Ayer, el brasileño Aderbal Freire Filho fue declarado visitante ilustre de Montevideo. En un emotivo acto, el director teatral repasó su vínculo con la ciudad, su amistad con Atahualpa del Cioppo, Alberto Candeau y Estela Medina, entre otros, y lo necesario que se vuelve el teatro en una realidad como la que vive su país.

De esta forma se distinguió a un autor que ha sido una referencia constante entre los teatreros uruguayos, desde que dirigió seis puestas épicas en los años 80 y 90. En aquella época, mientras el teatro se reposicionaba luego de la censura y la represión, Freire Filho sacudió la concepción del teatro con un audaz énfasis en el cuerpo del actor. Por eso, muchos recuerdan sus trabajos en la Comedia Nacional o El Galpón.

En paralelo, también se convirtió en una de las figuras emblemáticas del teatro latinoamericano, siempre comprometido con la realidad social y con las nuevas formas de expresión teatral: fundó el Gremio Dramático Brasileño en 1973, fue premiado por singulares puestas, dirigió a actores como Wagner Moura (Tropa de élite, Narcos) y adaptó textos de autores como Nikolai Gogol, Guimarães Rosa, Vinícius de Moraes y hasta Felisberto Hernández. El año pasado, en entrevista con la diaria, admitía que no quería hacer un teatro que dijera “fuera, Temer”, pero sí que su “forma de expresión” fuera “capaz de insertarse en esa discusión que se libra por los medios de comunicación, y por las redes sociales, y volver a un teatro político. Ya no un teatro político que se limite a hablar contra la dictadura militar, y de los desaparecidos o los presos políticos –aunque eso siga siendo importante–; quiero hablar del ahora, que existe y es fuerte”, advertía.