“—Esto es mi patria —dice al fin Federico—. Oye: me siento compatriota. Para mí, esto no es viajar. Te juro que en Cataluña siento más lejanía de mi solar que aquí. No: puede ser que ustedes me consideren extranjero. Pero yo no puedo, no siento mi calidad de viajero recién llegado a esta tierra que ya es mía”.1

Fue otro poeta, el uruguayo Alfredo Mario Ferreiro, quien supo cómo guardar las palabras y el humor de Federico García Lorca, durante su visita a Montevideo, en enero de 1934.

La crónica, hallada entre los papeles del poeta español luego de su fusilamiento, es un compendio de detalles y sucesos cercanos y precisos: el descenso por las escaleras del Hotel Casino Carrasco, la blusa marinera del turista (regalo de Enrique Amorim) elegida para la salida de amigos, los libros de Sarah Bollo sobre una mesita de su habitación, el sujetamanteles de resorte que llevaba a todos lados, y el mar de la costa uruguaya: “Estáis rodeados de playas maravillosas. Y yo, que venía por unos días, tendré que quedarme por muchos más”.

En los 18 días del inesperado paréntesis de una estadía en Buenos Aires, sus amistades uruguayas fueron sólo en ascenso. Según declaró el periodista y escritor Ignacio Suárez en una nota reciente para la agencia Efe, la presencia de Lorca en la capital oriental fue “luminosa y comunicativa”.

Además, a través de su musa y amiga, la célebre actriz española Margarita Xirgu (exiliada en Uruguay tras la guerra civil, y fundadora de la Comedia Nacional y la Escuela Nacional de Arte Dramático que hoy lleva su nombre) el vínculo de Lorca con Uruguay se tornó eterno y surrealista, y de hecho hay quienes sostienen que los restos del poeta permanecen enterrados en la ciudad de Salto.

En el marco de los 90 años de aquel acontecimiento cultural, los 300 años de Montevideo, y con motivo del 17 de mayo, Día Internacional contra la Homofobia, la Lesbofobia, la Transfobia y la Bifobia, la Intendencia de Montevideo (IM) —con el apoyo de la Embajada de España en Uruguay— lanzó en abril una convocatoria para participar en la primera edición del Premio Iberoamericano Federico García Lorca.

La iniciativa, pensada como una invitación para artistas de diversas disciplinas a mostrar sus trabajos, y destinada a promover la igualdad de derechos y el respeto a la diversidad sexual, sumó 38 participantes en la categoría fotografía, 25 en poesía y 20 en pintura.

“Este concurso nace como una propuesta de la Embajada de España al Departamento de Cultura de la IM. Se propone como una política de continuidad, a partir de esta primera edición, que se conecta con varias acciones y políticas históricas que este gobierno departamental ha llevado adelante vinculadas a diversidad sexual”, explica Federico Graña, director de desarrollo y participación municipal de la comuna, en diálogo con la diaria.

El jerarca destaca y repasa algunas de las iniciativas de la IM en relación a esta temática: “Podría arrancar en los 90, con algunos semanarios sobre diversidad que se hacían en la Junta Departamental, muchos a cargo de Margarita Percovich; luego en 2005 la IM resuelve que el último fin de semana de setiembre sea el comienzo de la Semana de la Diversidad, y a partir de ahí, en 15 años de gobierno nacional, hay un proceso de aplicación de cuotas en los llamados laborales, acciones puntuales y campañas de difusión, entre muchas otras” señala.

Graña también menciona la Semana de Arte Trans, como una acción directa que antecede esta nueva iniciativa: “Este premio fortalece una línea de trabajo ligada al rol que juega la cultura en la construcción de subjetividades. A lo largo de la historia, el relato de las personas de la comunidad LGBTIQ+ fue construido por otras personas, y desde el lugar del prejuicio. Por tanto, premiar, difundir y dar visibilidad a la cultura LGBTIQ+ y sus protagonistas sigue siendo oportuno”, apunta.

En este sentido, Santiago Jiménez Martín, embajador de España en Uruguay desde noviembre de 2022, sostiene que “el arte, la cultura, la belleza y la sensibilidad son herramientas que permiten abordar problemas complejos, capaces de crear conciencia y generar cambios en una sociedad”, y agrega: “Los trabajos que se presentaron en este concurso, todos de enorme calidad, representan muy bien la problemática de la discriminación y dejan en claro que se trata de una situación plenamente vigente”.

Por otra parte, resalta que la promoción de la diversidad es uno de los ejes rectores de la acción exterior del gobierno de España. “Te reconoceré que es un tema que me afecta directamente, no sólo como diplomático, sino también como persona”, relata Jiménez, licenciado en derecho y aficionado a la historia del arte. “Fíjate que el 17 de mayo es un día muy importante, porque marca un antes y un después en la despatologización de las personas LGBTIQ+ por parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Por tanto, desde hace 34 años personas como yo dejamos de ser consideradas enfermas mentales”, apunta.

