Siempre se dijo que el carnaval, después del fútbol, es la segunda fiesta popular de los uruguayos en materia de convocatoria. Pero cifras reveladas en el 2020 por la asociación que nuclea a los directores de conjuntos de carnaval (Daecpu) dan cuenta de que la fiesta de Momo llega a vender una cifra cercana a 1.800.000 tickets por período carnavalero. El fútbol queda en un segundo escalón con 1.100.000 entradas vendidas durante todo un año de competencias.
Esta misma afirmación fue sostenida por el presidente de Daecpu y presidente del Club Atlético Cerro, Alfredo Jaureguiverry, al comienzo de la zafra 2025: “Se venden más entradas en el mes de carnaval que en todo el año de fútbol, sumados los clásicos, con el Intermedio, Apertura y Clausura, y las finales”. También el dirigente redondeó en 40.000 la cifra de personas que poseen algún tipo de vínculo laboral en los 40 días de carnaval. Estos ingresos extras, para el directivo, equivalen a “un primer aguinaldo” o a “comer con aceite” durante ese lapso de tiempo.
Pero realmente, ¿son tan beneficiosos los números para los distintos actores de la fiesta? ¿Cómo se reparte la torta económica del rey Momo?
“Es tan grande el carnaval que da pa’ todos,
de la teta de dios Momo muchos se pueden colgar.
La de los panchos ya cambió el auto,
y el choricero anotó a la hija en el Alemán”.
La murga Queso Magro en este carnaval dedica algunos versos de su presentación al fenómeno económico del carnaval y, particularmente, ubica a los espectadores como los verdaderos sostenes de la fiesta. Sólo adquirir las entradas para cualquiera de las etapas del Concurso Oficial implica desembolsar entre 250 y 950 pesos, según su ubicación. Si la opción son los escenarios comerciales, el rango de precios para su ingreso varía entre los 200 y 500 pesos. Como tercera opción, aparece la red de escenarios populares solventados en parte por fondos de la Intendencia, que fijó sus costos de ingreso en los 120 pesos, convirtiéndose -en conjunto con el “Carnaval de a pie”, en donde el acceso es gratuito- en las opciones más económicas para disfrutar de los espectáculos.
“Disculpe si están caras las entradas / son muchos que se llevan su tajada,
la que vende empanadas y el del bingo / la empresa del sonido y el presentador.
Al público queremos agradecer / porque quien paga todo es usted.
Si no le gusta mucho la actuación / no hay devolución”.
Los conjuntos según su billetera
Poner en la calle una agrupación carnavalera implica resolver financieramente varios aspectos que, dependiendo del talante del conjunto, podríamos categorizar entre los que se administran en una modalidad cooperativa y entre los que cuentan con un dueño o director que asume riesgos y beneficios del emprendimiento, como si de una empresa se tratara.
Costear la economía de los grupos presenta un diferencial dependiendo de la categoría en la que se participe. Carlos Barceló, director de humoristas Sociedad Anónima, se refiere a los dos modelos definidos para asumir la contabilidad de las agrupaciones: “Están los que son autosustentables y los que pueden salir porque entra dinero por fuera de la operativa del carnaval”. Y lo ejemplifica de la siguiente forma: “Tenés las agrupaciones que hacen rifas, festivales y hasta venden ravioles para poder bancarse; y tenés las que cuentan con algún empresario, que tiene mucha guita o gente que tiene plata por otros motivos, y la quiere poner en carnaval. Esto permite que salgan determinados planteles, pagando montos que nunca se recuperan en carnaval”.
Para los conjuntos con dueño, que afrontan en solitario los gastos del conjunto, cada año que pasa se les hace más cuesta arriba. Algunos incluso asumiendo deudas, que comprometen la economía familiar durante el resto del año. Fue lo que le pasó hace algunos años al reconocido músico Carlos Bocha Pintos, que este año regresa al carnaval con la revista Carambola. Según manifestó, muchas veces los directores de agrupaciones “gastamos más de lo que podemos invertir, y estamos en el mes de junio pagando deudas generadas por el conjunto en febrero”.
