El 31 de enero entró en vigencia una resolución del Ministerio de Ambiente (MA) que prohíbe la fabricación, importación y venta de sorbitos de plástico por la gran contaminación que generan. La resolución se enmarca en el proyecto Uruguay + Circular, que integra el Plan Nacional de Festión de Residuos de ese ministerio.
Los plásticos de un solo uso son diseñados para que se utilicen una vez y durante un período muy corto. Una de las industrias que más genera desechos de un uso es la gastronomía. Por eso, ante la nueva normativa, hace algunos años quienes se dedican a surtir a los comerciantes del rubro acercaron al país otras opciones y ahora piensan en suplir las que no son válidas para la normativa vigente, aunque puedan terminar en otros procesos como el compostaje.
Belén Suárez, de Paysandú, además de activista ambiental es vendedora de insumos compostables para el área gastronómica. En su cuenta de instagram @ecobelu.uy y en las recorridas que hace personalmente, ofrece sus productos y explica las diferencias que tiene un envase compostable con uno de plástico. “Comencé a fines de 2020. Tengo una franquicia que me permite venderlos y son productos que se importan desde Escocia”, explicó. Para Suárez, una de las mejores cosas del producto es que luego se puede compostar. “Trabajo con otro emprendedor de la zona que se dedica a crear abono para las plantas con estos packs, entonces el ciclo se cierra aún mejor, porque si queda por ahí, igual es un residuo”, agregó sobre los beneficios de un producto que se degrada en 12 semanas.
Los compostables están hechos de almidón de maíz y el bagazo de la caña de azúcar. “Los de almidón a simple vista parecen plástico, entonces, al ofrecerlos hay que demostrarle a la gente que no lo son”, detalló Suárez, y aclaró que la diferencia del producto claramente está en sus materiales. Por eso mismo el precio suele ser más elevado que el de un envase de plástico. “Producir plástico está mecanizado desde hace tiempo y es un proceso muy barato. Educar sobre las alternativas es muy importante para que las personas entiendan los beneficios generales de adquirirlas”, explicó la emprendedora. Por último, valoró que en el interior del país aún es demasiada la cantidad de residuos que se generan, y si bien considera que a nivel gubernamental se avanza lento pero seguro, dice que “no deberíamos esperar un decreto para cambiar cosas que sabemos que contaminan y mucho”.
Costos relativos
Organi Envases Compostables es otro emprendimiento a cargo de dos montevideanos, que surte a más de 60 empresas de todo el país con envases compostables también para el rubro gastronómico. En mayo cumplirá tres años con el objetivo de “brindar una alternativa de componentes naturales a quienes necesiten de lo descartable”, según remarca Alana Silver, una de las socias. Para la consultada, “quien pueda usar vajilla y no acudir a lo que fácilmente se descarta debe hacerlo, pero para quienes no queda otra opción se ofrecen estos productos”.
Coincide con Suárez en que una de las primeras preguntas de quienes van a comprar un compostable es el precio. “Es más elevado, sí, pero el costo que el plástico le deja al planeta es mucho más elevado aún. Es un tema de conceptos”, observó. Además, contó que, por el momento, “los emprendimientos que pueden costearlo lo eligen; muchas veces los que necesitan grandes cantidades de envases aún no los cambian porque se encarecen demasiado los costos”. Para la emprendedora, uno de los obstáculos es que si bien importan productos que cuentan con certificaciones y sellos ambientales, no existe diferencia de precios: “Al importar, los costos son los mismos que si ingresamos plástico al país. Estamos luchando para que eso cambie y podamos competir con más ventaja”.
Los sorbitos con los que contaba Organi contienen ácido poliláctico, que si bien no es a base de petróleo, es un termoplástico que no quedó habilitado dentro de la disposición del MA. “La explicación que nos dieron es que si bien son compostables, en Uruguay aún no contamos con un proceso formal de descomposición, así que siguen generando residuos y por eso no se contemplan”, detalló Silver. Ante esto, y debido a la cantidad de consultas de los compradores, tuvo que buscar otra opción. Fue así que concretó la importación de pajitas de tallo de centeno. “La propuesta nos llegó el año pasado de una empresa internacional que se enteró de que nos dedicamos a ofrecer productos alternativos”, contó.
A diferencia de los sorbitos de papel, son rígidos, no se rompen fácilmente al mojarse y “eso es gracias a que la materia prima es el tallo de una planta”, explicó. Ante la demora para que el producto ingrese al país, aclaró que “si bien no es un proceso totalmente artesanal, al elaborarse con una planta es más cuidado y se hace según la materia con la que se dispone, por eso no es tan rápido”. El nuevo artículo fue aprobado por el MA y esperan que a fin de mes llegue la primera importación.