La murga Metele que son Pasteles dio un paso inédito en carnaval: incorporó como componentes a seis intérpretes de lengua de señas uruguaya (LSU). Como parte de su espectáculo, suben a los tablados y también, tras varias gestiones, participan en el Teatro de Verano.

El equipo está conformado por seis intérpretes, que van rotando en los escenarios: Stephanie Andrada, Marta Centurión , Patricia Cordani, Doriana Ramírez, Jimena Rodríguez y Fiorela Sosa.

Antes de salir para un tablado, Jimena, Stephanie y Fiorela conversaron con la diaria sobre su trabajo con la murga, los desafíos de ser intérpretes en carnaval y las posibilidades de construir una fiesta más inclusiva.

¿Presenta desafíos específicos interpretar textos de murga, con doble sentido, ciertas picardías y licencias creativas?

Ya agarrar el libreto era todo un desafío; adaptar la letra fue lo más difícil. Aparte, es un libreto que va cambiando. Después había que entender cada cosa, qué se iba a decir, cómo se iba a decir, cómo lo entendía cada una, y preguntarles a los propios letristas que habían querido decir. Tuvimos que dar vuelta el libreto de un lado y del otro, hubo cosas que nos costó digerir, y si nosotras no entendíamos qué es lo que querían decir no podíamos interpretarlo. Necesitábamos saber desde dónde nos parábamos para poder adaptar el texto. Ahí juega lo difícil del doble sentido, porque en realidad el oyente escucha y va pensando qué quiso decir o cómo. La idea no es darle todo digerido y procesado a la persona sorda. Ese fue nuestro desafío: no decirle de una todo, porque también está bueno que lo vaya pensando. Lo bueno que tiene la lengua de señas es que es tridimensional y con la expresión vos decís muchísimo. Muchos chistes los ves con la expresión, con una seña. El otro día tuvimos la respuesta de una persona sorda que nos había visto y nos dijo: “Pude reírme al igual que todos los demás”. Eso fue impresionante. Creo que el trabajo que hicimos vale la pena.

¿Cómo llegaron a trabajar con los Pasteles?

Nosotras somos estudiantes e intérpretes de LSU. Hace dos años el PIT-CNT generó un espectáculo artístico en la plaza Goes, que se llamó Inclusionarte; la idea era que fuera un espectáculo inclusivo en el que pudiera encontrarse la comunidad sorda. Ahí nos hicieron la invitación a adaptar todo el espectáculo. Nos pareció interesante y empezamos a trabajar con varias murgas, entre ellas Metele que son Pasteles. A las personas sordas les interesó, les gustó, les pareció algo lindo. De ahí salió la idea de hacerlo durante todo el carnaval. En noviembre [de 2021] empezamos a venir a los ensayos en el Capurro, a mirar el libreto, a ver de qué se trataba, adaptar las canciones, preguntarles a personas de la comunidad sorda todo lo que podíamos. Tuvimos buena respuesta. También a los Pasteles estuvimos preguntándoles todo el tiempo qué significaba [el texto]. Teníamos que adaptarlo y no era algo sencillo, nos llevó pila de trabajo.

Stephanie Andrada, Jimena Rodríguez y Doriana Ramírez, intérpretes de lengua de señas de la Murga Metele que son Pasteles, junto a Candela Rojas y Magalí Liendo, integrantes de la Murga.

Stephanie Andrada, Jimena Rodríguez y Doriana Ramírez, intérpretes de lengua de señas de la Murga Metele que son Pasteles, junto a Candela Rojas y Magalí Liendo, integrantes de la Murga.

Foto: Natalia Rovira

¿Cómo fue ese proceso de trabajo?