Pero, ¿cuáles son las áreas en donde los conjuntos gastan más dinero? Barceló manifiesta que uno de los ítems en donde su conjunto destina más recursos es en el transporte: “Un micro para hacer un tablado que se paga en 25.000 pesos nos puede costar entre 10.000 y 12.000 pesos”. Su conjunto Sociedad Anónima participa trasladándose desde la ciudad maragata de San José, recorriendo casi 200 kilómetros diarios cada vez que brinda funciones en Montevideo.
Otro director de un importante conjunto de parodistas señaló en igual línea que “el ómnibus” es el componente más caro que tiene. “Durante todo carnaval nos representa un costo fijo de 300.000 pesos”, aseguró. Pero la calculadora y la planilla Excel de las agrupaciones deben estar siempre a mano para afrontar cualquier imprevisto, por lo que hasta al más aplicado con sus números, termina siempre con cifras que no eran las previstas al inicio del proceso.
Poner en la calle un conjunto de parodistas en este carnaval 2025 implica destinar entre 150.000 y 160.000 dólares, confesaron a la diaria varios directores. De ese monto, 25.000 dólares se destinan a la confección, diseño y realización del vestuario, y en el entorno de los 100.000 dólares a la remuneración que se acuerda con todos los componentes del conjunto. Allí los arreglos económicos que establecen las “figuras” de nuestro carnaval pueden ser tan variados como los conjuntos.
Al no existir una regulación salarial para esta rama de actividad, ni controles por parte de ningún organismo, los montos que se acuerdan pagar quedan muchas veces librados a la voluntad de las partes. Mientras que algunos importantes componentes pueden percibir salarios que van entre los 300.000 y 400.000 pesos por todo el período de carnaval, algunas contrataciones importantes en este 2025 llegaron a establecer acuerdos por 800.000 pesos, un equivalente aproximado a los 19.000 dólares americanos.
En la categoría de murgas los números no varían tanto. Los atuendos de una murga que aspire a rubrear bien en el concurso -esto quiere decir ser bien valorada en materia de puntaje-, suponen una inversión que varía entre los 20.000 y 25.000 dólares solamente en vestuarios. Allí dependerá de la cantidad de cambios que tenga el conjunto y los materiales que se utilicen para su confección. En números generales, la puesta en marcha de un proyecto artístico murguero para este carnaval supone un desembolso de una cifra cercana a los 125.000 dólares.
Murga A la Bartola previo a su actuación en el Teatro de Verano (archivo, febrero de 2025).
Foto: Alessandro Maradei
Febrero, un mes para “comer con aceite”
Entre las 22 murgas que participan de esta edición del concurso, los salarios de sus componentes varían dependiendo del esquema administrativo con el que funcionen. Mientras un solista puede acordar en una murga con dueño unos 240.000 pesos por salir en su conjunto, un arreglador coral y director de murga llega a percibir una remuneración cercana a los 350.000 pesos. La ecuación cambia si el conjunto es cooperativo.
Socializar el riesgo y también las ganancias es otra de las modalidades adoptadas por los conjuntos que no cuentan con un “padrino” con billetera grande, o que no tienen un dueño que asuma todos los gastos del conjunto. La murga Queso Magro, por ejemplo, establece una lista de puntajes para cobrar dependiendo de las actividades realizadas por el componente durante todo el proceso creativo. “Por salir es un punto y después cada comisión adjudica puntos extra para repartir entre los que trabajaron en ella”, aclara Daniel Zieleniec, letrista de la murga láctea.
En la dinámica de un conjunto pueden funcionar distintas comisiones, como las de letras, arreglos corales, puesta en escena y hasta de diseño de vestuario; y para todos estos casos, el punto -de partida-, se paga entre los 850 y 750 pesos por tablado, dependiendo si el escenario es comercial o popular, como veremos más adelante. Todos los componentes bajo el paraguas de este formato dependerán del número final de funciones que haga su conjunto, para pasar raya y ver finalmente cuánto le queda en sus bolsillos.
Hay otros modelos cooperativos en este carnaval, como el que utiliza la murga La Mojigata, donde los ingresos generados se distribuyen en forma equitativa entre todos sus integrantes. Esto lleva a que la remuneración por actuación se sitúe en el entorno de los 1.000 pesos “por tabla”. Pero este conjunto, en particular, adoptó algunos mecanismos diferentes para hacer finanzas. Fueron los primeros en aplicar la modalidad del crowdfunding en el terreno del carnaval. Así la murga recolectó el apoyo y patrocinio de 126 particulares que colaboraron económicamente para poner el conjunto en la calle. Con este formato, la murga obtuvo aportes cercanos a los 280.000 pesos.
