Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.

El trabajo organizado por plataformas y las polémicas relacionadas con él han aumentado en Uruguay, como en muchos otros países, y es obvia la necesidad de una regulación adecuada. Por eso son muy importantes los resultados de la primera encuesta nacional sobre el reparto de productos con esa modalidad, publicados en el libro ¡Emprendedores Ya! Capitalismo de plataformas en Uruguay.

El trabajo de reparto no ha cambiado; cambiaron las formas de recibir solicitudes y de encomendar y remunerar tareas para satisfacerlas. En función de esto se plantea, desde el lado empresarial, que miles de personas “emprendedoras” realizan la labor en forma autónoma, sin una relación de dependencia. En ese relato, lo único que hacen los responsables de la plataforma es intermediar, por ejemplo entre quienes quieren comer pizza sin salir a buscarla, quienes la elaboran y quienes la trasladan, vinculando en forma eficiente las demandas con las ofertas.

Sin embargo, la Justicia laboral rechaza esta narrativa, y considera que el trabajo es dependiente, con empresas que incumplen sus obligaciones como empleadoras, e incluso alegan que están obligadas a hacerlo para que “les den los números”.

Algunos incumplimientos saltaban a la vista antes de que se realizara la encuesta, como la notoria precariedad de un trabajo sin derecho a cobertura médica, salario vacacional, aguinaldo o aportes jubilatorios patronales. Otros se revelan ahora con cifras alarmantes.

Por ley, las personas empleadas en el comercio no pueden realizar más de 44 horas semanales; la información recabada en todo el país indicó que casi la mitad de las que fueron encuestadas (46%) trabajaban más de 58 horas semanales, y otro 29%, de 49 a 59 horas por semana. Siempre sin los 30 minutos de descanso remunerados que son obligatorios después de cuatro horas de trabajo en una jornada que va a continuar.

Las empresas alegan que quienes realizan repartos no son personas empleadas porque lo hacen sólo cuando quieren, pero la realidad es que las plataformas han refinado, automatizado y masificado procedimientos de premio y castigo que se comenzaron a aplicar hace décadas, en otras relaciones de dependencia encubiertas como las de algunas famosas cadenas de comida rápida.

Quienes no están disponibles cuando se les propone trabajar pasan a ser llamados para las zonas y horarios con peor remuneración, y el resultado es que tres cuartas partes de las personas encuestadas “eligen libremente” horarios fijos correspondientes a los picos de demanda. La abundante oferta de repartidores proporciona a las empresas la tradicional ventaja del “ejército de reserva”, y la atomización de las relaciones laborales, en un régimen que estimula la competencia, hace más difícil que quienes trabajan se organicen para contrapesar en alguna medida el poder de sus empleadores.

Todo esto, además, perjudica muy especialmente a la población inmigrante, que es mayoritaria en el reparto, está notoriamente sobrecalificada y trabaja más horas por semana. Es gente que llegó sobre todo desde Cuba y Venezuela, tiene menos opciones laborales y a menudo desconoce sus derechos en Uruguay. Derechos que urge defender.

Hasta mañana.