Arte, poesía y fotografía del presente

“Retuvimos sus documentos/ neutralizamos sus colores/ confiscamos el brillo/ las lentejuelas los tacos/ Apagamos el neón y confiscamos el cuerno del unicornio/ Silenciamos sus risas sus nombres/ blanqueamos sus banderas e interrumpimos sus besos/ Prohibimos todo lo que quisimos/ pero siguieron existiendo/ y cantando”… Así arranca “La Plaga”, la pieza ganadora de la categoría poesía del Concurso Iberoamericano Federico García Lorca, escrita por el dramaturgo y polifacético artista uruguayo Federico Roca (1974), autor de más de una veintena de obras teatrales.

“Alcanza con ver lo que ocurre en el mundo para entender que estas iniciativas son necesarias”, dice el artista sobre este concurso. “Sigue habiendo países donde la homosexualidad se paga con cárcel, cadena perpetua en algunos casos y hasta con la muerte. Y me dirán: ‘Bueno, pero eso de la pena de muerte ocurre allá y no acá’. Yo soy un ciudadano de este mundo, así que políticamente me atañe, y soy un artista, así que ‘nada de lo humano me es ajeno’. ¿Cómo puedo estar tranquilo sabiendo lo que pasa allá? Si pasa allá, de un modo u otro también me pasa a mí. ¿Cómo no van a ser necesarias estas iniciativas, cuando el mundo es un lugar tan peligroso para las diversidades y las minorías?”, se pregunta. “¿Cómo no van a ser necesarias estas iniciativas en un mundo donde la expectativa de vida de las personas trans sigue siendo de 35-40 años, a pesar de los esfuerzos de los colectivos y el avance de las agendas de derechos? No se trata de gritar por gritar, se trata de gritar para que nos vean y nos asuman y nos reconozcan los mismos derechos humanos que a todos. La sociedad adolece de cierta desidia. Si no me pasa a mí, entonces no pasa. Pero sí pasa y no podemos estar tranquilos”, sentencia.

El santafesino Brian Ojeda (1990), productor visual y fotógrafo radicado en Uruguay desde 2013, se hizo del primer premio en la categoría fotografía con su trabajo “Victoria, Versión N.2”.

Descanso. Pintura de Leho De Sosa

Descanso. Pintura de Leho De Sosa

“Siempre hubo en mí un ímpetu de querer conectarme con alguna forma del arte”, cuenta el artista. Donde yo crecí las posibilidades eran muy limitadas. Supongo que, de alguna forma, me escapé del lugar donde vivía con mis viejos porque sentía que no iba a poder convertirme en esa persona que imaginaba. Ojeda describe Puerto San Martín como un lugar “extremadamente aburrido e industrial para un pibe puto”: “Creo que las infancias queer las pasamos siempre muy mal, independientemente de cualquier clase social”, relata.

“El autorretrato coincide con gran parte de las cosas que yo hago”, dice, a propósito de “Victoria, Versión N.2”, la obra ganadora que él mismo protagoniza. “Poner mi cuerpo en juego es una elección y también una consecuencia. Arranqué a sacarme fotos desde muy pendejo. Mis viejos me regalaron mi primera cámara a los 14 y desde ese momento no paré más”, recuerda. “En esos comienzos sacar fotos tenía que ver con la posibilidad de imaginar un mundo con un poco más de magia que el que me rodeaba. No me alcanzaba con ir a una plaza para sacarle fotos a los árboles, o a mis amigos, necesitaba de un artificio, algo que se sublimara en otra cosa”, explica.

“Después llegó internet y me enganché con la moda, que tiene una estética muy feminizada y que es un lugar donde el uso del cuerpo como una herramienta está muy presente. Y ahí me pregunté: ‘¿Qué cuerpo tengo a disposición? Mi propio cuerpo’. Después, con el tiempo, empecé a darme cuenta de la relación del cuerpo con lo político. Sin lugar a duda el cuerpo es un territorio de disputa política. Es una forma de hablar de la identidad, de la organización de la sociedad, del poder, el deseo, el miedo”, sostiene.

Ojeda menciona un elemento más sobre sus autorretratos: “En esa búsqueda también hay algo de lo inconsciente, que tiene que ver con reconstruir mi autoestima, mi seguridad. Hay algo de la experiencia de las personas queer, que tiene que ver con sentir el rechazo, y lo digo sin ningún ánimo de victimizarme, pero hay algo del mundo heterosexual hiperviolento que siempre me hizo sentir que yo no valía. Con la foto, es como ponerme en el centro de algo que siempre se me negó, como reivindicar mi propio cuerpo y decirle a la vida: ‘¿Viste? Te pusiste difícil conmigo y yo igual pude’”.

El uruguayo Leho De Sosa (1979) ganó el primer premio en la categoría pintura con su obra “Descanso”. Pintor y dibujante, se autodefine como fiel representante del “arte queer y sudaca”, trabajó como director de arte en cine y se destacó en el mundo del cómic por su manga Teen Trans.