Otra área determinante de ingresos económicos para los conjuntos autogestionados son los festivales que se realizan previos al comienzo del carnaval. Como ejemplo, el popular festival organizado por la murga, “El Mojifest”, obtuvo un saldo de 174.000 pesos que se volcó íntegramente a las arcas del conjunto.
Otra vía para sanear la economía de los conjuntos son las publicidades. Allí muchos acuerdos con las empresas patrocinantes se concretan en la modalidad de canjes. Una marca de cerveza o de productos chacinados puede pagar el sponsoreo con mercadería, que los conjuntos podrán canalizar económicamente en la venta de sus festivales. “El único auspicio de un ente público que nos pagó en dinero es de 150.000 pesos”, señaló un director y agregó: “La mayoría son canjes”.
Revista Madame Gótica durante su espectáculo en el Museo del Carnaval (archivo, febrero de 2025).
Foto: Diego Vila
El reinado de los escenarios
Como ya vimos, los ingresos de la mayoría de los “jornaleros de Momo” dependen exclusivamente de la cantidad de contratos que reciba su conjunto. Daecpu acordó un piso mínimo de 33 actuaciones para cada agrupación, y como máximo los grupos taquilleros -que no serán más de cuatro o cinco-, pueden acercarse al entorno de 120 funciones por carnaval.
En este 2025 los conjuntos ajustaron un 5% sus tarifas, quedando escalonadas en tres precios dependiendo del tipo de tablado. Las más económicas se sitúan en el entorno de los 25.000 pesos y se aplican para el programa “Carnaval de a pie”, que sustituyó a los recordados “Rondamomo”. En un segundo escalón se sitúan los escenarios populares, y en el rango de precios más altos se ubican los tablados comerciales, en donde las agrupaciones llegan a cobrar cifras cercanas a los 32.000 pesos por actuación.
En la red de escenarios populares, vecinos y vecinas trabajan de forma honoraria para poner en funcionamiento el tablado. La Intendencia de Montevideo financia tres de los cuatro conjuntos y uno de ellos debe ser financiado por lo que se genere en el propio escenario de entradas y plaza de comidas. Por este concepto, la Intendencia de Montevideo invirtió en este 2025 la cifra de 18.800.000 pesos para promover la cultura por los barrios. Si las cuentas cierran y el escenario barrial obtiene ganancias, se vuelcan íntegramente en obras para la zona.
Distinta es la lógica de los escenarios comerciales.
Jorge Iglesias es el empresario que administra el escenario ubicado en la plaza 1° de Mayo, frente al Palacio Legislativo. Al ser un predio público, señala que las contrapartidas exigidas por la utilización del espacio son “carísimas”. “La Intendencia sólo de contraprestaciones me pide 70.000 dólares. Los bomberos para habilitar el lugar 300.000 pesos. Tenemos que hacer el mismo curso de bomberos todos los años”, dice con ironía.
Luego deja en el aire una frase que quizás sorprenda a muchos: “El principal sostén del escenario es la gastronomía. Si la gente va y consume, el tablado se puede sostener”. Si bien lo que ingresa por concepto de publicidad en cada centro de espectáculos representa un aporte importante para equilibrar las cuentas, en el caso del escenario 1° de Mayo salvaguardan la infraestructura requerida para su funcionamiento. Del dinero que ingresa por sponsoreo, se sustenta el cerramiento, el montaje del escenario, las sillas y hasta el alquiler de baños. Abrir cada día el tablado implica contar con unos 320.000 a 340.000 pesos por día, y la mitad de ello se vuelca en pagar la grilla.
Alejandro Salkind está vinculado al negocio de los escenarios carnavaleros hace más de 20 años. Por el 2003, luego de haber participado como componente en varios conjuntos, decidió abrir el tablado Monumental de Tres Cruces. Ya hace unos años está instalado en el estacionamiento de un importante supermercado en la zona del Parque Roosevelt, y recibe a diario público principalmente de la Costa de Oro. “¿Si es tan buen negocio, por qué no hay diez escenarios comerciales?”, pregunta en voz alta.
