Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.

Ayer, en el Día de la Exportación, el presidente Luis Lacalle Pou habló en una actividad organizada por la cámara del sector y se refirió a sus demandas en relación con el “atraso cambiario”. Dijo que el problema de los exportadores “es consecuencia en parte del éxito”, y hubo quienes criticaron esa frase, pero en efecto se ajusta a la realidad. Lo cuestionable de los reclamos y de la respuesta presidencial viene por otro lado.

Las ciencias económicas tienen complejidades, pero algunos aspectos simples de la oferta y la demanda son bastante fáciles de comprender. Cuando un bien es abundante en una sociedad, su precio baja, y esta es una de las razones por las que el dólar se ha vuelto relativamente más barato. A su vez, un motivo muy importante de la abundancia de dólares en Uruguay durante los últimos años ha sido el cobro, por parte de los grandes exportadores, de envíos al exterior que marcaron récords de cantidades y precios. Este período de bonanza va quedando atrás y los productores desean que, para contrapesar la tendencia a la disminución de sus ganancias, el precio del dólar aumente.

Lo que no suelen decir es que la contrapartida de un aumento de la cotización de esa divisa los beneficiaría, pero perjudicaría a varios otros sectores de la sociedad. Entre ellos, a los que consumen bienes importados, que por cierto no son en todos los casos de lujo (se importan, por ejemplo, combustibles y alimentos de consumo popular), y también a las personas con deudas en dólares.

Otro de los factores en juego es la política monetaria. A fin de frenar las tendencias inflacionarias, el Banco Central decidió actuar para que aumentaran las tasas de interés, también por una razón vinculada con ofertas y demandas. Simplificando, cuando aumenta la rentabilidad de que el dinero esté depositado, tiende a disminuir la cantidad que circula, lo cual a su vez “enfría” la economía y contribuye a que baje la inflación.

Estas medidas de política monetaria, llamadas “contractivas”, se están aplicando en muchos países para contrarrestar los efectos anteriores de políticas “expansivas” durante la pandemia de covid-19, cuando disminuyeron las tasas de interés para favorecer el crédito, el gasto y la inversión no financiera, con la consecuencia de que la inflación aumentó.

La cuestión es que la política monetaria contractiva también produce un aumento del valor del peso en relación con el dólar, y por ese motivo los exportadores, si bien aceptan que las autoridades actúen para contener el alza de precios, alegan que al Banco Central se le fue la mano y que las actuales políticas contra la inflación implican perjuicios excesivos para ellos. Otra forma de ver el asunto es que les parecería mejor que el poder de compra de la mayoría de la población disminuyera para que su lucro aumentara.

Por otra parte, el “éxito” al que se refirió Lacalle Pou no es del país, sino de una minoría. El crecimiento de la demanda y los precios de algunas exportaciones uruguayas, debido a factores internacionales, no causó nada parecido a un derrame de prosperidad hacia el conjunto de la sociedad, y sí un aumento de cuentas bancarias que ya eran muy abultadas.

Hasta el lunes.