Campo Abierto es un espacio de diez hectáreas en el que un equipo multidisciplinario lidera proyectos que benefician a diversas comunidades del departamento de Rivera. “Digamos que la finalidad es apostar al desarrollo social a partir del arte y la cultura”, explica la coreógrafa y artista visual Tamara Cubas. “Hace 20 años que esto se ha convertido en una zona forestal. Nosotros llevamos dos años y medio acá y los hemos utilizado para entrar en contacto con el territorio. Nos parecía que el camino es leer el contexto y a partir de las relaciones que se van generando ver cómo uno puede aportar, porque de nada sirve venir con una idea extrapolada a implantarla. Empezamos a trabajar con algunos proyectos por separado en los que el tema de la madera estaba incluido, y por eso arrancamos con el Festival de la Madera”.

El encuentro irá del 3 al 9 de diciembre e involucrará a cuatro estudios de arquitectura –de Montevideo, Madrid, Sevilla y Budapest– con pequeños aserraderos, estudiantes y todo el que se quiera sumar. Habrá charlas y talleres para poner en valor la materia prima de la zona y se trabajará en la construcción de prototipos modulares (se fabrica bajo techo y se ensambla in situ), que se volcarán a la comunidad con la intención de poner en marcha el año próximo un emprendimiento que luego fabrique las réplicas. La semana terminará, entre el viernes 7 y el domingo 9, con una grilla de shows musicales, juegos familiares y propuestas gastronómicas regionales. Con apoyo de los Fondos de Incentivo Cultural y de empresas privadas, el festival tendrá acceso libre. Para quienes se trasladen desde otras partes del país y lo requieran, facilitarán las instalaciones para camping.

Integración de intereses

Puede entenderse Campo Abierto como un espacio creativo que incluye una residencia artística y un laboratorio de soluciones comunitarias, que “tiene otra economía del tiempo, donde los intercambios y la producción de pensamiento ocurren de otra manera”, agrega Cubas. “Arrancamos por los encuentros. Este año produjimos una obra de teatro con Marianella Morena y las chicas trans de la ciudad; produjimos una obra de hip hop y danza contemporánea con los chicos de la frontera: apostamos al desarrollo social de esas comunidades vulneradas y nos interesa la descentralización. Es ir al borde y producir movimientos en otras zonas que no sean la capital. Este domingo despedimos un encuentro de artes vivas con 80 participantes de diversas partes del mundo. Lo que sucede es que te abre otro campo de posibilidades, a través de articulaciones con instituciones, de acciones para ir estableciendo relaciones y de tratar de ver en qué se puede aportar”.

En esa búsqueda, dada la cercanía con la cárcel de Cerro Carancho, decidieron trabajar también con esa población. “Estamos viendo cómo experimentar con algunas prácticas que les permitan no sólo aprender un oficio, sino adquirir cultura de trabajo y tener una relación entre la cárcel y la ciudad, porque generalmente las cárceles son apartadas y eso produce que la gente no sienta vinculación ni responsabilidad con los que allí están. Queremos ver cómo nos hacemos cargo de esa especie de CTI social, lo que sale, sobra o no sabemos dónde meter. Entonces tenemos un proyecto en el que con los presos se construyen juegos infantiles para plazas. Es una manera de conectar un lugar que tiene una connotación negativa y generar algo que es totalmente productivo. Lo hacemos a partir de la arquitectura, el diseño y la madera, pero en realidad el objetivo es la inclusión simbólica y concreta de las personas privadas de libertad”.

