Históricamente, las artes escénicas han ofrecido poderosos andamiajes para reflexionar sobre determinados temas, para generar conciencia, para incomodarnos. En sus encuentros colectivos, el teatro siempre ha sido una trinchera en momentos de crisis y desigualdad social, y lo sigue siendo en medio de la “cultura del desapego, de la discontinuidad y del olvido”, como perfiló el polaco Zygmunt Bauman. En esos espacios de diálogo se enmarca una nueva coproducción entre Chile, Uruguay, Alemania, Italia y México, que se presenta como una relectura latina y atrevida de una de las óperas más conocidas del mundo, La flauta mágica, de Mozart: al teatro y la orquesta de Heidelberg se sumarán la música de Horacio Salinas (director del legendario grupo chileno Inti Illimani), las letras de Julieta Venegas, la dirección de Antú Romero Nuñes y el guion del premiado autor y director Guillermo Calderón, que con los años se convirtió en el dramaturgo chileno más consagrado (su proyección internacional se consolidó, además, con su trabajo como guionista en El club, Neruda y Ema, películas de Pablo Larraín), que en la escena local marcó tendencia, sobre todo de la mano de una trilogía (Clase, Neva y Diciembre) en la que expuso conflictos domésticos enmarcados en un entorno de violencia política, y de sus obras complementarias Villa + Discurso.
En este intercambio cultural entre América Latina y Alemania (que se estrenará en el Festival Santiago a Mil, en 2020), Mané Pérez es la representante uruguaya. Pérez debutó con No daré hijos, daré versos, de Marianella Morena (con quien trabajó en Rabiosa melancolía y Ella sobre ella, además de despuntar con el protagónico de La fiera), y pronto se convirtió en un arrebato escénico que cuestionó los espacios habituales del poder político y erótico, a la vez que reflexionaba sobre el lenguaje dramático. Cinco años después, y ya desde Heidelberg, Pérez cuenta a la diaria que hace un tiempo recibió una llamada de una productora mexicana, Ilona Goyeneche, para contarle sobre este proyecto: “Ella había conversado con José Miguel Onaindia [director del Instituto Nacional de Artes Escénicas, INAE], sobre la posibilidad de que Uruguay interviniera en un proyecto conjunto, por el interés que a los directores de Heidelberg les había producido la escena uruguaya en una visita que hicieron en 2018”. Además, el equipo se había interesado en ella después de ver su trabajo en un festival boliviano en el que presentó Ella sobre ella (obra que, a fin de mes, también representará en Sevilla).
Cuenta que, en paralelo, en el teatro de Heidelberg estaban trabajando para realizar una versión contemporánea de La flauta mágica, y cuando el director la seleccionó no dudó en sumarse a la propuesta, que se pudo concretar por el apoyo del INAE. Dice que durante mucho tiempo no entendió de qué se trataba su participación, ya que no contaba ni con un texto ni con un personaje, pero reconoce que cuando comenzó a ensayar todo superó sus expectativas. “Me encontré con la dramaturgia de Guillermo Calderón, que a partir de sugerencias del director fue escribiendo el texto, y con Romero Nuñes, quien, a diferencia de otros directores europeos, trabaja desde la incertidumbre y el riesgo; no apela a un montaje ni a una mera representación por parte de los actores, sino que busca trabajar con lo real y transformar todo a favor de la escena”. En cuanto a la coyuntura del proyecto, dice que, como actriz independiente uruguaya “conocedora y habitante de nuestra realidad teatral”, le impactan “las formas y procederes” a los que se enfrenta.