Entre tanto, la hoguera del odio crece. Jóvenes muertos, madres destrozadas, soldados traumatizados, niños amputados, dos pueblos que no confían en sus vecinos.
Lo que ocurrió el 7 de octubre fue un plan perfecto para socavar cualquier intento de paz, generar más violencia y potenciar una ola mundial de antisionismo y antisemitismo
Con la sonrisa pintada y un optimismo crónico, el Hormiga le ponía el cuerpo a la política. Era un abanderado de una revolución de gestos cotidianos pequeños, medianos y grandes.