Cuando llegamos estaba el libreto y nos lo pasaron. Todo el tiempo nos pasan los cambios y lo volvemos a adaptar. Lo que se viene dando y está bueno es que pudimos hacer nuestras acotaciones, se generó un ida y vuelta. A Alito [Alejandro Cabrera], puestista, se le fueron ocurriendo detalles que podíamos hacer nosotras para no estar siempre en las puntas, hay momentos en que estamos todos integrados. Por lo general, las intérpretes nos paramos, traducimos y la información llega, pero en este caso, que es un espectáculo artístico, había que hacer un esfuerzo más. La música, los chistes, la gracia lleva un poco más de trabajo: ver cómo hacés para que el otro no pierda la esencia de cada cosa. La preocupación era que fuéramos parte del equipo, de los Pasteles, que copiáramos expresiones que ellos tienen, que incorporamos y quedan perfectas a la hora de la interpretación. La murga desde el día uno dijo: “Queremos intérpretes, pero queremos intérpretes que sean parte del grupo”. No somos las intérpretes y ellos: somos el grupo de los Pasteles. Eso nos costó más a nosotras aceptarlo que a ellos [se ríen].

Ustedes son seis. ¿Cómo fue la logística de trabajo? ¿Cómo se organizan en los tablados?

En la adaptación [del texto] fuimos las seis todo el tiempo porque había que discutirlo, ver cómo hacerlo, qué nos parecía, [resolver] dudas. En los tablados la idea era ir rotando y que siempre estuvieran tres, pero estamos un poco enganchadas. En la primera reunión era “pero miren que son noches sin dormir y vamos para un lado, vamos para el otro, hay que hacer muchos tablados”, pero vale la pena porque significa acercar la cultura a las personas sordas. Siempre hay que cubrirse, hay alguna que no puede. Pero, a fin de cuentas, siempre venimos. A veces hay alguna que va rotando porque necesitamos hacer algo, alguna no puede, ahí se pide el día y el resto rota, pero generalmente venimos las seis y estamos trabajando todas juntas. Vamos a todos los tablados y tenemos dos compañeras que suben al escenario y una o dos que hacen de apoyo, que también es importante cuando es un libreto tan grande, para que salga lo mejor posible. Una se lo va aprendiendo con el tiempo de tantas veces traducirlo, pero nos parece que está bueno, siempre vamos haciéndonos autocrítica, tratando de mejorar el trabajo.

¿Cómo se están sintiendo con esta experiencia, que es inédita en carnaval?

Es una experiencia impresionante. Una de las cosas que nos están pasando es la devolución de las personas sordas que nos van viendo; se te eriza la piel. Tuvimos el caso de una compañera que perdió la audición de grande y nos decía que hacía años que no podía ir al carnaval, no lo había podido compartir con sus hijos. Para ella volver fue impresionante. Es algo que de verdad nos enorgullece, nos emociona mucho todo este trabajo. Los oyentes lo hacemos cotidiano y no nos damos cuenta de que [los sordos] quedan excluidos. Una de las preguntas [de las personas sordas] era por qué el carnaval era tan lindo para todos, tan popular, y ahora son parte de eso. Es imposible no sentirse orgullosa por esta oportunidad. Para ellos es algo maravilloso. Verlos emocionados, con los ojos llorosos, nos emociona también a nosotras.

¿Por qué es importante que los espectáculos de carnaval incluyan a la comunidad sorda?

Es un derecho de todas las personas poder integrarse en la cultura y poder ir a cada uno de los espectáculos. Capaz que van a un espectáculo y no les gusta, pero que tengan la oportunidad nos parece fundamental. A muchas personas sordas les gusta la música por más que no puedan escucharla, sienten por las vibraciones. Entonces es ser parte de lo que cada uno de nosotros somos en la diaria, a su manera. Lo cultural es fundamental y quedan muy excluidos. Nuestro objetivo no es solamente hacer el carnaval inclusivo en los Pasteles, sino que en un futuro podamos ir integrando más grupos de carnaval y esto se vaya haciendo cada vez mayor, tanto en carnaval como en otros ámbitos culturales.