Leonelo Rocha es licenciado en comunicación y hace 11 años que trabaja con personas mayores, principalmente como encargado de comunicación y marketing de un servicio de acompañantes que cubre Florida, Flores, Canelones y Durazno. Como parte de sus tareas, se ocupa de talleres que van desde gimnasia hasta clases de crochet, y pasa por múltiples disciplinas. Cuando sobrevino la pandemia, ese universo de servicios se vio interrumpido.

“Ahí se hizo más visible la necesidad de las actividades para personas mayores. Intentamos hacer estos talleres virtualmente y nos encontramos con un montón de impedimentos. A raíz de esa circunstancia particular, lo aisladas que estaban las personas mayores en pandemia, se me ocurrió esta idea de Afuera de la caja. Se la comenté a algunos colegas, con parte de ellos trabajaba: una licenciada en psicología, una pisicomotricista y un médico residente en geriatría, que está finalizando su especialización. A los tres enseguida les gustó sumarse al proyecto. Yo se los mostré para presentarnos a un capital semilla de la Agencia Nacional de Desarrollo-Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANDE-ANII). Esa vez no quedamos seleccionados, pero junto con Socialab, que es una institución que nos patrocinó desde el principio, nos dieron el visto bueno para postular a Vin, un capital de validación de ideas de negocios. Eso sí lo ganamos y empezamos en febrero de este año a utilizar ese capital, con el que accedimos a nuestras ‘armas’: compramos las primeras cajas, mandamos a hacer los juegos, conseguimos un carpintero que los hace a medida, son muchas cosas que hemos ido creando. Hicimos un focus group, que era una de las instancias que nos pedía el concurso, y nos fue muy bien: les presentamos a esas 20 personas mayores una variedad de opciones”, relata Rocha.

Los ejes de sus propuestas siempre oscilan entre cuatro grandes áreas: el ejercicio cognitivo o físico, la psicomotricidad y las manualidades. “Están planteados bajo la consigna de crear, de resolver”, explica Rocha. “En lo lúdico la idea es que la persona se ejercite sin saber necesariamente que está poniéndose a trabajar, digamos”.

Evaluaron, corrigieron y finalmente salieron a ofrecer sus estimulantes cajas el Día del Abuelo, esto es, el 19 de junio. Entonces vendieron sus primeras 40 unidades, sobre todo, entre quienes querían hacerle un obsequio a alguien de su entorno afectivo. Pero después establecieron convenios con algunos residenciales de la ciudad de Florida, desde donde opera el proyecto y distribuye a todo el país.

Hacia setiembre el equipo se postuló a un concurso de Endeavor, Pensar en grande, junto con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la asociación civil Xeniors, que trabaja con personas mayores, y la AFAP Sura. El certamen formulado para la “innovación plateada” apuntaba a emprendimientos que estuvieran enfocados en la economía y necesidades de ese nicho de población; de 72 proyectos en carrera, quedaron diez, que se prepararon durante un mes. Afuera de la caja resultó ganador. “Estuvo súper bueno, nos dio otro empujón y tenía un fondo de 5.000 dólares que utilizamos”, resume el consultado. “A partir de ahí, nos hemos ido preparando, adaptando y hemos ido logrando más ventas”, cuenta, mientras participan de otro llamado a capital semilla de ANDE, para financiar el gran objetivo de emplear a personas mayores para el armado de estas cajas.

“El proyecto fue pensado para un usuario final, aunque va mutando, no es algo fijo, porque vamos aprendiendo en el camino. En cuanto al producto en sí, tampoco es que haya mucha experiencia. Lo que hemos hecho con residenciales –hay ahora interés de una fundación–, que manejan grupos más grandes, es darles la herramienta para que ellos puedan generar una dinámica; en esos lugares siempre algún cuidador hace de intermediario y la misma caja la aprovechan varias personas”.

Lo que implica estimulación cognitiva es lo que despierta mayor aceptación, indica Rocha, y por eso en todas las cajas va un librillo con ejercicios con diferente nivel de complejidad (la idea no es subestimar al usuario, por eso en general tienen un nivel muy alto, aclara). Actualmente, tienen tres cajas disponibles y están próximos a definir la cuarta. “La idea del negocio que proponemos es tener una vez al mes una caja diferente para las personas mayores”, recalca Rocha.

Quizás alguien pueda preguntarse qué diferencias hay con los juegos infantiles. “Hay muchas cosas en común, hay juegos que adaptamos y vamos probando. Cuando armamos la caja, pensamos en una estimulación cognitiva que está dada con ejercicios de lógica, de lenguaje, de sopa de letras y desafíos, como copiar patrones en una hoja; son 12 páginas acompañadas de un juego, por ejemplo, un tangram, un juego chino de piezas, que en el mercado está orientado a los niños, pero que es muy aplicable a la persona mayor. Otra gran área es la motricidad fina y gruesa, a través de juegos y ejercicios que, con ayuda de un carpintero, adaptamos a Uruguay. Después tenemos una web, afueradelacaja.com.uy, con algunos videos y con recomendaciones, porque intentamos acercar esa parte digital a la persona mayor; eso no es para todos, aunque alguien puede acompañarlo. Otra área, de la que más me encargo, es la manualidad: en la caja 1 va un portacelular que tienen que pintar y armar, en la caja 2 hay un balero moderno, adaptado, a tres agujeros con diferente puntaje, en la caja 3 hay mandalas”, detalla. El objetivo es no repetir ni objetos ni desafíos en las entregas siguientes para no perder el interés.