“Somos sólo tres empresarios. En este negocio hay que ser creativos y salir a competir con las plataformas de streaming para que la gente se sienta atraída y salga de su casa”. Luego comenta que, por un acuerdo alcanzado con los directores de carnaval, su escenario debe traer por lo menos dos veces cada uno de los conjuntos, limitando los contratos de las agrupaciones que son más atractivas para el “pizarrón”.
Los tablados comerciales apuntan a tener de tres o cuatro llenos por temporada que puedan establecer los cimientos de sus finanzas, y luego una “remada” sostenida de concurrencia, que eluda las vicisitudes climáticas y la competencia con otros eventos públicos. En esta lógica, las recaudaciones por concepto de entradas pueden ir desde los 10.000 dólares -en un caso de lleno-, y promedian unos 5.000 dólares por jornada en el resto del mes.
Los premios del Concurso Oficial de Carnaval
Los premios que perciben los ganadores del Concurso Oficial del Carnaval se sustentan con base en distintos ingresos que obtienen las arcas de Daecpu. El principal es la venta de entradas en las etapas de la competencia, pero el acumulado se incrementa con los acuerdos publicitarios y con la venta de la plaza de comidas del Ramón Collazo. Una vez conformado ese fondo, se divide en porcentajes según las categorías: 39,65% se direcciona para las murgas, 16,85% para los parodistas, 19,4% para las sociedades de negros y lubolos; quedando 12,05% de la torta de ingresos para las revistas y humoristas. A su vez, ese porcentaje que le toca a cada categoría se subdivide entre los conjuntos según la posición que obtengan en el certamen.
Esta modalidad presenta la inestabilidad lógica de que cada carnaval resulta distinto al otro, pero los valores de premios obtenidos por los ganadores del concurso 2024 nos servirán de marco de referencia. La murga que obtuvo el primer premio en el pasado carnaval (Nos obligan a salir) obtuvo 1.800.000 pesos de premio. Los parodistas y lubolos ganadores percibieron 2.000.000 de pesos, el triunfador entre los humoristas 1.800.000 y quien obtuvo la copa en la categoría de revistas 1.700.000 pesos.
El rango de precios va bajando según la ubicación, y las murgas que estén por debajo de la línea del puesto 17 -en este carnaval participan 22-, no obtienen premio pago. Para estos conjuntos, Daecpu creó una especie de “premio consuelo” y les abona 100.000 pesos para que puedan afrontar sus finanzas.
A su vez, todos los conjuntos que participan del certamen reciben un monto por derechos de televisación estipulado en 4.500 dólares, según establecieron fuentes de Daecpu. Esta cifra se incrementa en 5.000 dólares más para los conjuntos que obtienen el pasaje a la Liguilla, es decir, que efectúen una tercera presentación oficial en el Teatro de Verano y una eventual extra en la rueda de triunfadores. Del contrato -reservado en su monto total- que tiene la empresa de transmisiones con los directores de conjuntos, 60% se vuelca al pago de los derechos de imagen y 40% de ese dinero se destina a solventar el funcionamiento de dos tablados con fondos “Tenfield”, que en este 2025 son los escenarios del Liverpool y la sala de teatro Movie.
Con los números sobre la mesa, un director reflexiona: “Si entro segundo –que ya implica hacer un gran carnaval- y realizo 100 tablados, que a priori representa estar por encima de la media de la mayoría de los conjuntos, termino perdiendo plata”, subraya.
Es que, salvo algunas excepciones -que las hay desde luego-, el mundillo carnavalero se mueve a pérdida. Para los directores, resulta muy dificultoso recuperar las cifras invertidas; los dueños de escenarios tienen que apelar a la creatividad para que los números no den en rojo; los escenarios populares sobreviven con los aportes otorgados desde la comuna y, para los carnavaleros, la paga por ocho o nueve meses de ensayos dedicados a su conjunto es generalmente insuficiente. Pese a ello, la mecánica de la fiesta cultural más importante del país sigue traccionando, y la pasión, otra vez más, como en varios aspectos de la vida, le gana a la razón.