Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.

Agustina Romero, Santiago Soto y Braulio Zelko señalan cinco desafíos que Uruguay debe afrontar para retomar un crecimiento económico sostenible con avances sociales. Cada uno de estos desafíos revela, a su vez, un área estratégica en la que no se hallaron soluciones durante el período de gobierno que termina.

1) La navegación en el actual período de transición mundial no es fácil, pero el hecho es que en estos años anduvimos a la deriva. En la región, se adoptó un infructuoso estilo provocador y se erró al pensar que Jair Bolsonaro habilitaría nuestro avance unilateral hacia tratados de libre comercio con otros países que, de todos modos, no estuvieron nunca cerca de concretarse. En escala mundial, varias decisiones políticas implicaron realineamientos problemáticos, desde el vinculado con el apoyo al candidato de Donald Trump para presidir el Banco Interamericano de Desarrollo en 2020 hasta las recientes abstenciones en la Asamblea General de las Naciones Unidas cuando se aprobaron demandas de cese del fuego en Gaza.

2) La famosa apuesta a los “malla oro” y la renuncia liberal a seleccionar el fomento de áreas estratégicas no condujeron, como era previsible, al inicio de un avance sustentable hacia tasas de crecimiento más altas. Pasó un extraordinario período de bonanza para las exportaciones y volvimos a instalarnos en niveles insuficientes para superar graves problemas sociales que tienden a agravarse, desde el sistema de seguridad social hasta la desigualdad de ingresos que nos fragmenta.

3) Esta última ha crecido y, en un círculo vicioso, nos impide pensar seriamente en el tipo de crecimiento económico que la situación de Uruguay exige, necesariamente basado en la integración social y el avance colectivo de una población que ha comenzado a disminuir, manteniendo a grandes cantidades de trabajadores en empleos de mala calidad y baja productividad.

4) En particular, persisten situaciones de pobreza estructural que afectan a la infancia y a zonas de nuestro territorio. Ellas consolidan y profundizan la fragmentación social, agravan sus resultados en términos de aprendizajes, aumentan las dificultades de convivencia y facilitan los avances del crimen organizado.

5) En este marco, algunas decisiones en el nivel macroeconómico tienden a desviarnos, por intereses políticos de corto plazo, de los objetivos estratégicos del país. La política monetaria ha intentado un difícil equilibrismo entre la contención del alza de precios y la reversión del encarecimiento relativo de la economía uruguaya, en relación con los países cercanos y con nuestros principales socios comerciales, sin resolver ninguno de los dos problemas. El duro recorte inicial de desembolsos estatales, que impactó sobre la calidad y eficacia de las políticas públicas, da paso en la actualidad a una mal disimulada fase de aumento preelectoral, eludiendo la “regla fiscal” establecida por el propio Poder Ejecutivo en 2020, mediante la Ley de Urgente Consideración.

En estas cinco áreas, como en varias otras, estamos igual o peor que en 2019, y es urgente que el próximo gobierno empiece a dar mejores respuestas.

Hasta mañana.