Las excavaciones empezaron el 4 de mayo y se extendieron hasta la semana pasada. Este jueves de tarde, en la Junta Departamental de Montevideo, fueron presentados los primeros avances sobre los hallazgos arqueológicos hechos en ese edificio, conocido como Palacio Gómez, ya que fue construido por orden de Francisco Gómez para que fuera su residencia, aunque nunca llegó a ocuparla. Luego de enviudar, en 1888 vendió el valioso inmueble a la Junta Económica Administrativa, antecesora de la actual institución, que se encargó de terminar la obra y le imprimió cambios, entre ellos los vidrios con monogramas. El edificio fue declarado Monumento Histórico Nacional en 1975.

“La investigación se hace en el marco de un estudio de impacto arqueológico. Eso implica en primer lugar la presentación de un plan de actuación ante la Comisión Nacional de Patrimonio. O sea que se hacen las excavaciones para conocer la realidad arqueológica de ese sitio y, a su vez, para evitar que se dañe o se destruya”, explica Nicole de León, integrante del equipo arqueológico a cargo, compuesto además por Moira Sotelo y Juan Carlos Castro. En ese contexto, completaron cinco cateos de suelo: en tres de ellos encontraron estructuras, en todos había materiales culturales. “Por ejemplo, en el primer sondeo se encontró un pavimento de ladrillo similar al que se había encontrado en la sala de la biblioteca, de la que se hizo una puesta en valor (falta la cartelería, pero los vestigios quedaron a la vista). En el tercer sondeo se encontró una estructura de mampuestos cerámicos, ladrillos, asociados a diferentes tipos de materiales, entre ellos, hacia la base del muro, muchos proyectiles de avancarga [un arma de fuego en la cual tanto el proyectil como el propelente son insertados por la boca] y una bala de cañón; y en el cuarto sondeo, el más grande, porque se amplió, abarcando una superficie superior a la inicial, para poder diagnosticar, se halló una estructura también en mampuestos cerámicos, que podría llegar a ser un depósito o un lugar para almacenar, y una estructura en piedra a la cual se adosa esta construcción, empleándola como una de sus paredes laterales”, detalla la experta.

Estos conjuntos corresponden a alrededor de 1750-1760, puesto que la manzana, y particularmente el padrón que actualmente ocupa la Junta, tuvo edificaciones desde las primeras épocas de la colonia. “En este sitio quedaron expuestas las distintas capas de vida de la ciudad; tiene una relevancia patrimonial muy importante a nivel de la información que brindan para la comprensión de la vida cotidiana”, señala. Asociadas a estas estructuras dieron con muchos artefactos: cerámicas utilitarias, vajilla, botones, una hebilla, mangos de cuchillo, monedas, botellas, jarros, ánforas, una lámpara de aceite.

Si bien las investigaciones continúan, De León accede a detallar algunas líneas y presunciones: “Todo lo que encontramos allí corresponde a una vivienda colonial: se trata de los pavimentos interiores; luego tenemos una estructura que presumiblemente pueda corresponder a un depósito, aunque aún no lo tenemos definido con certeza; ahora estamos en la etapa de análisis y sistematización. Ese predio fue uno de los primeros repartos de solares. Esa esquina fue dada a Tomás de Aquino y posteriormente, hacia 1743, se le vende a Francisco Rodríguez Cardozo, que era un ingeniero militar”. Este último dato es importante, recalca la arqueóloga, por el tipo de construcciones que se hallaron. “Están sumamente bien realizadas, tanto el posible depósito como el muro de piedras, que es anterior. Todavía no podemos asignarle una cronología, si bien se pueden manejar distintas hipótesis: la de mayor fuerza es que la estructura en piedra era una estructura militar o realizada por un ingeniero militar. Otra de las hipótesis es que correspondiera a un polvorín o a parte del fuerte portugués, del primer asentamiento, anterior a los españoles. Sin embargo, con los datos con los que contamos hoy no es posible asegurar alguna de ellas. Lo que quedó expuesto es muy poco. A su vez, del fuerte portugués se menciona que era de tierra y palos de fajina. Y hay otra cosa, cuando se excavó la plaza Zabala y la circunvalación Durango, también se encontraron vestigios del fuerte de 1725, y encontramos otro tipo de construcción”.

¿Qué peso tienen estos hallazgos? “La Ciudad Vieja tiene una potencialidad arqueológica enorme. Podés ver la ciudad en capas y con muchos estratos de las diferentes ocupaciones que sucedieron. Tiene una relevancia en el aporte a la historia y al conocimiento de los tipos de vida, qué se comía, cómo se vestía, cómo era la organización, cómo era el espacio; tiene que ver con cómo se construían las edificaciones coloniales. Nos brinda una cantidad de información con la cual muchas veces no contamos o no se conoce en profundidad”.

Lo que sigue, aparte del estudio de las piezas, es la evaluación, junto con la Comisión de Patrimonio, de la puesta en valor del hallazgo: “Significa que en esta etapa estamos viendo de qué manera esto puede ser visibilizado. Puede quedar expuesto o puede ser vuelto a cubrir. Eso hay que verlo, porque una de las primeras cosas es la preservación de los restos”, señaló.

Cambio de planes

El proceso de obra en la sede de la Junta Departamental lleva varios años, inserto en un plan de restauración integral de todo el edificio. Esto implica varias intervenciones. En particular, el acondicionamiento de la biblioteca José Artigas y luego de la sala de exposiciones Líber Seregni, empezó en enero de 2019. “Las dos salas están en la planta baja del palacio, enmarcan el acceso al edificio, son muy señoriales y las que tienen más vínculo con el público”, explica la arquitecta Sofía Segredo, que estima que las obras continuarán al menos hasta el próximo noviembre. Originalmente esa zona del palacio estaba pensada como área comercial y como escritorio administrativo. “Son dos locales totalmente iguales y simétricos”, continúa Segredo. Fue cuando estaban en obras para restituir el piso ventilado ‒que había sido rellenado en los años 1990 y estaba ocasionando patologías en los muros‒ que aparecieron vestigios de pavimento de una vivienda de la época colonial. Los hallazgos obligaron a cambiar los apoyos del sistema de cimentación.