El sábado 22, si el clima lo permite, vecinos de Rincón del Pinar y la Intendencia de Canelones (IC) pondrán en marcha una nueva etapa del Plan de Valorización Integral de Residuos en Hogares. En esta zona del departamento, ubicada en el kilómetro 32 de la ruta Interbalnearia, la IC ya había entregado a cada familia, hace unos años, un contenedor intradomiciliario para residuos mezclados, que ha resultado una alternativa exitosa a los contenedores colectivos o a la recolección tradicional de bolsas. Ahora se agrega la entrega de un segundo contenedor para separar en cada domicilio los residuos reciclables, que serán recolectados por separado y destinados a emprendimientos de clasificadores, y una compostera domiciliaria para que las familias produzcan compost que puedan destinar a plantas, jardines y cultivos. Con esta, los vecinos recibirán también un núcleo de lombrices californianas.

Antes de la entrega que se concretará este sábado se realizaron de manera virtual reuniones de coordinación y talleres de capacitación en el nuevo sistema, y los vecinos que participaron se organizaron para transmitir al resto los detalles del plan, apuntando a que la totalidad de los hogares se sume. Además, el sistema genera cambios en la frecuencia de la recolección que realiza la IC, ya que en principio dos días por semana se recolectarán los residuos reciclables y dos días por semana los no reciclables.

En el contenedor de residuos reciclables se deben depositar, entre otros desechos, papel blanco, diarios, revistas, carpetas, biblioratos, folletos, guías telefónicas, botellas, frascos, cartón corrugado, tetrabrik, latas, objetos de acero, hierro, aluminio, bronce, cobre, espuma plast, plásticos y nailon. Si los envases de plástico o nailon contienen restos de alimentos, deben tirarse en el contenedor de residuos no reciclables, al que deben ir también los vidrios laminados, espejos, lozas, papel de aluminio, y varios tipos de papel (servilletas, pañuelos descartables, entre otros).

Cuidar donde vivimos

En Rincón del Pinar, una especie de triángulo limitado por la Interbalnearia, el arroyo Pando y un monte de 100 hectáreas de pinos y acacias, viven unas 250 familias. “Es una prioridad para este vecindario, desde siempre, vivir en armonía con la naturaleza, protegiéndola en todo lo que podemos y disfrutando mucho del entorno. Este barrio se caracteriza por autogestionarse en muchos aspectos; se toman decisiones con mucha participación de todas y todos los vecinos, involucrándose de manera activa y consciente, con tolerancia, respeto y mucha horizontalidad. Es una comunidad muy solidaria que busca respuestas colectivas a las diferentes problemáticas que puedan surgir”, explicó a la diaria Lucía Zaffaroni, residente del lugar. Agregó que el proyecto surgió en ese contexto y se logró articular con la Dirección General de Gestión Ambiental de la IC.

La idea es que este proyecto piloto permita potenciar la experiencia que ya tienen los vecinos en temas de reciclaje y compostaje, y que sea “una oportunidad para generar mayores intercambios” sobre sus propias experiencias, “que son muy valiosas”, contó Estela Harispe, otra vecina. “En una encuesta que hicimos al principio del año, en 100 respuestas obtenidas, 87,5% realizaba algún tipo de reciclaje y 75% tenía algún tipo de compostera. Surgieron también un montón de ideas de cómo avanzar en el reciclaje de desechos que hoy la intendencia no logra incorporar a ninguna cadena. Por ahí seguramente seguiremos avanzando”, agregó.

Pero más allá de este proyecto, los vecinos también plantean que se puede profundizar en la coordinación con los gobiernos locales para atender otros problemas que afectan la zona, como la contaminación del arroyo y sus riberas, la construcción indiscriminada y la llegada de megaemprendimientos edilicios que pretenden instalarse destruyendo entornos naturales. “Estaría bueno seguir trabajando en conjunto para ser gestores de otros temas inherentes al cuidado del medioambiente y de los espacios verdes como el bosque, el arroyo y su desembocadura”, señaló Paula Rama.

Los vecinos se ocupan del mantenimiento de la emblemática placita del Rincón, y Joaquín y Lautaro Gómez, de cinco y seis años, quieren arreglarla más, “pintarla y hacer actividades para todos al aire libre, como telas, danza, karate, clases de básquetbol o fútbol, para grandes y chicos”. En la placita hay dos canchas, juegos para niños, un parrillero con techo y mesas con bancos. Allí, además de las actividades de esparcimiento, se hacen reuniones, se festejan cumpleaños y se montan ferias y exposiciones.

Romina Caddeo, otra vecina, quiere que la experiencia sirva para desarrollar huertas comunitarias y dar apoyo a huertas familiares. “Hace falta mucho diálogo y trabajo en conjunto para que toda Ciudad de la Costa logre ser un territorio de cuidado del ambiente y de las personas que en él habitamos, donde haya una protección y construcción de lo común. Observar el estado actual de muchos de los espacios públicos nos puede dar una imagen clara de todo lo que nos queda por delante”, finalizó Majo Dabezies.