El reglamento del Concurso Oficial establece que las murgas deberán considerar como puntos esenciales de sus textos “la crítica de actualidad, la sátira, y lo irónico” con “ingenio, apostando a la creatividad por encima del mensaje directo”. En categorías como la de parodistas, el contenido puede estar basado en hechos reales o ficticios.

El carnaval 2022 abunda en espectáculos en los que la actualidad política y social sirve para la elaboración de un cuplé, una canción, para generar un hilo conductor, una parodia o dos, y para el texto de una despedida. Entre las figuras que sirven para hacer avanzar los espectáculos, hay una que se destaca claramente. Los comunicadores Sergio Puglia y Orlando Petinatti son objeto de burla permanente, el senador Guido Manini Ríos es recordado junto a su inquietud por las jubilaciones militares; pero el presidente Luis Alberto Lacalle Pou es el más elegido por letristas y directores para lograr la risa y comunicar el mensaje crítico por el que serán evaluados por el jurado.

A continuación, una selección antojadiza de las decenas de representaciones del presidente en este carnaval.

El sillón de Metele que son pasteles

“Chicas, llegó el presi”, canta el coro. Esta tal vez sea la más original representación del mandatario. Con mucho ritmo, la murga entona: “Uruguay está feliz, lo tiene a Luis, con esa sonrisa que le gusta al periodismo, con esa guiñada que enamora al ruralismo”. Pero no hay cupletero ninguno bailando graciosamente entre las cabezas de sus compañeros. En cambio, bien al frente del escenario, la murga instala un sillón de un cuerpo y buen tamaño, con una banda presidencial cruzada, y con el respaldo pintado como el pecho de un fisicoculturista. En la puesta en escena las y los murguitas lo acarician, como un ser divino, deseado y respetado por su belleza física y por su poderosa presencia. No tiene cabeza, pero sí dos musculosos posabrazos.

El monstruo de Agarrate Catalina

“Por fin tenemos una pareja como Dios manda, dos siberianos albinos de La Tahona”, le dice Rafa Cotelo, en su papel propresidente, a Yamandú Cardozo. “Luis se está desviviendo por nosotros”, le insiste para que entienda. Y de repente aparece un Luis hecho con una careta de goma de rostro poco agraciado y de pelos de aspecto salvaje. El murguista (tal vez Martín Cardozo) asusta cuando aparece en este disfraz, como un personaje de una película de terror.

No dice una palabra, corre con torpeza causando aún más miedo con sus repentinas apariciones con la excusa de que debe cortar muchas cintas de inauguraciones. Quizás sea la representación más lejana al rostro del presidente, aunque su aparición no deja de ser graciosa, en la línea de otros personajes de la murga como Pepe Mujica y Hugo Chávez.

Rusito y Los Muchachos

El actor Gastón Rusito González ya había interpretado al presidente electo en el pasado carnaval y su actuación sumó méritos para que Los Muchachos se llevara el primer premio de la categoría parodistas. Ahora vuelve con las similitudes más logradas, pero en el rol de presidente.

Son muchos los hallazgos de su imitación: estudió la gestualidad de Lacalle y también las modificaciones de su talante en distintas situaciones. Se trata de una imitación tan cercana a la realidad como a la caricatura. Su gesto más festejado es la adoración por su perfil sonriente, de cuello estirado y pelo al viento. También resulta efectivo el gesto amargo de boca estirada cuando se incomoda. En el espectáculo, este Luis es parte de la parodia inspirada en la saga Los juegos del hambre, y su participación en escena coincide con una conferencia de prensa especialmente graciosa.

Un surfista en Nos Obligan a Salir

El viejo conjunto juega con los apuros del presidente, bromea con su poco apego al trabajo, su belleza física y promocionada aprobación pública. El cupletero Martín Veins va vestido como un surfista que escapa de obligaciones y se saca fotos sin parar. Repara en ciertas dificultades de dicción del presidente y en modos expresivos que le son propios, mientras se mueve como si fuera de goma, como una alegoría de lo ambiguo o aparente. La murga acompaña sus gracias con la melodía de “El arriero”, de Atahualpa Yupanqui, que aquí dice “El Cuquito va”.

El ejército de Curtidores de Hongos

La primera vez, el presidente aparece como un judas de Navidad, tirado en una silla de espera. Después un murguista le da vida, lo tira para el fondo, y cada integrante de Curtidores se coloca un títere que también representa al presidente y cantan “Cuqui, lentamente, haz lo que tú quieras conmigo, todos tus recortes tienen un porqué, porque gobiernas para un grupo de amigos”. Como si fuera poco, entra Rodrigo Guillenea vestido como el rapero argentino L-Gante, pero en realidad se trata nuevamente del presidente, dispuesto a cantar un rap con el que conecta de gran forma con el público, en un número musical y burlesco de antología. Cierra con la frase: “Cumbia 420 pa’ los blancos”.