sábado, fue que las reacciones en el PN tras la formalización del proceso contra Gustavo Penadés por explotación sexual de adolescentes manifestaban, a su juicio, más enojo por el hecho de que un excompañero les hubiera mentido al proclamar su inocencia que por los 22 delitos que se le imputan. Y la cuestión es que, efectivamente, varios altos dirigentes nacionalistas, empezando por el presidente Luis Lacalle Pou y siguiendo por el ministro del Interior, Luis Alberto Heber, optaron por destacar que se sentían engañados por Penadés y que comprobaban, con estupor, que tenían una idea muy equivocada sobre él cuando hicieron público que le creían, confiaban en él y lo respaldaban, como lo recordó ayer la Coordinadora Nacional de la Juventud del Partido Colorado.

No está de más reiterar que Penadés no ha sido condenado y que el proceso contra él recién comienza, de modo que las actuales expresiones de desengaño, así como la iniciativa de expulsarlo del Senado, no tienen más fundamentos legales que las anteriores de solidaridad. Esto viene al caso porque refuerza la convicción de que estamos ante reacciones motivadas por consideraciones políticas, con la obvia intención de reducir el daño causado a los intereses del PN, no sólo por Penadés, sino también por Lacalle Pou, Heber y el resto de la dirigencia que le manifestó su apoyo desde marzo de este año. Si hubieran actuado con mayor prudencia cuando comenzaron las denuncias, ahora no tendrían que salir a contrarrestar los efectos de sus propios actos.

De qué forma puede incitar a la violencia el señalamiento de estas conductas es un enigma. Lo que sí puede hacer es afianzar sentimientos de indignación que ya existían y que no se deben a lo que dijo Pereira, sino al mal modo en que sus actuales críticos se comportaron ante el caso Penadés.

En el caso del ministro de Defensa Nacional, además, se trata del mismo García cuya idea de una relación respetuosa entre partidos ha quedado en evidencia en los últimos meses, por ejemplo, con reiteradas acusaciones al FA de censurar el acceso público a documentos de la dictadura y manejarlos en forma oscura, por temor a que se conozca “toda la verdad” y haya información que lo “comprometa”.

Hasta mañana.