Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.

Según el presidente de la Confederación de Cámaras Empresariales, Diego O’Neill, los integrantes de esa organización están preocupados por el “adelanto de la campaña electoral”, y así lo expresaron en la asamblea de cierre del año que se llevó a cabo ayer. Parece en principio una inquietud muy razonable, sobre todo en lo referido a que queda todavía más de un año del actual período de gobierno y hay muchas cuestiones de importancia para el país que deben ser atendidas, pero las declaraciones de O’Neill incluyeron apreciaciones no tan compartibles.

El empresario, con actividad en el sector de la construcción, pareció considerar que las campañas electorales consisten básicamente en un intercambio de agresiones, y cabe suponer, aunque no lo dijo, que aludía a un incidente, ocurrido la semana pasada y bastante sobrevalorado, entre el presidente Luis Lacalle Pou y el intendente de Canelones, Yamandú Orsi.

Ocupar posiciones de relevancia en el mundo empresarial no implica, por supuesto, poseer una comprensión profunda y precisa de la política, salvo quizá en lo referido al cabildeo por los intereses propios, pero de todos modos es decepcionante la visión de O’Neill acerca de la necesaria competencia entre partidos, ya que la asimila a un esfuerzo por descalificar a los adversarios, y no a la defensa de ideas y propuestas que cada uno considera beneficiosas para el país. Es un hecho que parte de los dirigentes políticos dan motivos a diario para que se piense así, pero resulta lamentable que se les atribuya a todos la misma conducta.

Por otra parte, el presidente de la confederación empresarial contrapuso las riñas entre políticos con la necesaria dedicación a “temas muy importantes en los que avanzar”, y puso como ejemplo “el peso del Estado”. Aquí el problema de fondo es menos evidente, pero no menos preocupante. La idea de que la carga tributaria sobre las empresas es excesiva y debería disminuir no surge de datos “objetivos”, sino que es una opinión profundamente política. Entre muchas otras cosas, los temas de fondo para el financiamiento futuro del sistema de seguridad social están ligados a este asunto, en el que no hay lugar para el pensamiento único.

Sin embargo, O’Neill parece convencido de que la reducción del “peso del Estado” (que a menudo se equipara con la reducción del Estado mismo) no es un tema digno de debate entre los partidos, para que la ciudadanía apoye en las elecciones los puntos de vista que más comparta, sino un ejemplo obvio de las tareas en las que los políticos tendrían que “avanzar” en vez de andarse peleando.

El actual gobierno nacional ha pregonado desde los primeros meses de su mandato que había que “sacarles lastre” tributario a las grandes empresas, porque eran las capaces de “traccionar la economía” con inversiones para “dar trabajo” y “crear riqueza”. Más allá de que los “malla oro” parecen de todas formas insatisfechos, sería muy positivo que el país discutiera en la campaña electoral (con buenos modales en la medida de lo posible) si los empresarios “dan” trabajo o lo utilizan, en qué bolsillos queda la riqueza que “crean” y qué resultado le ha dado al país aliviarlos del “lastre”.

Hasta mañana.