Recorrer clubes durante la noche de fallos puede crear diferentes tramas. Puras victorias o sólo amarguras, festejos esperados o fracasos sorpresivos. Lo que todas tienen en común es la expectativa de los momentos previos a que se conozcan los resultados. Frente a la pantalla gigante que proyecta VTV, pegadas a una radio o mirando la transmisión en el celular, las personas se amontonan y siguen con atención la sumatoria de puntos que Ramiro Pallares, presidente del jurado, va vocalizando. Todavía quedan quienes anotan a la par para controlar. La mayoría observa con atención la planilla de Excel cada vez más llena.
El Concurso Oficial finalizó pasada la medianoche en el Teatro de Verano, y en el mismísimo Ramón Collazo, que hasta hace un rato era una caldera, a las 2.20 comienza el recuento de los puntos, categoría por categoría, rubro por rubro.
El Arbolito Tejano explota en un grito colectivo cuando Tabú es declarada ganadora en la categoría Revistas. En la vereda, tres mujeres se abrazan y lloran; más allá, una pareja se besa y salta. Dentro, una masa de cuerpos se mueve en todas direcciones, vuelan líquidos, se escuchan alaridos de euforia.
Entre abrazo y abrazo, Florencia Infante expresa “agradecimiento y gratitud a las familias, niños, niñas y adolescentes con TEA que nos abrieron las puertas de su corazón, de sus casas; que nos abrazaron para contar la historia de Diana”. “Nos importaba poner el tema sobre la mesa, todo el mundo está hablando del cordón de girasoles. Además, nos llevamos un premio enorme. Tengo el corazón ensanchado y el alma en paz”, agrega.
Mientras tanto, en el Victoria, un gentío sitia la esquina del club y la renovada cantina también se ve desbordada al recibir a numerosas personas de todas las edades jugando al casín, al ping pong o a los slots.
Las mesas con vasos rebosantes de alguna bebida espirituosa no tienen más lugar, por lo que varios componentes de revista La Compañía esperan el fallo en el piso, a pocos metros de un plasma gigante. Al final, será un segundo premio que provoca un espontáneo aplauso de todos y todas mientras desde la vereda surge fuerte un “muchas gracias” de Gustavo Pérez, Jean Claude, el director del conjunto.
Sin pausa, el jurado pasa a la categoría Humoristas, que este año tiene dos contendientes fuertes: Los Chobys, que defiende el título, y Sociedad Anónima, que busca volver a ganar luego de varios años.
En el club Elba reina el silencio. Va saliendo gente despacio, con la cabeza gacha. Alguien comenta que es una injusticia, que no hay nada más novedoso en carnaval que hacer una rifa y traer a alguien que nunca había salido. Lo dice en referencia a Sheila, gran protagonista del espectáculo de este año, que lleva su nombre. Los Chobys tuvieron un carnaval movido y de gran conexión con el público en los tablados, un logro que no se mide en puntos. Sin embargo, en el club Elba ahora reina el silencio.
Sociedad Anónima acaba de ser declarada ganadora, siete puntos arriba, después de una contienda punto a punto en las dos primeras ruedas. Hay llantos y caras de desilusión. Leonardo Pacella sonríe mientras camina hacia el fondo, donde hay menos gente. Hay quienes sólo quieren descargar su enojo y quienes intentan que la energía no decaiga. La desilusión se desahoga en abrazos y se transforma, de a poco, en conversaciones y promesas de volver.
Por su parte, en la sede de AUTE, en la avenida Agraciada, cuando uno llega a la puerta parece reinar la tranquilidad. En el fondo del recinto, unas pocas luces, a modo de tablado antiguo, alumbran tres mesas gigantes que se perfilan de cara a la pared de un edificio lindero. Allí se proyecta la imagen de la transmisión oficial.
Unos pocos, en otro sector del sindicato, siguen la definición por radio, que llega más de medio minuto antes que a través de los medios sintonizados por internet. Es por eso que cuando la mayoría se entera del puntaje del rubro 2 de la Liguilla, una mujer entra corriendo al enorme patio, al grito de “¡ganamos, ganamos!”.
