El nuevo libro del investigador Jorge Frogoni, Escuelas de la Patria. La educación en tiempos del artiguismo, admite tres niveles de lectura: uno referido a la historia de la educación, otro sobre los estudios sobre el artiguismo, y también una escala de análisis, desde lo regional a lo local.

El trabajo explora, asimismo, aspectos de la infancia y la salud durante el período. Ya desde el prólogo, el historiador Oscar Padrón Favre destaca algunas de estas particularidades: “En el plano historiográfico, el autor brinda una necesaria actualización de la temática, utilizando los distintos aportes bibliográficos que se han sucedido en las últimas décadas, sobre todo en las provincias del litoral argentino, así como el gran aporte documental que ha brindado a los investigadores el Archivo Artigas”.

La historia de la educación nacional es un campo todavía en construcción, y muchos de sus estudios se han centrado en la etapa de la reforma vareliana. Para las décadas anteriores del siglo XIX y para la etapa de Artigas hay poca cosa elaborada, con la excepción de las investigaciones de Agapo Palomeque.

Las indagaciones sobre el artiguismo, por otro lado, son numerosas y cuentan en los años recientes con visiones renovadoras de parte de historiadoras como Ana Frega y Ana Ribeiro, pero todavía presentan varios elementos sin investigador. El Archivo Artigas, por ejemplo, dista de utilizarse por completo. En cuanto al escenario espacial, aquí tanto resalta lo regional, referido a la Liga Federal, como el enfoque puesto sobre lo local, sobre los pueblos; los cuales, en la perspectiva de Frega, fueron actores sobresalientes en el proceso artiguista.

Frogoni ya incursionó en la temática artiguista, tanto en su libro Higueritas-Nueva Palmira, el pueblo fundado por Artigas (2001), como en un artículo sobre el Reglamento de Tierras en el departamento de Colonia, aparecido en la Revista del Instituto Histórico y Geográfico del Uruguay (2015). No es, por tanto, un extraño en el tema.

El “Sistema”, como le decía Artigas a su régimen de gobierno, comprendió una multiplicidad de aspectos, en lo político, económico, social y educativo. El sistema no sólo se intentó aplicar en la Provincia Oriental, sino en toda la Liga Federal. En lo educativo fueron fundadas las “escuelas de la Patria”, donde no sólo se enseñó las primeras letras, sino ideales cívicos y patrióticos que pudieran encuadrar y reforzar el régimen emergente.

La problemática para su adecuado desarrollo fue la carencia de recursos materiales, desde presupuesto hasta locales, y de maestros con cierta instrucción (inclinados, además, a la causa de la revolución). Por estos motivos y por la invasión portuguesa de 1816, la vida de estos establecimientos educativos fue efímera. Establecidos en 1815 durante el máximo esplendor del artiguismo y la Liga Federal, su funcionamiento, en muchos casos, fue de meses.

En las provincias de la Liga se fundaron varias escuelas, muchas poco conocidas por la historiografía, como las de Paraná, Arroyo de la China, donde se comenzó a implementar el sistema lancasteriano, mucho antes que en Buenos Aires, Corrientes, Santa Fe y Córdoba, entre otras. El propio Artigas, según resalta en la documentación compulsada, se preocupó personalmente por estas escuelas.

En la Provincia Oriental, además de los casos muy conocidos de Montevideo y Purificación, se encuentran otras escuelas en Colonia del Sacramento, Rosario, San José, Maldonado, Rocha, Melo y Soriano. Algunas eran mixtas, como en el caso de Rocha, donde existe un listado de alumnos. Sobre este tema, como reconoce el autor, la investigación queda abierta, ya que “no sabemos si se levantaron otras escuelas o intentaron formarlas en otras localidades de la Provincia Oriental”.

¿Cuáles eran los métodos y los materiales usados? Un capítulo se dedica a aclarar estas inquietudes y menciona que el método usado en algunas fue el de Lancaster, de vanguardia para la época, siendo monitores o instructores los propios alumnos. De esta manera, un maestro podía tener hasta 200 estudiantes, comisionando a los más avanzados para que se encargaran del resto.

Los materiales que se usaban eran catones, cartillas, almanaques y el catecismo para la educación religiosa. Estos textos, que servían para las primeras letras, empezaron a ser publicados en el Río de la Plata, incorporando una mirada proclive a la revolución de mayo y al nuevo civismo americano. La imprenta oriental, promovida por el artiguismo, publicó al respecto diversos materiales como cartillas, catecismos, catones, calendarios y canciones patrióticas, entre otros.

Entre los maestros había varios sacerdotes como José Benito Lamas y Solano García, que venía de Chile y se hizo muy conocido por la fabricación de naipes, los famosos “naipes artiguistas”. Sobre su manejo del método lancasteriano, opina el autor: “Quizás su condición de masón hizo que lograra adquirir ese conocimiento mucho antes de que se propagara dicho método en el Río de la Plata y el resto de Latinoamérica”.

Otros hicieron de la docencia su profesión principal, como Mariano Párraga o Iparraga, que desde comienzos del siglo XIX ya figura como maestro en Colonia del Sacramento. En 1819, cuando los portugueses efectuaron un censo luego de ocupar la plaza fuerte, aparece como “maestro de primeras letras”. Otros maestros resultaron separados de sus cargos por criticar al régimen, como fue el caso de Manuel Pagola en Montevideo (aunque con posterioridad Artigas le permitió impartir clases de manera particular).

La escuela no fue el único dispositivo ideológico para difundir el “Sistema” y los ideales patrióticos. También los festejos, como las célebres fiestas mayas, fueron una ocasión idónea para ello. A esto se le debe sumar el importante papel del teatro. En 1816, por ejemplo, Bartolomé Hidalgo estrenó Sentimientos de un patriota. Como ha destacado Benedict Anderson, la difusión de la cultura letrada sirvió para generar una conciencia nacional o patriótica en las comunidades americanas que se independizaban. De varios de estos tópicos trata el libro en diversos apartados.

Un tema vinculado con la infancia fue el de las campañas de vacunación. El régimen artiguista propagó la vacuna contra la viruela en la población, y sobre todo entre los niños. Los cabildos, según la documentación del Archivo Artigas, se mostraron como solícitos colaboradores en esta tarea. Así, el Cabildo de Colonia informa el 14 de marzo de 1816 que “existe un facultativo recibiendo niños, vacunándolos y anotando cuanto se ordena en la referida Circular”. La salud pública no era un tema menor dentro del “Sistema”, tanto en la Provincia Oriental como en la Liga Federal.

El libro de Frogoni recoge material poco divulgado o desconocido, aporta aspectos dignos de atención para comprender mejor a la educación y la infancia durante la etapa artiguista. El tema, desde lo local y lo regional, sin duda merece nuevas miradas.

Escuelas de la Patria. La educación en tiempos del artiguismo. Jorge Frogoni Laclau. Durazno, Tierradentro Ediciones, 2022, 126 páginas.