Este miércoles falleció, a los 86 años, Dervy Vilas. Este dramaturgo, actor, director y uno de los pilares fundamentales de El Galpón decidió probar suerte, por impulso de Atahualpa del Cioppo, en un ensayo de La ópera de los dos centavos, a comienzos de 1957. Se dice que esa fue la primera puesta de una obra de Bertolt Brecht en América Latina, y que cuando Vilas se subió al escenario de la salita de Mercedes y Carlos Roxlo para leer el texto, Atahualpa se acercó y le confirmó que quedaba en el elenco. Desde entonces, su larga trayectoria incluye varios hitos: la mítica Fuenteovejuna, de Lope de Vega (1969), que versionó con Antonio Taco Larreta y que incluyó música de Federico García Vigil, dialogando con las medidas prontas de seguridad impuestas por el gobierno de Jorge Pacheco Areco, obra a la que Víctor Jara –amigo de Vilas– intentó llevar a Chile; o El gran Tuleque (a cargo de Ugo Ulive), con la que, en 1960, fue la primera vez que una murga se subió a un escenario teatral. Pero, además de sus puestas, están sus programas en CX30 cuando la compañía de El Galpón se había exiliado en México, su coordinación de la Feria del Libro, sus recorridas por el interior junto al dúo Larbanois & Carrero, su ininterrumpida actividad gremial.

Hace unos años, recordando el proceso de El gran Tuleque, con la que se aspiraba a un auténtico teatro de raíz popular, Vilas recordaba el precedente de Otro Juan Moreira (también a cargo de Ulive), en el que participaban dos payadores y que se llegó a interpretar en el estadio de Liverpool, en la Plaza del Entrevero y en varias canchas de fútbol del interior. Como parte de este movimiento surgió la mencionada El gran Tuleque. “Era algo muy loco para ese momento”, decía, y contaba que con Ulive habían ido a la casa de Mauricio Rosencof para hablar sobre la posibilidad de hacer una obra con la murga como protagonista. “Mauricio la escribió rápidamente, Carlos Maggi compuso las letras, y la empezamos a ensayar. Estábamos haciendo la obra como si fuera una especie de sainete, con cierto realismo, pero un día [Carlos] Pieri vino con los bocetos de lo que sería la escenografía, en base a un collage, nada de lo que uno imaginaba de un conventillo. Me acuerdo de que Ulive los tiró arriba del escenario y preguntó: ‘¿Qué les parece a ustedes? A mí me gusta’. Todo el mundo se entusiasmó, y se armó la estructura”. Recordaba que, cuando la estrenaron en un festival rioplatense en el teatro Victoria, se consideró un sacrilegio, e incluso, el día del estreno, algunos espectadores se levantaron y se fueron indignados; después, no obstante, cuando la obra se trasladó a El Galpón, tuvo un éxito enorme, marcando un quiebre en la historia teatral uruguaya.

El velatorio será este jueves, de 9.00 a 12.00, en la empresa Martinelli.