Pasan unos pocos segundos y los todavía incrédulos por la remontada del conjunto van cayendo de a uno, entregándose al loco festejo. Abrazos interminables, gente arrodillada, lágrimas inevitables. Los humoristas maragatos vuelven a quedarse con el primer premio después de nueve años y pasan a ser el “campeón del siglo”, tal como dijo su director responsable, Carlos Barceló.
“Veníamos cascoteados hace unos cuantos años, esto nos hace muy bien”, señaló el humorista, y resaltó el agradecimiento para su familia y para “la familia de cada uno de los compañeros, así como para muchos artistas del interior que nos dicen siempre que se sienten representados por nosotros”
Avanza la madrugada y en Millán y Raffo la gente de Yambo Kenia espera. El conjunto está último en la lista de sociedades de negros y lubolos, por lo que va controlando punto a punto si hay chance de ganarle a Valores, que quedó encima de Integración hace instantes. La preocupación crece en los rostros como una maleza a medida que Pallares va informando los puntajes y los subtotales no dan.
Una mujer se agarra la cara con las dos manos y se frota las sienes con las palmas; una pareja se besa con lágrimas en los ojos. Van por la segunda rueda cuando alguien grita: “¡No puede ser, bo!” y le contestan que se calle. Cuando la derrota está confirmada, la noche se sume en un aplauso largo y fuerte, y empieza a sonar música por un parlante que no se ve. Los niños se van a correr por ahí.
La otra cara se vive durante el transcurso del fallo en Tractatus, el espacio cultural en Ciudad Vieja que este año acobija a Valores. La puntuación en los distintos rubros es muy buena desde la primera rueda, por lo que las 150 personas que esperan dentro del local se entusiasman desde el arranque.
Minutos después, se desata la fiesta. A Diego Paredes, el director responsable, y a Coco Rivero, el director artístico, que estaban detrás de un mostrador, los arrastran prácticamente hacia la marea de abrazos. El himno de Ansina suena fuerte en los parlantes y algunos mezclan danza con celebración.
Roberto Romero, elegido más tarde Figura de Oro del Carnaval, dice que el premio es “merecido” y que es producto del trabajo de todo el grupo: “Mucho tiempo, mucha cabeza”.
Para la vereda de la calle Ituzaingó, donde hace un rato había unos pocos jóvenes tomando un fernecito y un señor intentaba vender pasteles de hojaldre, de a poco empiezan a salir los tambores y las banderas para extender el festejo de Valores, que devuelve el primer premio a Palermo después de mucho tiempo.
Parodistas es una de las categorías peleadas este año. La fuerza de la parodia-homenaje a Ariel Pinocho Sosa de Zíngaros pesa, y el conjunto llega con un pasaje liguillero excepcional. Por otro lado, Los Muchachos tienen un espectáculo sólido, emotivo y bien ejecutado que, luego de una Liguilla con muchas mechas gracias a la presencia de Moria Casán en el Teatro de Verano, puede valerles el primer premio nuevamente.
En el Botánico la presión va en aumento. Antes de que comiencen los fallos de la categoría, Damián Lescano canta para animar a la gente que colma el espacio. Pablo Atkinson, actor del conjunto, dice que esta es “una noche mágica, de muchas emociones juntas”. A minutos de conocer al ganador de la categoría, expresa que siente nervios, pero “lo que se generó ya fue hermoso” para ellos. “Obvio que todos queremos ganar”, aclara, “pero ya ganamos algo”.
La esperanza crece cuando se conoce el puntaje del conjunto y queda primero temporalmente, pero es sabido que la puja es con Zíngaros, el último en la lista. Cuando arranca ese conteo, el Botánico queda en silencio. Primera rueda, arriba. Aplausos, agite. Los componentes piden calma con gestos y continúan mirando con seriedad. Segunda rueda, arriba por tres puntos. Saltos, gritos. De nuevo, calma. La Liguilla lo cambia todo: Zíngaros mete más puntos en algunos rubros y, finalmente, gana por 14. El ambiente de pesadumbre dura apenas unos minutos, hasta que alguien desde el escenario vitorea y comienza a sonar, de nuevo, la bajada de Los Muchachos.
En el Centro de Protección de Choferes la vigilia va en sentido contrario. Una larga fila de vehículos por Coronel Raíz y, al ingresar al predio, un escenario casi a oscuras, con la hinchada apelotonada sobre la proyección del Excel más famoso de Uruguay. La bandera que dice “Zíngaros, nunca habrá un final” es lo único que se puede divisar con cierta nitidez durante el conteo.
