Piriápolis de película es un compacto festival de cine que se realiza anualmente en un solo fin de semana, en dos salas de exhibición dentro del vasto y precioso Argentino Hotel de Piriápolis. Las funciones son gratuitas y suelen llenarse de gente, sobre todo residentes de Piriápolis y otras localidades fernandinas, pero también los varios estudiantes de los centros de formación en audiovisual que están floreciendo en Maldonado, cinéfilos de otros departamentos que se desplazan específicamente para darse una panzada de cine valioso y fuera de lo común, más los periodistas y artistas invitados que comparecen a presentar sus obras, todo eso en un ámbito informal que propicia la interacción entre los participantes. Mañana a las 20.00 dará inicio la 15ª edición del festival, una marca que atestigua el éxito del emprendimiento.

Se anuncian 24 largometrajes. Piriápolis de película se caracteriza por su énfasis en el cine de la región, así que la mayoría de los títulos son argentinos, tanto de ficción como documentales. En ese marco se incluyen varias rarezas a las que esta puede llegar a ser la única ocasión de asistir, junto a las primicias nacionales de películas que a la brevedad entrarán en nuestro circuito regular de exhibición, como La novia del desierto (Cecilia Atán y Valeria Pivato, Argentina/Chile), No viajaré escondida (Pablo Zubizarreta, Argentina/Uruguay) y Las herederas (Marcelo Martinessi, Paraguay/ Uruguay). Pero hay cuatro ciclos que extienden ese marco: Otrocampo enfatiza producciones argentinas de tenor experimental o radicalmente independiente; Cine Inusual se aventura por países latinoamericanos menos cercanos o habituales en nuestras carteleras (Brasil, Chile, Ecuador); Al Este de... nos trae producciones del este europeo (este año ambas son rusas), y el divertidísimo Fantapiria consiste en funciones en trasnoche de cine de terror y fantasía (de Suecia, España y Argentina). Por si fuera poco, hay diversas funciones de cortometrajes (la competencia organizada por el propio Piriápolis de película, y muestras de títulos destacados del español Festival de Huesca, del festival argentino Hacelo corto, de los alumnos del Bachillerato Audiovisual de la UTU de Arrayanes, de producciones que recibieron el Fondo de Incentivo Audiovisual de Maldonado y de realizaciones en súper 8). Se harán homenajes a algunos invitados destacados (como la actriz chilena Paulina García, y los argentinos Mercedes Morán, la productora Lita Stantic y el realizador Marcos Carnevale). Habrá un taller teórico-práctico de dirección de actores, un taller de cine y performance, y charlas y homenajes póstumos.

Recomendadas

Pude asistir previamente a tres películas, y las recomiendo todas. Las tres son argentinas. Réquiem para un film olvidado (de Ernesto Baca, ciclo Otrocampo, viernes a las 22.30) es experimental. Se distinguen algunos núcleos temáticos principales. Uno es el que se establece en el título, en el que “un film” quizá no signifique lo primero que se entiende (“una obra cinematográfica”), sino un tipo de soporte: el súper 8 con el que se filmó y se montó la mayor parte de la película, y al que esta homenajea. La obra pone de relieve el soporte: las rayaduras, las manchas de polvo, los efectos químicos, la cinta adhesiva en los cortes, puntas de películas, la intervención directamente sobre el celuloide, imágenes fetichistas de proyectores, carretes, cartuchos, y la magistral exploración de la belleza de la textura visual del material fílmico tomado con la pericia, paciencia y sensibilidad de Baca. La película es, también, una autobiografía; tiene rasgos de utopía, y alrededor de esos temas principales orbitan otros motivos menores: imágenes hinduistas, agua, David Bowie, mujeres girando, manos y pies tocando distintos materiales, fantasías protagonizadas por Baca. El montaje es elaboradísimo, y la banda sonora de Matías Mielniczuk envuelve a los espectadores en oleadas de sonidos abstractos.

Las cinéphilas (de María Álvarez, sábado a las 14.00) es un documental que acompaña a mujeres jubiladas de Buenos Aires, Montevideo y Madrid que van al cine prácticamente todas las tardes. Lo hacen porque a través del cine “viven mundos” enteros, se enamoran de los personajes/actores, se entretienen, palian la soledad. Hay una señora, Lucía, frecuentadora asidua del Cine Universitario de Montevideo, que se roba la película con sus observaciones sobre la vida y, sobre todo, con sus descripciones vívidas de algunas escenas que tiene impresas en su memoria, de películas de Federico Fellini, Ingmar Bergman, Akira Kurosawa y Andrey Konchalovsky; en buena medida ve el mundo a través del cine. Esta obra preciosa nos otorga la suerte de conocerla a ella, así como a las demás entrañables veteranas cinéfilas que Álvarez logró encontrar y retratar con tanta calidez, admiración e intimidad.

En Aterrados (de Demián Rugna, ciclo Fantapiria, sábado a las 23.50), un inspector de policía y dos cazafantasmas investigan a un grupo de casas acosadas por fenómenos paranormales. La película se permite (se divierte con) algunos clichés muy burdos del cine de terror. Pero también hay aspectos muy creativos, crueles, pesadillescos y tan estrafalarios que hacen reír al mismo tiempo que horrorizan. Lo fantástico convive con algunos líos prácticos (un tipo va en cana porque su mujer fue masacrada por el Poltergeist y nadie cree en esa explicación; los vecinos sospechan cuando aparece el cadáver de un niño sentado en la mesa del comedor de una de las casas; el inspector tiene problemas cardíacos –mala condición para padecer los varios sustos de la anécdota–). La película atrapa la atención todo el tiempo y es más interesante y original que la mayoría de la producción mainstream de terror que ocupa nuestras carteleras comerciales.

La programación se puede consultar en www.piriapolisdepelicula.com.uy. La dirección artística del festival está a cargo de sus fundadores, Jorge Jellinek y Gustavo Iribarne, y las funciones son gratuitas.