Los pastos del paspalum estaban tan crecidos que tocaban el alambre lindero y hubo que recortarlos, porque le sonaba la alarma al vecino. A los edificios con vista a esa azotea les llama la atención ese punto verde que “de un día para el otro” creció en medio de Tres Cruces. Se trata de la huerta de Sinergia (Colonia 2235), inaugurada esta semana. El estudio RAM estuvo a cargo del proyecto arquitectónico, en tanto que Pedro Young, de Huerta en Casa, y la productora agroecológica Laura Rosano fueron convocados como asesores.

“Desde Sinergia siempre hemos buscado referentes”, dice Omar Morales, de la Unidad de Alimentación de la empresa. “Pero realmente nos sorprendió el resultado, la resiliencia de la naturaleza, porque todo esto lo plantamos hace un mes. Eran plantines mínimos y hay canteros, como los de rúcula, que partieron de semilla”.

“Cuando se planteó este proyecto –a mí me llamaron hace más de dos años– se pensó que tuviera una parte productiva, pero en realidad vimos que el potencial mayor, por más que se van a hacer cultivos estacionales agroecológicos, era la pata educativa, acercar la naturaleza en mitad de la ciudad: que vengan los vecinos, que vengan las escuelas, que se pueda dar charlas. Y si estás hablando de alimentación o de hierbas medicinales, tenerlas a mano, en tu entorno, que es muy diferente a estar pasando un powerpoint”, opina Rosano. Morales apunta a que se lo viva como “un lugar de reflexión”, donde aprender y valorar los ciclos de la naturaleza.

En lo que llaman Huerta Campus, desde el martes organizan cursos en la terraza recién brotada y para abril el Kitchen Studio, que también se aloja en Sinergia, propone un taller de alimentación basado en plantas. “Desde hace un año, que venimos sorteando el coronavirus, bajamos las revoluciones pero nunca paramos, y como empresa tenemos la responsabilidad de pensar futuros distintos, de generar estos pulmones verdes y acercar también a la gente de las oficinas”, agrega Morales.

Entre otras actividades, aparte de los talleres para escuelas públicas o colegios, están viendo cómo mantener una interacción con el vecindario. “Se piensa poner una compostera grande y capaz que reciclar ahí la yerba del barrio, armar una lumbricultura, dar charlas para que los vecinos sepan cómo separar la basura, y los de los edificios de enfrente serían los primeros invitados porque son los que están viendo todo este proceso. Lo que pasa es que ponemos la pata en el freno a cada rato por la situación que venimos pasando”, resume Rosano en directa alusión a la pandemia.

Dice que el objetivo fue, por encima de embellecer la terraza, contar con una huerta útil que fuera un nexo con el entorno, en el propio cowork que allí funciona, y en poder replicar la experiencia más adelante en otros edificios. “Queremos montar un banco de semillas acá, queremos hacer un mercado para acercar el campo, aparte del local de Senda, donde estamos comercializando productos de la Red de Agroecología, traer a los productores una vez al mes o cada 45 días y que se encuentren con sus clientes, para que ese diálogo sea más directo”. Como recalcan los implicados, el espacio está, ya que a la vez que crece esta huerta, proyectan armar un patio y aspiran a tener un laboratorio de hongos comestibles.

Asociación de cultivos

“Antes de terminar la huerta salimos con los arquitectos a hacer un recorrido por el barrio para ver qué cantidad de árboles nativos había, por ejemplo, en la plaza Liber Seregni y cuántas malezas comestibles crecían en la vereda. Nosotros vamos a plantar árboles nativos acá y yo voy a dar cursos”, afirmó Rosano, que cuenta que encontraron palo de fierro, jacarandá, ibirapitá, ceibo, aparte de los exóticos como ginkgo o sauces. “Queremos hacer algo parecido a lo que hice con la escuela sustentable, identificando con códigos QR los árboles de la plaza”.

Por lo pronto, en la terraza empezaron con cultivos de verano, como tomates, berenjenas, zapallos, zapallitos, zucchini, pepinos, las hojas y las aromáticas (entre ellas varios tipos de albahaca), además de pimientos, de padrón, de piquillo, catalanes, morrones comunes. “Estamos felices de que esté lleno de abejas, todas polinizando”, celebra Rosano.

Pedro Young, que definió junto con ella las asociaciones de cultivo que convenía sembrar, refleja en la terraza mucho del trabajo que ya venía haciendo con el servicio Huerta en Casa. “Hace seis años que arrancamos básicamente con huertas a domicilio: armábamos una propuesta y en un día hacíamos todo”, relata. Los cajones para sembrar son de medidas variables, algunos de piso y otros elevados con patas como mesas, pero en cualquier caso la gracia es dejarle la huerta preparada al que quiere experimentar, además de encargarse del seguimiento y de una resiembra, como para quien empieza de cero.

“Acá en Sinergia Design pusimos las lechugas entre las tomateras, porque cuando crecen y forman follaje le hacen sombra y la lechuga se desarrolla mejor sin sufrir tanto el sol. La mayoría de la gente se quiere tirar a la huerta en primavera, pero el otoño es hermoso, para mí hasta es casi más lindo”, afirma Young. Cuando empiecen a cosechar, vendrá el recambio, con crucíferas y demás plantas de estación.

Al mismo tiempo, pusieron flores como lavandas y copetes, que ahuyentan varias plagas con su aroma a la vez que atraen polinizadores con sus colores. También tienen flores comestibles, como caléndulas y flores de zapallo, mientras que las de menta y albahaca las recomiendan para saborizar infusiones y sirven para aceites esenciales (están craneando un cantero especial para usos botánicos).

Tanto Young como Rosano, que han trabajado con escolares, hablan de la repercusión que tiene la educación sobre plantas en la calidad de la alimentación de toda la familia.