Salchicha, teckel o dachshund es una raza creada en Alemania allá por el siglo XV, cuando aparecieron las primeras ilustraciones con parecido al mencionado perro. Si hablamos de literatura y no de dibujos, 100 años más tarde ya se describía a la raza como un “perro de tierra” concebido exclusivamente para cazar y cuidar patos y gallinas en granjas. La interrogante que surge de tal escrito es qué cazaría con ese tamaño.

Los alemanes buscaban un perro intrépido y particularmente alargado para que pudiera excavar y meterse en las madrigueras de tejones, conejos e incluso zorros, y que fuera apto para cazarlos de manera efectiva. Pero la cosa no queda ahí; además de hacerlos más largos, también buscaron que sus colas fueran largas y robustas en comparación con su cuerpo para cumplir con una simple función: una vez que atrapaban la presa, los cazadores la usaban como mango para sacar al perro del túnel. Los ancestros de los primeros salchicha fueron el braque, una raza francesa pequeña, y el pinscher, precursor nada más y nada menos que de los famosos dóberman.

La particular disposición de su cuerpo, alargado y con las patas cortas, le hizo ganarse el mote de salchicha. Su morfología no es casual. Se debe a una mutación genética conocida como acondroplasia o bassetismo, peculiaridad que comparte con la raza basset hound (sí, esos conocidos por la marca Hush Puppies) y que trasladada al ser humano se podría comparar con el enanismo.

Estas características, que llamaban la atención en Europa en el siglo XIX, no pasaron desapercibidas para la reina Victoria, natural embajadora de la raza. Una vez en sus manos se encargó de hacerlos famosos, en Gran Bretaña primero y en el continente después. Tal era la devoción de la monarca por estos perros que se dice por ahí que alguna vez dijo: “Nada transformará el hogar de un hombre en un castillo con más rapidez y efectividad que un dachshund”.

Si bien en Inglaterra se realizaban exposiciones de la raza, recién en 1888 los alemanes fundaron el primer club abocado a estandarizar y preservar sus genes. Pero antes, en 1885, los salchicha llegaron a América, y entre 1900 y 1914 era una de las razas más populares en Estados Unidos.

Su fama fue tan grande que el legendario “sabio de Baltimore”, HL Mencken, crítico literario, periodista y ensayista venerado por Borges y Hemingway, describió en su momento a este animal como “medio perro de alto y un perro y medio de largo”. No en vano fue utilizado en el cine y la televisión como perro cómico de cualquier dibujo o historia infantil.

Todo divino, pero cuando tu origen es teutón y hay una guerra –la primera gran guerra– que involucra a tu país natal con tu país adoptivo como que la cosa se complica. Así, la popularidad del salchicha se vio rápidamente minimizada, pues se vio tratado como un perro alemán como tantos otros y dejó de ser un atractivo para el país.

Culminada la Primera Guerra Mundial la raza comenzó a asomarse por la ventana de los hogares estadounidenses. Entonces, sobrevino otro golpe: la Segunda Guerra Mundial. No obstante, esa particularidad única y el arraigo que logró hicieron que repuntara el número de ejemplares a partir de la década del 50 hasta llegar a ser, nuevamente, uno de los perros más encontrados en Estados Unidos y Europa. De hecho, Waldi, la mascota de los juegos olímpicos de Múnich 1972, no fue otra cosa que un perro dachshund.

Su fama no decayó y la prueba es que recientemente se inauguró el primer museo dedicado a la raza, a unos kilómetros al sur de Berlín, llamado Dackelmuseum. Allí, además de unos 4.500 objetos relacionados con este simpático perro, como ilustraciones históricas y elementos decorativos, entre otros, se muestran fotos del homenajeado junto a personalidades como Albert Einstein.

Salchicha

Con un peso promedio de entre seis y 13 kilos y una altura que va desde los 20 hasta los 27 centímetros, su longitud puede variar de 30 a 40 centímetros. Es una de las razas más longevas, ya que el promedio de vida es aproximadamente de 13 a 18 años de edad.

Dentro de sus cuidados, vigilar el sobrepeso es prioritario. Debido a su conformación esquelética, un salchicha obeso exigirá mucho a sus articulaciones y tenderá a padecer problemas de esa índole a temprana edad. Tanta vuelta para buscar una inusual conformación esquelética trajo consigo trastornos de salud aparejados. Esto hace que la columna vertebral de un salchicha sea muchas veces un problema. Las hernias de disco son patologías frecuentes en ellos, y el dejar de correr y meterse en madrigueras para pasar a subir escaleras y sillones hizo que se torne más habitual. Más allá de las dolencias óseas inherentes a la raza, también pueden padecer epilepsia, atrofia progresiva de la retina, síndrome de Cushing y diabetes.