Sobre su obra ganadora, cuenta: “Surge de un estudio que empecé a hacer sobre Juan Manuel Blanes. Siempre me parecieron muy maricones los gauchos que pintaba. Mis tíos en Santa Vitória do Palmar y en Rio Grande do Sul andan de bombacha de gaucho en los cumpleaños de quince. Así que yo supe desde chiquito que lo que pintaba Blanes no era real. Cuando empecé a trabajar sobre mi arte marica, quise entender por qué los pintaba así”.

El artista, además, quiere aprovechar el espacio de esta nota para incluir un texto que no pudo leer Álvaro, el amigo que eligió para que fuera a recibir su premio: “En Uruguay hay mariquitas, tortitas y travitas viviendo en los barrios y pueblos donde la cultura y las oportunidades llegan a medias. En esos lugares donde las cosas llegan a destiempo, también los derechos, consagrados para nuestro colectivo y ponderados desde la academia como un hecho progresista en nuestro país, siguen siendo muchas veces inalcanzables en las realidades más profundas y en las zonas más alejadas de la gentrificación. Salir a la calle en nuestros barrios no ha cambiado mucho. Ser pobre y trolo, ser lesbiana y canaria, ser trava y del cante, o ser no binarie en el campo son realidades que están atravesadas por la supervivencia, física o mental. Es una lucha constante para no sucumbir ante el acoso, la violencia, la discriminación y el abuso.

Estamos atravesando un momento de resurgimiento de ideas fascistas en el mundo, lleno de gobernantes con seguidores fundamentalistas del odio. Nuestra sola existencia les repugna y los lleva a rociar nuestros cuerpos mientras dormimos y prendernos fuego, a patearnos en el piso hasta sacarnos todos los dientes, o golpearnos con la rama de una palmera y dejarnos inconscientes, o muertas al costado de una ruta. Golpearnos impunemente con la rama de la palmera inmunda en la que estamos paradas vendiendo nuestro cuerpo, porque es la única cosa que nos dejan hacer para ganar dinero y poder comer.

Que hoy estemos recibiendo premios por nuestro arte en este contexto de inseguridad representa un mensaje importante. Desde nuestras expresiones culturales, nuestras palabras escritas, nuestros ojos captando memorias y nuestras manos plasmando lienzos, encontramos un refugio que nos aleja de los golpes. Pero, sobre todo, hemos descubierto una manera de contar que, a pesar de que todo un mundo nos quiera fusilar frente a un paredón, nuestra sangre siempre brotará como una llamarada de rebeldía y esperanza irreverente. Porque ya estuvimos aquí, estamos aquí y volveremos incansablemente para recordar a nuestras muertas y celebrar nuestras vidas”.

Perspectivas y apuntes de futuro

“Hubo distintos momentos en la historia de la humanidad en los que las distintas identidades empezaban a surgir de una manera más libre”, dice Graña para responder sobre el desafío que supone luchar contra la actual situación de discriminación, acoso y la violencia contra las personas LGBTIQ+.

“Si tomás el siglo XX, por ejemplo, en la década del 20, sobre todo en Europa, se apreciaban algunos avances. En Berlín, Magnus Hirschfeld fundó el Instituto para la Ciencia Sexual, que generó las primeras operaciones a personas trans y políticas públicas concretas, para que estas pudieran salir a la calle vestidas tal como se identificaban. Además, propició espacios de discusión cultural muy interesantes”, repara Graña. “Pero esos avances, que se dieron en el medio de una crisis económica brutal, generaron un discurso de odio hacia esa población, como pasó con la población judía y con partidos políticos de izquierda, que derivó en el nazismo. Por eso, creer que conquistar espacios y derechos es un proceso de escala ascendente es no entender lo que indica la historia”, sostiene.

En relación al panorama local, afirma: “Esta administración nacional lo menos que hace es definir la política con datos. Nosotros le dejamos un estudio (“Convivencia y discriminación en Centros de Educación Media en Uruguay” Mides-ANEP, 2019) de altísima profundidad, con más de 500 casos, sobre la situación de discriminación y de acoso, en general, no sólo de la población LGBTIQ+, en los centros educativos. El informe arrojaba datos muy fuertes: cerca del 45% de los gurises denunciaba alguna situación de acoso. Pero este gobierno trata de no medir estas cosas, como otras y se mueve en el terreno de las sensaciones”, advierte el jerarca.

“Después está la vivencia de las personas LGBTIQ+, y no es lo mismo una persona gay que una lesbiana. En el caso de la población trans, los niveles de discriminación siguen siendo los mismos y los problemas de acceso al trabajo también. En relación con la región, cuando mirás Uruguay parece que no está pasando nada y está todo bien, pero en realidad no está todo bien, porque desaparecieron las políticas públicas que protegen los derechos de estas personas. Hay una ausencia muy clara, un no cumplimiento de la ley para personas trans y una discontinuación de las políticas de inclusión en los centros educativos. En ese escenario es claro que hubo un deterioro de lo que se estaba conquistando”, concluye Graña.


  1. Texto extraído del artículo “García Lorca en Montevideo: un testimonio desconocido y más evidencia sobre la evolución de Poeta en Nueva York, de Andrew A. Anderson, publicado en la revista francesa Bulletin hispanique, en 1983.