Estamos acostumbrados a los documentales que rememoran hechos del pasado, como la Segunda Guerra Mundial, o incluso más atrás, como los alienígenas ancestrales que construyeron las pirámides. Pero, claro, estamos acostumbrados a años que no eran como el actual.
Charlie Brooker y Annabel Jones, creadores de la serie de ficción Black Mirror, se dieron cuenta de que 2020 tenía varios elementos que eran aún más fantásticos y lúgubres que los que presentaron a lo largo de las temporadas, y decidieron hacer un poco de humor con ello.
El resultado final es Death to 2020 (Muerte al 2020), un falso documental de Netflix que se adelanta a los resúmenes del año, porque fue filmado y estrenado antes de que terminara, y nos recuerda que el coronavirus fue solamente uno de los hechos notables que sacudieron a la comunidad internacional. En especial si somos conscientes de que los vaivenes políticos en Estados Unidos y Reino Unido generan repercusiones globales.
Lo primero que se destaca ni bien comienzan las imágenes, es el star power con el que cuenta esta producción. El primero en hablar es Samuel L Jackson, en el papel de un reportero neoyorquino que reacciona a algunos hechos ocurridos desde enero. Le seguirán (entre otros) Hugh Grant como un historiador delirante, Leslie Jones como una psicóloga enojadísima, la siempre bienvenida Tracy Ullman en el papel de la reina de Inglaterra y Joe Keery (de Stranger Things) como un youtuber comprometido. Junto a la narración de Laurence Fishburne, hacen un combo imbatible.
En un formato de falso documental que permanentemente juega con aspectos “meta” del género, comienza el repaso, que incluye una tensión entre Estados Unidos e Irán que hizo que muchos periódicos publicaran notas tituladas “¿Estamos ante una Tercera Guerra Mundial?”. Como ocurrió en enero, ya nos olvidamos.
2020 dio muchísimo material de conversación y algunas figuras merecerían sus propios especiales, como Donald Trump o Boris Johnson, dos gobernantes capaces de las declaraciones más increíbles y que sufrieron la covid-19 en carne propia, o esa cobertura similar a la carne que cubre el rostro de Trump.
Como cada producción apoyada en el humor, el resultado variará dependiendo del público, pero al menos a este reseñador Muerte al 2020 le generó varias risas en voz alta, gracias a las medidas actuaciones y a una edición que, sin tener la obsesión de un programa de archivos, simplemente ubicaba las imágenes adecuadas en la secuencia correcta.
Dos actuaciones son dignas de mención en solitario. Cristin Milioti (How I Met Your Mother) es una mujer amigable y tranquila, cuya exposición a algunas redes sociales, en especial Youtube, la transformó en un estereotipo de mujer blanca racista que exige hablar con el encargado cuando el plato que pidió no está como le gusta.
El mejor personaje de esta ficción, con la subjetividad de siempre, es el de Jeanetta Grace Susan, interpretado por Lisa Kudrow. En ella se concentran voceras de la Casa Blanca como Sarah Sanders, Kayleigh McEnany (sí, es su nombre real) y especialmente Kellyanne Conway, que hizo de la “falacia veloz” su superpoder en cada una de sus apariciones. Kudrow se pierde dentro del papel de esa mujer conservadora capaz de dar vuelta una pregunta y atacar al periodista sin que siquiera asome un atisbo de respuesta real.
Black Lives Matter
Muerte al 2020 no solamente muestra momentos dignos de un espectáculo de clown, como Trump sugiriendo inyectarse desinfectante, sino que les hinca el diente a las manifestaciones que siguieron al asesinato de George Floyd en manos de la Policía en Estados Unidos. Utilizando como punto de partida las imágenes reales de la brutalidad policíaca, muestra la reacción de sus entrevistados, que a esa altura ya podemos adivinar cómo reaccionarán. Y rápidamente vuelve a hacer humor, sin que por ello el dolor se sienta menos real.
Mientras Jeanetta Grace Susan se queja una y otra y otra vez de que las voces conservadoras están siendo silenciadas (un buen chiste que las redes sociales ya exprimieron), el foco de la conversación gira hacia las elecciones en Estados Unidos. El choque entre Trump y Joe Biden es presentado como la elección entre dos ancianos, y aunque queda claro que un anciano es menos funesto que el otro, la ficción no para de hacer chistes sobre la apariencia cadavérica del presidente electo.
Los últimos minutos quizás sean menos efectivos porque algunas imágenes están presentes en las retinas de aquellos que siguieron el desenlace de los comicios, o porque vimos tantas horas de CNN que no alcanzan 15 o 20 minutos para resumir la locura de monitores con pantalla táctil, turbas enardecidas en la puerta de los locales de escrutinio y, como siempre, más declaraciones desafortunadas de Trump.
El hallazgo de este tramo está en el personaje de Gemma (Diane Morgan), una británica promedio que reacciona a las noticias estadounidenses como si estuviera maratoneando una serie televisiva.
Los 70 minutos de Muerte al 2020 pasan volando, con una importante densidad de chistes y una efectividad envidiable. El científico (Samson Kayo) y el millonario (Kumail Nanjiani) están entre lo más flojito de una historia que nos permite catalizar una fracción de lo padecido este año en forma de risa. Si es que se rieron; los resultados pueden variar.