Después de 21 (¡veintiuna!) películas del Universo Cinematográfico Marvel, uno intuye con qué va a encontrarse en el momento en que se apaguen las luces de la sala. Probablemente se entretenga durante una hora y media con una historia independiente, que alimentará una enorme narrativa que tendrá uno de sus puntos más fuertes a fines de abril cuando se estrene Avengers: Endgame, dirigida por Anthony Russo y Jose Russo.

No podemos echarles la culpa a los productores por no arriesgar: crearon una maquinita de imprimir dólares, que es la franquicia más popular de la historia del cine, y los críticos suelen estar del lado Marvel de la vida. Quizá sea por eso que uno (al menos yo) cuando va al cine está más pendiente de la sorpresa, de la salida de libreto, de lo que no debería estar ahí.

2017 y 2018 fueron buenos años para la macrosaga. Tanto Thor: Ragnarok como Pantera negra se alejaban un poquito del terreno seguro y permitían que el espectador disfrutara de la visión del director mientras las piezas del tablero se movían desde el lugar que ocupaban al final de la película anterior hasta el lugar en el que necesitaban estar al comienzo de la película siguiente.

Capitana Marvel (escrita y dirigida por Anna Boden y Ryan Fleck) es uno de esos capítulos más clásicos, lo que no significa que sea aburrida. Los productores tienen una fórmula que es más valiosa que la de la Coca-Cola, pero no hay nada que nos despierte interés por la filmografía de los directores Boden y Fleck. Las mayores sorpresas estarán por el lado del guion, pero no nos adelantemos.

Who’s that girl?

El gran misterio del comienzo tiene que ver con la identidad de Vers, interpretada por la talentosa Brie Larson, una guerrera kree (especie alienígena que viene en varios colores) que no recuerda la mayor parte de su vida. Los avances se encargaron de mostrarla en los más variados escenarios terráqueos, así que estaremos un buen rato esperando que ella sepa lo que nosotros sabemos.

Para peor, los primeros minutos transcurren en mundos demasiado oscuros para el ojo humano, completamente opuestos al espacio colorinchudo de Guardianes de la galaxia. La joven es tomada prisionera por los skrull, eternos enemigos de los kree (y del resto del Universo Marvel), y parecía que nada podría salvarla. A la película, no a la capitana.

Juntos son dinamita

Sin embargo, el sol comienza a salir cuando ella se estrella contra la década de los 90 y se encuentra con Nick Fury (Samuel L Jackson). Ninguno de los dos personajes tiene la personalidad de un Tony Stark o Steve Rogers para sacarle chispas a la pantalla, pero entre los dos sí que lo logran. La formación del dúo es para Capitana Marvel lo que la inyección de adrenalina en el corazón fue para Mia Wallace en Pulp Fiction (1994).

El guion logra sacar varias sonrisas con los cambios que ha tenido nuestra civilización en 25 años, en especial en todo lo relacionado con la tecnología. Otras instancias de humor no están tan bien logradas, aunque en general zafan del vicio implantado por Joss Whedon (y del que él mismo se enorgullece) de rematar los momentos profundos con un chistecito.

Todo el mundo habló del tema desde que salieron a la luz las primeras imágenes, pero es necesario mencionar el trabajo de efectos especiales para rejuvenecer tanto a Fury como a uno de sus más fieles colaboradores. Si bien el resto de los efectos especiales (y espaciales) no aporta grandes innovaciones visuales, es impecable lo logrado en materia facial. No me extrañaría que en breve anuncien una precuela de Harry el sucio cuando tenía 17 años, con Clint Eastwood en el rol principal.

... y los demás

Hace tiempo que formar parte del elenco de una película de Marvel dejó de ser una lotería, sobre todo entre los intérpretes que saben jugar a los blockbusters en medio de proyectos destinados a ganar premios. Si hay alguien que juega con ganas, ese es Ben Mendelsohn.

El bueno de Ben, que con su actuación se comió la primera temporada de Bloodline (2015), es de los pocos que fueron parte de las películas de DC Comics (Batman: El caballero de la noche asciende, 2012), de Steven Spielberg (Ready Player One, 2018) y de Star Wars (Rogue One, 2016). Con esta participación debería cantar bingo.

Su papel es el de Talos, líder de los skrulls, esos malditos invasores que tienen la capacidad de infiltrarse entre nosotros. Y lo imperdonable es que, como ocurre tantas veces, uno se pierda sus expresiones detrás de la máscara de goma. Por suerte su seseo es inconfundible.

Jude Law y Annette Bening no desentonan, mientras que Lashana Lynch (como Maria Rambeau) comparte alguno de los momentos sentidos con Brie Larson. Otros cameos recompensan a quienes recuerdan todo lo ocurrido desde Iron Man (Jon Favreau, 2008) a esta parte.

La Mandarina

Iron Man 3 (Shane Black, 2013) es una de las películas más infravaloradas de las 21 estrenadas hasta ahora. No solamente porque fue de las primeras que se atrevieron a contar una historia un poquito distinta, sino porque cometió el pecado mortal de torcer la mitología de los cómics de Marvel para sorprender al espectador.

Cuando todo indicaba que Tony Stark finalmente se enfrentaría en la pantalla a su archivillano el Mandarín, las cortinas de Oz se corrieron y allí estaba Ben Kingsley interpretando a un actor de cuarta.

Pues bien, en Capitana Marvel existe un giro parecido, que no solamente cambia las expectativas de este film sino el potencial de ciertos personajes en el futuro de la gran historia que se está contando. Y es ese giro el que termina de encaminar a la película por el camino del bien.

Eso sí, el grupúsculo de comiqueros reaccionarios, que odiaron la película antes de haberla visto por los comentarios de su protagonista (señaló que la inmensa mayoría de los periodistas que la entrevistaron eran hombres blancos), seguramente se pongan de punta. No sólo porque toca el canon, sino porque lo hace con un claro mensaje empático hacia quienes el gobierno estadounidense califica de “enemigos”.

De menos a más

La película dista de ser redonda, pero parece que se va encontrando con el transcurso de los minutos, casi como lo hace el personaje de Carol Danvers. Primero, con la llegada de Nick Fury, luego, con la mandarineada comentada recién y, por último, con el destaque del gatito Goose, que se lleva las carcajadas al mejor estilo del patiño animal de las princesas de Disney. O en el caso de Frozen, el muñeco de nieve.

Además de presentarnos a la heroína (de cuya personalidad no podemos decir mucho excepto que es marcial, por lo enérgica y por lo militar), su pieza debía quedar pronta para cuando comience Endgame, ahora nomás. E incluso antes de la escena, en mitad de los créditos, el entusiasmo está plantado a la espera de su regreso para ayudar a patear el trasero de Thanos.

Sin entregarle una medalla de honor, podemos decir “misión cumplida”.

Capitana Marvel. De Anna Boden y Ryan Fleck. Con Brie Larson y Samuel L Jackson. En varias salas.