Si alguien va parando gente en la calle, a modo de entrevista, y le pregunta “¿Qué importancia tiene la mascota en tu vida?”, seguramente se podrían agrupar respuestas similares a las que vemos en los programas deportivos cuando realizan el mismo sondeo cambiando “mascota” por “equipo deportivo”. “Es lo mejor que me pasó”, “es un sentimiento”, “es la única que me entiende” o “no tengo mascota” (equivalente a “no me gusta el fútbol”), y podríamos seguir.

Obviamente que los beneficios varían de acuerdo a la función que pueda llegar a cumplir el animal para su dueño. Para algunos puede ser un gran punto a favor que su perro no deje entrar a nadie a la casa, mientras que para otros la ganancia que se obtiene es mirar una serie acompañado sin chistar. Pero cuando se exponen argumentos sujetos a emociones, no son fácilmente medibles.

Si nos remontamos a los inicios de la domesticación de perros y gatos, podemos encontrar utilidades que aún se mantienen. Protección, trabajo en el campo, pastoreo, guardia y muchas más, al hablar de los perros; control de plagas y cuidar de posibles intrusos los alimentos almacenados en el caso de los felinos.

Ya en el siglo XXI, la medicina veterinaria está en condiciones de expandir aquellas ventajas, y hay trabajos científicos que parecen confirmar que la idea de nuestros antepasados de añadir algunos animales a nuestra vida diaria no estuvo tan mal.

Punteo guía

Uno de los indicadores que importan cuando hablamos de salud cardiovascular es el nivel de colesterol y de triglicéridos en sangre. Estos índices son mejores entre los que tienen una mascota que en aquellos que no la tienen. A su vez, estudios más avanzados demostraron que los pacientes que sufrieron episodios cardíacos graves y lograron una mayor sobrevida fueron aquellos que convivieron con mascotas.

En el caso de personas sedentarias, el perro es un gran estímulo para moverse un poco. El hecho de verse casi obligado a llevarlo a dar paseos diarios contribuye de forma indirecta a completar caminatas prolongadas, lo que en definitiva resulta en una rutina de ejercicios que antes el dueño no tenía.

Otros informes apuntan al papel que ejerce la mascota sobre los estados depresivos. Según estos, los ancianos que viven por su cuenta no sólo se sienten menos deprimidos conviviendo con una mascota, sino que además muestran mayor interés a la hora de planificar su futuro en comparación con aquellos de la misma franja etaria que viven solos.

Los pacientes con Alzheimer, dentro de su sintomatología, pueden padecer de arranques agresivos. Sin embargo, los estudios indican que este tipo de episodios muestran niveles menos intensos y frecuentes si disfrutan de la compañía de una mascota.

También son el soporte de muchas interacciones sociales: un perro o gato ayuda en gran medida a lograr contactos positivos con personas que no forman parte del círculo íntimo. Sería como una aplicación que permite conocer gente simplemente si en una mesa se toca el tema de las mascotas o si en un parque dos personas se cruzan y comienzan a dialogar sobre sus perros. Este aspecto se ha podido cuantificar demostrando que aquellos que salen con su perro a la calle obtienen más saludos, acercamientos y conversaciones que los que salen solos. De hecho, el trabajo concluye en que para personas con ciertos problemas de relacionamiento, la mascota es un gran facilitador.

Los perros de compañía entrenados son un enorme aporte para los niños con diferentes grados de autismo, enfermos terminales o con alteraciones motrices. Por otra parte, datos recientes revelan que los niños que leen en presencia de mascotas aprenden más rápido y se equivocan menos, simplemente porque el perro o gato no los interrumpe ni corrige, sino que con su presencia y silencio mejora la confianza y la comprensión lectora de los pequeños.

Para terminar, una anécdota fuera de lo académico pero más que demostrativa: a un dentista se le ocurrió llevar a su perra al trabajo los días jueves y, mientras atendía, el animal se paseaba y jugaba con los pacientes en la infame sala de espera. En apenas semanas la mayoría de los niños que acudían a la consulta empezó a agendarse precisamente el día en que el odontólogo llevaba a su mascota al trabajo.

No obstante, los beneficios listados no son una condición sine qua non para incorporar una mascota al hogar. Perros y gatos no terminan con el Alzheimer, no previenen infartos ni curan el cáncer. Adquirir un animal de compañía conlleva muchas responsabilidades que se deben evaluar antes. Juntar a un perro con ancianos puede ser un beneficio o una condena; una persona enferma puede no tener ni el tiempo ni las ganas de hacerse cargo de otro ser vivo. Esta información simplemente es un aporte más a tener en cuenta a la hora de decidir o no adoptar un animal de compañía.