Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.

Es un hecho indiscutible que la historia de nuestro país ha estado vinculada desde siempre con la de Argentina, de muchas maneras profundas. En las últimas décadas, y particularmente durante los gobiernos del Frente Amplio, disminuyó bastante la tradicional vulnerabilidad uruguaya a las crisis económicas argentinas, pero a la vista está que no desapareció, y quien lo dude puede preguntarles a los comerciantes del litoral o a cualquier persona vinculada con la actividad turística veraniega.

Por lo tanto, es muy razonable que analistas y políticos de Uruguay traten de prever qué efectos puede causar aquí un gobierno presidido por Javier Milei, pero el ejercicio no resulta fácil, porque en realidad nadie sabe todavía con certeza qué se propondrá hacer, qué podrá lograr y cuáles serán las consecuencias.

Son muchas las medidas insólitas que el hoy presidente electo aseguró que iba a aplicar; varias de ellas parecen estar totalmente fuera de su alcance porque requieren mayorías parlamentarias especiales, y otras causarían descalabros tan graves que cuesta creer que realmente vaya a intentar llevarlas a la práctica, pero por ahora no se puede descartar nada.

En lo que tiene que ver con la dolarización de la economía y la eliminación del Banco Central, los analistas mantienen un pertinente escepticismo, pero parece muy probable que, en el corto plazo, la cotización del dólar en Argentina se mantenga alta y en ascenso, de modo que la “brecha cambiaria” con Uruguay se mantendrá, con las consecuencias negativas que ya conocemos para el comercio local y el turismo receptivo.

Aún más imprevisible es de qué forma cambiarán las relaciones en el Mercosur, al que Milei es clara y doctrinariamente hostil, y es extraño que parte del oficialismo alegue que pueden mejorar las perspectivas para las propuestas que el presidente Luis Lacalle Pou ha intentado plantear en el bloque sin el menor éxito. Como siempre, lo crucial será qué pasa entre Argentina y Brasil.

En primer lugar, hay que descartar el relato que atribuye el bloqueo de esas propuestas al presidente saliente de Argentina, Alberto Fernández, y supone que con el fin de su mandato tendrán mejor receptividad. La idea de que Uruguay realice tratados de libre comercio (TLC) fuera del bloque también fue rechazada por todos los gobiernos argentinos previos, incluyendo al de Mauricio Macri, y por todos los brasileños, incluyendo al de Jair Bolsonaro, a cuyo presunto apoyo apostó, gravemente equivocado, Lacalle Pou.

En segundo lugar, Lacalle Pou ya es, en este terreno, un presidente saliente. Esto podría ser distinto si hubiera un acuerdo social y político amplio en Uruguay, pero no existe nada semejante y, muy por el contrario, el actual Poder Ejecutivo ni siquiera ha querido dar a conocer sus estudios preliminares en la materia.

Por último, pero con enorme importancia, simplemente no hay, por ejemplo, condiciones en el escenario internacional actual para que China avance en la negociación de un TLC con Uruguay, y tampoco se vislumbra el menor indicio de que esta realidad vaya a cambiar, con independencia de lo que quiera o pueda hacer Milei.

Hasta mañana.