Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.

Los problemas del Frente Amplio (FA) vinculados con su Comisión de Asuntos y Relaciones Internacionales (Carifa) tienen que ver con la reiteración de discrepancias insalvables en ella, que con frecuencia se han filtrado a medios de comunicación, pero en realidad este tipo de diferencias acompaña a la fuerza política desde su fundación, y es relativamente reciente la idea de que son superables por completo.

Cuando el FA se formó, en 1971, reunió a partidos que tenían una larga tradición de relaciones internacionales propias, más o menos alineadas con corrientes ideológicas muy distintas. Fue una gran novedad en el escenario mundial, por ejemplo, la alianza entre comunistas y demócrata cristianos, no sólo electoral sino también para la “acción política permanente” conjunta, mediante organismos comunes desde la conducción hasta la base.

Aun así, era inviable que el FA como tal definiera un alineamiento internacional, y sus definiciones colectivas originales afirmaron principios generales como los de autodeterminación, no intervención y solidaridad con los pueblos que luchaban “por liberarse de la opresión colonialista, neocolonialista e imperialista”, expresando el propósito de desarrollar una “política exterior independiente”, mediante “relaciones con todos los países”.

Todo esto fue enmarcado por el acuerdo general de que ninguno de los compromisos compartidos afectaba “la independencia y autonomía de las fuerzas” que componían el FA en todos los aspectos que no contradijeran “los documentos y resoluciones básicas” de la nueva fuerza política, o en los que estos no determinaran una posición común.

Como en varias otras cuestiones, el FA aprendió de la experiencia previa de la unificación sindical en la Convención Nacional de Trabajadores (CNT), que evitó alinearse con uno solo de los varios conglomerados internacionales de sindicatos, identificados con diferentes posiciones ideológicas.

Esto explica, por ejemplo, que durante muchos años el FA no tuviera participación como tal en foros internacionales, y que integrarlos o no quedara a criterio de cada sector. Las circunstancias cambiaron bastante con el fin de la Guerra Fría y el crecimiento de la fuerza política, que la fue acercando al triunfo electoral de 2004 y aumentó la demanda internacional de relaciones con ella en su conjunto.

En ese marco se creó la Carifa, para representar al FA en sus relaciones con “organizaciones y personalidades del exterior”, pero esto no equivalió a una pretensión de unificar las posiciones ante conflictos internacionales o en la definición de afinidades con fuerzas de otros países.

Las diferencias internas en este terreno no eran una característica peculiar del FA ni lo son hoy. Dentro de los partidos Colorado y Nacional ha sido frecuente la existencia de corrientes internas con afinidades y vínculos internacionales de muy distinta orientación (desde la socialdemocracia hasta la ultraderecha, pasando por el nacionalismo panárabe y el sionismo), resueltas o disimuladas en los documentos comunes con definiciones generales. Pero la diversidad nunca les impidió a estos partidos ni al FA ejercer el gobierno nacional y orientar la política exterior uruguaya.

Hasta mañana.