En determinado momento cayeron en la cuenta de que la madera aparecía en más de un planteo y de que era posible conectar esas iniciativas. “Estábamos entrando en un tema que es muy complejo, porque a la madera que se produce acá las grandes industrias la exportan y después están los pequeños aserraderos tratando de sobrevivir, con muchas dificultades de comercialización, con altibajos; algunos cierran, otros se incendian porque tienen problemas con los residuos”. De modo que el Festival de la Madera conjugará esos proyectos ya iniciados, como los juegos que hacen los reclusos, con otro que tienen con la cooperativa de mujeres de la construcción, que trabaja en levantar un invernáculo. “La idea es que además de la metodología de construcción, también sean capacitadas en trabajo colaborativo para involucrar a otras mujeres, pensando en barrios vulnerados. El festival nos posibilita darle visibilidad a estos proyectos, porque lo que vamos a hacer son prototipos; estos prototipos, aparte, utilizan la madera de los pequeños aserraderos, porque la idea es que después esto se replique. A los estudios de arquitectura les planteamos estas necesidades específicas. También se va a trabajar sobre una vivienda social y con los húngaros se va a hacer el prototipo de una arquitectura temporal para espacios únicos, como el tráiler del que vende las hamburguesas, ese tipo de construcciones que en la frontera abundan mucho, que habitan espacios públicos pero que se mueven. Vas a la plaza y es lo común, la frontera vive mucho el comercio en la calle. Entonces le planteamos a este estudio de arquitectura cómo aportar desde el diseño a soluciones que tienen que ver con el desarrollo social. Es interesante que ahí se ponga en juego el debate sobre qué es una vivienda social, qué funciones debe cumplir. En el conjunto de actividades de alguna forma estamos pensando el urbanismo: el núcleo primario es la casa, el invernáculo como lugar de encuentro social, la plaza como sitio esporádico de juegos, y el comercio, con los tráileres. Entre esas cuatro cosas creemos que podemos estar pensando en lo público”.

Cubas es parte de la organización junto con un equipo de arquitectos, realizadores escénicos, técnicos y comunicadores, que se unieron para elaborar estrategias comunitarias. “Estamos pensando mundo, no cómo hacemos un edificio. Estamos pensando cómo nos hacemos cargo y proponemos soluciones para ciertas necesidades con metodologías horizontales y colaborativas. Eso cubre un espectro amplio de interesados y de áreas de conocimiento”. Dice Cubas que el festival es el resultado de un diálogo: “Lo de trabajar con pequeños aserraderos surgió de conversar con la Intendencia de Rivera –estamos en un programa de fortalecimiento del sector–, porque una cosa es trabajar con la madera de exportación, pero si además en la cadena de producción podemos beneficiar a otro sector... Tenemos acopiados los cortes típicos de los aserraderos pequeños, que son de eucaliptos y tienen la medida estándar de tablas de 2,40. Acá se producen muchos pallets, por ejemplo. Otra cosa interesante es que los arquitectos convocados vienen con la cabeza de descubrir la potencia de lo que tenemos disponible. La pequeña industria tiene otro tipo de características y dificultades. Vienen muchos estudiantes de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo, porque se hizo una materia electiva para esto, y es importante porque hay un desplazamiento hacia un territorio concreto, a pensar desde otro lugar. Hay algo en cuestión que es cómo producir a partir del descarte. Hace dos semanas hicimos un envío de los tipos de desechos que hay –costaneros, el borde del tronco, recortes, aserrín, viruta– y fue alucinante ver la foto de los estudiantes de Arquitectura analizando qué es posible hacer, porque las grandes industrias los procesan y producen energía, tienen toda la cadena, desde el vivero hasta la producción de energía; para el pequeño aserradero es un gran problema”.

Estructura

Festival de la Madera, del 3 al 9 de diciembre en Campo Abierto: Ruta 27, camino Carancho km 3 (Rivera). Participan: Santiago Cirugeda (Sevilla, España), que desarrollará un proyecto de vivienda social; Hello Wood Studio (Budapest, Hungría), que trabajará en arquitecturas temporarias para el espacio público; Atmósfera Arquitectura (Montevideo), con su proyecto Playground, y la oficina Zuloark (Madrid, España) con el invernadero. Programación completa del festival: festivaldelamadera.bitrix24.site/