Hace unos años, Sergio Blanco (dramaturgo, actor) planteaba que la autoficción era una de las posibilidades de que el "yo" pudiera volver a reconocerse en el mapa inconstante de la existencia, y así lograba que se comprendiera que el "yo" siempre es "otro": “La autoficción no sólo me va inventando, sino que me va corrigiendo, alterando, mejorando y a veces empeorando, construyéndome en un juego de construcciones infinitas”.
Desde esta resignificación de la creación artística, el unipersonal Terrorismo emocional, dirigido por Bruno Contenti y escrito e interpretado por Josefina Trías, se presenta como una puesta híbrida entre autoficción, diario, poema en prosa y crónica de una separación. El eje recae en Clara, una muchacha que acaba de separarse de una larga relación y que, al volver a la casa de sus padres, comienza a vislumbrar la posibilidad de reencauzar su ruptura en algo creativo. Así, esta metaobra –generacional– exterioriza lo íntimo desde una disposición de alteridad, que va conformando un universo de sentidos, enmarcado en cuestiones de género, lingüísticas, filosóficas y culturales. Desde un escenario despojado, la acción se concentra en un colchón y una serie de objetos blanquísimos que, en paralelo a la ejecución musical en vivo, avanza como un gran dispositivo narrativo-escénico que reflexiona sobre la representación, la conformación de la identidad y el vínculo, y el cómo contar una historia desde una perspectiva íntima y personal.
Paulatinamente, Terrorismo... reelabora nociones de creación y compone escenas que entrecruzan diversas referencias de la literatura, la música y el arte contemporáneo desde un mestizaje que abarca al cuerpo y a una serie de metáforas visuales, pero también a la pertenencia o no a determinados estereotipos y modelos impuestos al cuerpo y a la mujer, que no sólo abarcan al sentido individual, sino que también ponen en juego estos parámetros en su dimensión política. Esta narrativa de construcción y resistencia evoca hechos y recuerdos por medio del lenguaje, y el diálogo continuo que ese lenguaje habilita. Casi en oposición a aquella afirmación de Roland Barthes de que la escritura siempre se convertía en la destrucción de toda voz, de todo origen.
Aquí existe un pasado que la actriz evoca a lo largo de la puesta y que amplifica su propia dramaturgia, ya que parece que actuara y escribiera para nombrar, para narrar vivencias de un paisaje alejado de lo escénico, lo que introduce una sustancial idea del ahora que transgrede las temporalidades.
De este modo, Trías propone una puesta hilvanada por un puñado de personajes –el ex novio, su padre, su madre, el ginecólogo– que también atraviesan su historia familiar y política. Y junto a ellos ensaya cómo escribir un texto y cómo representar una vida, quebrantando el adormecimiento cotidiano de la rutina y la corrección social. Como ya es sabido, una separación puede llevar a un viaje subjetivo y a una práctica de escritura absoluta. Esto es lo que se da en Terrorismo..., acompasado por un borroso registro generacional y una práctica de desacralización que se vuelven claves de lectura de una época y que se presentan como un caleidoscopio de posibilidades que indaga de cerca en su propia geografía.
Terrorismo emocional | Escrita e interpretada por Josefina Trías. Dirección: Bruno Contenti. Teatro Alianza. Viernes a las 21.00.