No vuela una mosca, más aún cuando llega el momento de conocer el puntaje del conjunto. Gastón Sosa y Denis Elías piden silencio hasta el último rubro. La apretada definición hace que las más de 300 personas permanezcan estáticas a la espera del resultado final. Pero, otra vez, algunos hinchas dispersos en el predio, que siguen el fallo por radio, arrancan a gritar a lo lejos. También se suman bocinazos que advierten la obtención del ansiado undécimo primer premio del conjunto.
Desde la confirmación del triunfo en adelante, las emociones encontraron mil y una formas de exteriorizarse. El Rusito González es alzado en andas y suelta una catarata de “los Zíngaro’ nomá’” que enardece a la hinchada. Caro Favier y Atay, emocionados, se suben a una especie de podio para continuar el festejo. Las pancartas con la imagen de Pinocho Sosa se mantienen en alto. Los parodistas gitanos cumplen una vez más con su cometido.
Sobre las cinco de la mañana comienza el conteo de la categoría murgas, con varias candidatas a ganar, en una definición pareja: hay que remontarse a muchos años atrás para encontrar una similar y entre tantos conjuntos.
En el Club Capurro no parece ser noche de fallos. Hay algunas personas sentadas en la cancha mirando la pantalla que transmite VTV, pero todo está quieto. Los componentes de Nos Obligan a Salir están dispersos por diferentes puntos del club, conversan con sus amigos y familiares, pasan el rato. Como si no estuvieran esperando.
Asaltantes con Patente espera los resultados en el Mercado Modelo. Sobre el sector del estacionamiento del predio, una pantalla gigante y una barra de bebidas, rodeada de hinchas y allegados. El conjunto obtiene una formidable puntuación en la tercera rueda, lo que la hace superar a La Gran Muñeca y a La Nueva Milonga. Pero no será suficiente. Este año, después de un bicampeonato, la murga de Cachela no queda en lo más alto. De igual forma, aplausos, rostros de satisfacción y Mariano Bermúdez en vivo que comienza con su show.
El foco de atención vuelve a Capurro y Uruguayana: llega el turno de la murga de la Aduana. Ahí, algunos se abrazan. Por ahora va ganando Asaltantes, hay que controlar punto a punto. “¿Ganó en primera rueda?”, pregunta un hombre. “Sí, pero todavía falta”, le contestan. Nadie grita. “¿Ganó la segunda rueda?”, insiste el hombre. “Sí, pero no terminó”, le contestan. Y así, como si nombrar la victoria pudiese destruirla, esperan incluso luego de que en la pantalla ya se ve que ganaron. Sólo cuando Pallares dice “Nos Obligan a Salir es la ganadora” explotan en abrazos, gritos y llanto.
Freddy Zurdo Bessio, luego de un largo abrazo, se prepara para hablar: “Fue un proceso de laburo impecable de parte de las técnicas y todos los que de alguna u otra manera hacemos a la murga, desde la patronal a los integrantes. Pasamos un carnaval precioso, cargado de laburo, recorrimos los barrios, estuvimos en todos lados. Compartimos mucho con la gente. Llegar al lugar donde hoy se nos nombra pone contentos a todos y todas por el trabajo encarado, por lo que se propuso la murga. Fue un laburo duro, pero lindo. Uno hace lo que le gusta, somos afortunados por sobrevivir en un país tan chiquito con un arte tan precioso como el carnaval”.
Cargada de lágrimas de emoción, Jimena Márquez cuenta: “Pasé increíble, con un grupo divino y un proceso impresionante. Es la primera vez que gano con murga, una sensación increíble, muy emocionada”. Y la felicidad es doble porque Queso Magro, murga de la que formó parte muchos años y en la que trabaja María Luz Viera, su compañera, como puestista en escena, salió cuarta.
Empieza a clarear y la noche fría de verano da paso a un miércoles más. A la salida de los clubes transita gente que se acaba de levantar para ir a trabajar. Termina el carnaval, no quedará más que comenzar el año. Pasará al recuerdo esta –otra– noche de fallos que, para tranquilidad de la murga láctea, seguramente no sea la última.