María José Yáñez, estudiante avanzada de la Licenciatura en Diseño Industrial de la Universidad ORT, está detrás del proyecto Halo, una línea de luminarias sustentables, de uso doméstico, que concibió como un regreso al origen. Su iniciativa promueve el aprovechamiento de materiales alternativos pretendiendo “deconstruir el preconcepto de su aplicación de estética artesanal y lograr aportarle valor asociado a un producto de lujo”.

La idea surgió durante el proyecto final de la carrera; con la consigna académica de dar una respuesta creativa a una organización y el desafío personal de innovar en materiales, se acercó al dúo artístico Akyute, que busca una organicidad entre “el diseño de experiencias interactivas, artes audiovisuales y sonido generativo”, y a la empresa Simbiótica Lab. Como resultado de la interacción con esos “clientes”, presentó lámparas que constan de un esqueleto de acero que aloja la luz neón flex y una envolvente de biocerámica realizada a partir de cáscara de huevo, gelatina y agua que, al culminar su vida útil, se vuelve compostable. El biocompuesto se obtiene luego de hervir, secar, procesar y tamizar.

“El proceso de diseño tuvo mucho de experimentación, prueba y error, ir conociendo y testeando las capacidades de cada material para, en paralelo, reconocer posibles aplicaciones y llevar el material a un producto”, explica Yáñez. “Utilizando la luz como materia para construir y formas simples que capten y dirijan la atención a una luz tenue y atmosférica. El círculo es protagonista, por su gran presencia y simbolismo. La figura sin principio ni fin, el ciclo de vida continuo”, reza la fundamentación del proyecto.

La línea se compone de dos luminarias de mesa –Faro y Horizonte– y dos de pared –Órbita y Órbita XL– para combinarlas o para ser utilizadas por separado. Si bien se trata de prototipos, el proceso de fabricación implicó aprendizaje, asegura Yáñez, que se traduce en datos y experiencia para una eventual producción.

Foto del artículo 'Futuras diseñadoras investigan con descartes textiles y cáscara de huevo para fabricar objetos sustentables'

Telas rígidas

También Mariana Paredes y Macarena Bravo, compañeras de la Escuela Universitaria Centro de Diseño de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo, llevaron adelante una investigación para implementar un proyecto “con el norte en las tres R” (reducir, reciclar, reutilizar): lo llamaron Crocus. Conscientes de la contaminación que genera la industria, a raíz de un concurso hace dos años decidieron probar transformando descartes textiles en estructuras rígidas. A partir de trozos de cualquier tejido embebido en un pegamento ecológico y después moldeado, de acuerdo al uso que se les quiera dar, llegan a hacer placas y con ellas fabrican distintos objetos: desde portátiles, o una pequeña mesa, hasta caravanas. “Lo primero que hacemos es conseguir los textiles, de talleres, fábricas del Uruguay o ropa en desuso que nos donan. Luego hacemos una preselección, más que nada para catalogar y saber qué materiales tenemos”, detalla la diseñadora. El momento de “la magia”, lograr esa reutilización impensada, llegó “mezclando muchos ‘potingues’, con lo cual derivamos en una resina ecológica, luego lleva dos procesos de secado diferentes, uno por molde y otro por bandejas, dependiendo qué piezas queramos lograr, y esperar un proceso de secado/fraguado de varios días, más si llueve”.

Dentro de la línea Cafeto ofrecen los cafetés, un dispositivo que venden con dos filtros textiles: uno para té y otro para café, de los cuales se puede encargar más o usar otros del mercado, ya que el aparato lo permite.

“Con respecto a las placas textiles seguimos investigando qué otros tipos de usos podemos brindarles. Para ello realizamos todo tipo de productos, como accesorios, y los ponemos a la venta para lograr sustentar la investigación. Además de las placas, nos proponemos buscar otros destinos para los descartes (tenemos algunas ideas en mente que aún no hemos llevado a cabo)”, adelantan.

Paredes cuenta que al mismo tiempo hacen alianzas con otros emprendimientos realizando pequeños proyectos, como es el caso de Toca Madera, con los que pergeñaron unos kits de cocina para niños que incluían delantales.

Actualmente dictan el taller “Una mirada desde el diseño”, sin costo, en Casa Inju. “Enseñamos qué es el diseño industrial, mostramos herramientas y metodologías con las cuales los participantes realizan miniproyectos individuales, donde trabajan un talento, marca personal o emprendimiento desde el cuidado de los habitantes y el medioambiente, con lo que se llegará a distintos tópicos”, indican. Para ese taller, dirigido a jóvenes de 14 a 29 años que tuvieran una idea o emprendimiento, el cupo ya está cerrado, pero piensan repetirlo el próximo semestre según la agenda del instituto, mientras evalúan la posibilidad de realizar otro en paralelo, en forma privada. Para conocer esta y otras novedades conviene seguirlas en Instagram: @crocus_dis.