Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.

Según el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS), en enero de este año el salario real de 40,5% de los trabajadores del sector privado había mejorado en relación con el de julio de 2020. Esto significa, por supuesto, que para 59,5% de quienes trabajan en el mismo sector no se revirtió, durante el mismo período, la caída del poder de compra salarial causada, desde el primer año de este gobierno, por la combinación de la emergencia sanitaria y la política económica.

Redondeando muy poquito, quienes todavía sufren los perjuicios de esa caída son seis de cada diez trabajadores del sector privado. No hay realmente muchos motivos para festejar.

Además, el Instituto Cuesta Duarte del PIT-CNT sostiene que la forma en que maneja los datos el MTSS no es correcta desde el punto de vista técnico, entre otras cosas porque, al tomar el mes pasado para la comparación, incorpora el flamante aumento del monto salarial, que se mantendrá durante un semestre mientras los precios al consumo se modifican.

Para situar esta discusión en la coyuntura política es preciso recordar una obviedad: cuando la ciudadanía decide su voto al final de un período de gobierno, el factor económico es muy poderoso. También inciden otros, por supuesto, pero en los grandes números, y sobre todo entre las personas no alineadas de antemano que inciden mucho en el resultado electoral, cuando alguien empeoró su situación es difícil que absuelva al oficialismo de responsabilidad en la materia y decida respaldarlo.

A la inversa, cuando la situación de alguien mejoró es más probable que relativice la importancia de los resultados en las pruebas PISA, las denuncias de corrupción e incluso la evolución de indicadores económicos generales.

Si a una persona le fue bien durante cinco años, puede preocuparle menos que el producto interno bruto del país haya disminuido o se haya estancado durante el mismo período; en cambio, si le fue mal es posible que el crecimiento de ese producto no la consuele, sino que la ponga de peor humor.

Cuando se trata de la seguridad pública, la percepción de riesgo puede ser bastante independiente de la experiencia personal y directa, pero no sucede lo mismo con los ingresos. La gente que tiene dificultades para llegar a fin de mes o se ha visto obligada a reducir su consumo es muy reacia a desarrollar una “sensación térmica” distante de la temperatura real.

Todo esto es bien sabido por quienes conducen la actual coalición de gobierno, y no hay necio que lo olvide cuando piensa en las elecciones del año que viene. El manejo de las cifras para presentarlas del modo más favorable tiene un efecto muy acotado, pero de todos modos se intenta.

Las autoridades se apoyan en lo que le sucedía el mes pasado, en el mejor de los casos, a cuatro de cada diez trabajadores del sector privado, para proclamar que ya estamos en una “fase de recuperación del salario real”, o apelan a la aún más engañosa afirmación de que en los últimos años el poder de compra de los salarios ha crecido. Lo que por lo general omiten es que, con suerte y viento a favor, la mayoría volverá en 2024 al punto de partida, después de haberla pasado mal durante cinco años.

Hasta mañana.