Cuando el último conjunto concursante se baje del Teatro de Verano este viernes, los integrantes del jurado y su presidente deberán tomar sus decisiones finales e ingresarlas en un sistema informático que rápidamente puede sumar los puntajes de los conjuntos de sus dos ruedas, y esta instancia de liguilla todavía en marcha. Más tarde, una cámara se encargará de enfocar el rostro de Ramiro Pallares mientras lee uno por uno los puntajes de cada jurado en su rubro, que se podrán ver en la pantalla de tevé o en cualquier dispositivo móvil con acceso a la transmisión del evento.

¿A qué hora te parece que arrancarán los fallos este año?

Está previsto que comencemos a las 2.00 del sábado, aproximadamente. La etapa comienza un poquito antes de la 1.00 y en la siguiente hora, VTV termina de preparar los detalles de su transmisión [el evento va en vivo por la señal de cable], el jurado termina de votar, puede comer algo, se instala el lugar del escrutinio sobre el escenario del Teatro de Verano, y la prensa.

¿El orden de la lectura de fallos es el habitual?

Arrancamos con la categoría revistas, luego humoristas, comparsas, parodistas y murgas.

¿A qué hora creés que estarán listos todos los fallos?

En general, el trabajo nos lleva entre tres y cuatro horas la parte dura de lectura de fallos; creo que entre las 5.00 y 5.30 estaríamos terminando con las murgas, y luego quedarían las menciones.

Es tu cuarto año como presidente del jurado. ¿Cómo viviste este carnaval tan particular?

En relación a las expectativas y a la situación que teníamos cuando empezó, y a cómo se fue desarrollando, fue muy bueno. Empezamos en un momento en el que la pandemia se estaba complicando por el aumento de los contagios, en ese contexto hicimos un protocolo covid por la posibilidad de que los conjuntos se vieran muy afectados por los contagios. Lo tuvimos que transitar y si bien generó la suspensión de una etapa y el corrimiento de algunos conjuntos para otras etapas, sólo nos pasó en la primera rueda.

Después todos los conjuntos pudieron participar en el Teatro de Verano, pudieron hacer tablados, donde de a poco se fue aumentando el aforo, y en la última parte de este carnaval se quitó la obligatoriedad delas vacunas, así que el balance fue positivo.

Lo que nos terminó complicando más fue el clima: terminamos con diez etapas suspendidas; de todas maneras, en el carnaval 2019 tuvimos 12. Es decir, este fue un mal carnaval con respecto a la lluvia, pero hemos tenido peores. Siempre están previstas entre 12 y 13 etapas suspendidas y estuvimos por ahí. Tal vez la percepción fue de mayor dificultad, porque además se suspendieron las Llamadas, pero la realidad es que este no fue un carnaval distinto a los de otros años con respecto a lo meteorológico.

¿Esa percepción distorsionada te generó más trabajo y preocupación en tu tarea, o lo viviste como otras veces?

En realidad, el tema climático siempre es un factor de estrés y preocupación; en ese sentido no fue ninguna novedad. Este carnaval las suspensiones se pudieron gestionar con mayor tranquilidad que otros años, básicamente porque en la mayoría de las etapas que se suspendieron todos los datos que recibimos de profesionales en la materia coincidieron en sus pronósticos, que nos permitieron tomar decisiones con anticipación y certeza.

De las diez etapas que suspendimos por razones climáticas, hubo seis que se pudieron suspender con bastante anticipación porque teníamos pronósticos muy claros, que luego se cumplieron en todos los casos. Naturalmente, a veces la gente se queja cuando se suspende una etapa y luego no llueve, pero eso este año no sucedió.

Los otros cuatro casos corresponden a los días en que tuvimos que suspender la actividad en el Teatro de Verano. Son los días que generan más estrés precisamente porque uno arriesga la etapa en función de que tiene pronósticos favorables, y luego el clima es diferente al que se preveía. Nosotros precisamos por lo menos dos horas de parate de la precipitación para no suspender porque no sólo hay que contemplar al conjunto, también al público. O el día en que una nube nos obligó a suspender la actuación de un conjunto y duró diez minutos. Esos casos también están dentro de lo previsto, así que en ese sentido estoy bastante curtido, y con la tranquilidad de que los criterios que se usan en la toma de decisiones son absolutamente claros.

Los periodistas que trabajan todas las noches en el Teatro de Verano en carnaval tienen que acostumbrarse a dormir poco. Desde tu lugar, ¿cómo se vive esa particularidad en la rutina?

Yo fui periodista de carnaval muchos años en radio, que es una actividad mucho más intensa porque empieza antes y termina después. Pasar al rol de jurado es mucho más sencillo después de haber vivido muchos años de transmisiones de radio. Cuando hay una etapa suspendida, en un medio de todas formas tenés que generar contenidos, mientras que en nuestro caso esos días se puede descansar.

Yo me crie en el Teatro de Verano. Para mi es algo normal de esta época del año. Obviamente, como el final del carnaval coincide con el comienzo de las clases y yo también soy docente, ahí hay un pasaje natural y cuando se da una superposición de tareas es medio agotador.

En el caso de mi trabajo en la Intendencia de Montevideo, todo gira en torno al carnaval, pero sí, después de que termina, uno tiene esa doble sensación de cansancio y de extrañar las noches de carnaval.

La famosa frase “ya no llega” ¿es tuya o de tu padre?

Es mía. Hubo gente que la asoció con mi padre, pero eso se dio en un año que yo trabajaba desde estudios en CX36. En una noche de fallos yo iba contando en vivo los puntos de cada conjunto, y cuando me daba cuenta de que una murga, por ejemplo, ya no podía conseguir los puntos suficientes para seguir compitiendo anunciaba: “Ya no llega”. Era una lógica de trabajo periodístico para que los compañeros que estaban en los móviles salieran corriendo hacia otro local de ensayos. Y así fue quedando, y se hicieron chistes, tanto así que [Ariel] Pinocho Sosa en 1998 cuando con Momosapiens hicieron la parodia de Sacco y Vanzetti, incluyó la frase en el repertorio como una mecha.

Entre tu experiencia y las responsabilidades propias de tu rol, ¿podés disfrutar del carnaval?

Si no disfrutara del carnaval no tomaría esta responsabilidad. Uno está vinculado de forma identitaria con esta actividad de toda la vida. Tengo el legado de mi padre [el periodista Néstor Pallares], que falleció recientemente, y el hecho de estar en el Teatro de Verano es removedor pero también es sanador. Eso te permite entenderte y conectarte con tu legado desde el lugar de pertenencia y desde el disfrute.