Hace ya algunos meses que el tema de la doble vía que iría desde Riachuelo hasta Colonia del Sacramento (de unos 12 kilómetros) está en la agenda pública local. Informaciones parciales, a veces contradictorias, han circulado a gran velocidad, así como los cambios de planes que se han convertido en material de debate en cada una de las zonas potencialmente afectadas.

La ciudadanía desconoce cómo se toman estas decisiones que afectarían su vida de todos los días, de dónde surge esta propuesta y qué intereses económicos y políticos están en juego.

Mucho menos se saben los argumentos de por qué esta doble vía sería necesaria y para quién. ¿Para disminuir los accidentes de tránsito? No parece haber relación directa entre una cosa y otra, ni datos locales ni internacionales que apoyen esta idea. ¿Para promover el turismo en el este y que los autos argentinos lleguen y salgan más rápido del puerto de Colonia durante la temporada de verano? Es imposible entender que esto tenga alguna posibilidad de favorecer el turismo en Colonia y su desarrollo local. ¿Para que la proyectada +Colonia tenga mejor acceso?

Ninguna de estas preguntas ha sido respondida hasta ahora por las diferentes autoridades involucradas, lo que hace sospechar que estamos frente a un ejemplo más de la vieja política: una combinación de intereses privados y públicos a espaldas de los intereses de los colonienses.

Primero se planteó eliminar las palmeras y ampliar la ruta 1 existente. Hubo muchas reacciones de los colonienses en contra, bajo el marco de la defensa del patrimonio natural del departamento, y el proyecto se paró. Luego circuló oficialmente un nuevo trazado utilizando la llamada ruta 1 vieja y comenzaron las visitas de funcionarios y consultores del Ministerio de Transporte y Obras Pública (MTOP) para informar sobre posibles expropiaciones.

Este posible trazado, tal como lo señaló un conocido productor rural de la zona, afecta “un sinnúmero de padrones rurales y suburbanos privados con lo que ello implica: reubicar servicios de UTE, de OSE, entorpeciendo la circulación de miles de personas que por ahí se mueven, además de los costos de expropiación de campos y zonas residenciales, costos de accesos y traslado de tránsito pesado y de maquinaria agrícola”. Al momento de escribir esta nota, el MTOP no ha respondido aún sobre el avance de este nuevo trazado, ni si hay o no un acuerdo con la Intendencia de Colonia en este sentido.

Más recientemente ha circulado la información de un trazado alternativo, impulsado por políticos y empresarios colonienses, que fue presentado ante las autoridades ministeriales e implicaría “menos impacto” ya que se afectarían campos improductivos, zonas despobladas, terrenos que ya son propiedad del Estado y vías férreas abandonadas. Además, se daría acceso a una buena parte de la costa coloniense, que actualmente está vedado debido a la dificultad de acceso directo. Para este trazado alternativo se argumenta que implica menos movimientos de suelo, menos impacto ambiental, y se realizaría sin entorpecer el actual movimiento de la zona.

Más allá de las bondades o maldades de cada uno de estos trazados, la pregunta sobre la necesidad o no de una doble vía sigue sin respuesta para los colonienses, además de que cualquier obra de este tipo tiene un impacto ambiental. Por ello, y ante la falta de un debate público, organizado y razonado sobre el tema, un grupo de vecinos organizados referentes de diversos segmentos considera que es más importante que nunca apelar al sentido común.

¿Es posible mejorar la circulación en este trecho de ruta de manera que favorezca a los colonienses y evitar la construcción de una doble vía? La respuesta es un rotundo sí. ¿Cómo? Mejorando la ruta 1 ya existente con distintas medidas tales como la colocación de barandillas (guardarails) en más trechos, el establecimiento rígido de un límite de velocidad a ser controlado y sancionado en caso de excesos, la habilitación de calles laterales en los terrenos linderos a la ruta para la circulación de los vecinos, de bicicletas y motos. Cosas mucho más simples de implementar.

De esta forma, se estarían evitando inversiones públicas millonarias (y negocios público-privados innecesarios), la alteración violenta de los suelos y su uso, las expropiaciones que afectan a familias enteras, la destrucción de lo poco que queda de natural en las costas de Colonia, la utilización de grandes maquinarias para las obras durante el período de construcción, afectando negativamente a todos los vecinos, entre otras razones.

La doble vía no es significado de progreso para los colonienses y, peor aún, puede convertirse en un viacrucis. Es tiempo de apelar al sentido común. Para el bien común.

Andrés Thompson, argentino radicado en Riachuelo. Activista en temas ambientales y sociales. Ha sido director de programas para América Latina y el Caribe de la Fundación WK Kellog y director de la revista Tercer Sector de Argentina.