Hace dos años, los directores y actores Fernando Amaral y Federico Guerra pusieron en marcha un espacio que, casi sin advertirlo y pandemia mediante, llegó a los dos años la semana pasada, habiendo convocado decenas de obras teatrales, recitales, muestras de arte y talleres. La idea, entonces y ahora, era concentrar en un mismo lugar la posibilidad de ver un espectáculo y la de tomar algo.

El nombre del local está asociado a la historia de Guerra: él fue el creador del grupo Cretinos, con el que mantenía actividad en paralelo a su labor como integrante del elenco estable de El Galpón, y con el que realizó las obras Snorkel –que le valió el Florencio Revelación en 2011– y Odio oírlos comer.

Cuando junto con Amaral y su pareja, Valeria Benavente, comenzaron con La Cretina, buscaban simplemente “abrir una sala teatral para realizar con total libertad, y sin depender de terceros, nuestros proyectos”, y no mucho más.

“Cuando arrancamos no pensamos demasiado, esa es la verdad. Cuando uno proyecta algo, claro que le mete todo para que salga lo mejor posible y tiene grandes expectativas, pero no hubo tiempo de planificar ni de pensar mucho en lo que se venía. No había una agenda previa, no había nada que nos fuera indicando qué pasos seguir. De hecho, no sabíamos muy bien qué labores íbamos a tener que hacer, ni contábamos con un equipo con roles definidos. Todo se fue dando, día a día, paso a paso, hasta llegar a lo que es hoy. Por lo cual, no, no imaginábamos que iba a mantenerse como se mantuvo, sabíamos que corríamos un gran riesgo y que iba a ser muy difícil. Nos alegra poder decir que hoy estamos parados sobre cierta solidez”, dice Guerra.

El local de la calle Soriano 1236 contiene varios espacios: tiene un escenario, amplios pasillos y salas con mesas, y al fondo, un patio arbolado. “Encontrarlo fue todo un hallazgo. Tuvimos suerte. Recuerdo que me pasé días y días recopilando casas y locales industriales que estuvieran en alquiler, miraba las fotos y, a los que les veía potencial de ajustarse a las ideas que teníamos, los iba anotando para luego ir a verlos personalmente. El primer lugar que nos dio día y hora para ir a verlo es el que conocen hoy. No fuimos a ver ninguno más. Fernando y Valeria, ambos socios fundadores, sintieron lo mismo que yo respecto de esa casa. Fue una búsqueda sorprendentemente rápida. Claro que hubo que trabajarlo muchísimo y realizar reformas de todo tipo para que se convirtiera en lo que es hoy. Nos llevó más de un mes limpiar. En el fondo había un basural tapado por una enredadera. No sabíamos que existía ese desnivel que ahora todos conocemos. Había estado cuatro años sin ser habitada antes de que llegáramos nosotros, creo. Antes fue una imprenta que funcionaba para el Poder Judicial. No tenía la sanitaria hecha, ni luz, nada”.

Como algunos boliches de los años 90, en La Cretina se puede ver, escuchar y brindar. “En realidad, la gente sale de un espectáculo y va al bar de la esquina a charlar de lo que vio, a intercambiar opiniones. Siempre lo vi como parte de lo mismo. El ritual de ir a ver un espectáculo, sea teatro, un toque, una película, exposición, para mí no está completo sin esa instancia de intercambio. Pero lo interesante es que esto también se da a la inversa. No es sólo ‘de la sala al bar’, a veces es ‘del bar a la sala’, y con esto quiero decir que el bar suele ser un germinador de ideas, un disparador, un lugar para conectar y generar cosas que luego puedan terminar en un hecho artístico”, dice Guerra.

Gestionar una sala con tantas posibilidades afectó inevitablemente la capacidad de crear espectáculos propios, comenta Guerra, pero aclara: “Por suerte ahora nos encontramos ensayando Jirafas & Gorriones para estrenar en 2021”.

Un catálogo

Improblemas, Si muriera esta noche, Frida, Cretinos solemnes, de Guerra, Oscar Wilde, Fabricio Brandi, Pepe Vázquez, El rinoceronte negro, Laura Falero, Furia, Luz negra, Gente normal, Asesinato de un presidente uruguayo, No metódico acumulativo provisional son algunas de las obras y artistas que pasaron por el escenario de La Cretina desde noviembre de 2018.

También se subieron a tocar allí Motosierra, La Tabaré, Rossana Taddei y Gustavo Etchenique, Los Prolijos, Lu Ferreira, Mané Pérez, Daniel Drexler, Mandrake Wolf, Alejandra Wolf, Maité Gadea, Franny Glass, The Supersónicos, Perrosky, Monkelis, Dos Daltons, Pitufo Lombardo, Leo Maslíah, Pinocho Routin, Maxi Angelieri y Garo Arakelian, entre otros.

Además, junto al Foto Club Uruguayo, La Cretina funciona como una pequeña sala de exposiciones, que coordina el fotógrafo Álvaro Percovich.