Con Dolores Fonzi en el papel de Diana, la abogada que asume como jefa de seguridad de Ferroviarios, un club de fútbol que pelea el ascenso a primera división, Netflix estrenó el viernes una serie dirigida por el uruguayo Israel Adrián Caetano, el mismo de Apache (2019), Sandro de América (2018), El marginal (2016) y Tumberos (2002), por nombrar sólo algunos de sus trabajos más exitosos para televisión.

Completan el elenco Esteban Lamothe y Carlos Belloso como (respectivamente) Fabián y Lomito, barrabravas del club; Juan Gil Navarro en el papel del contador; Antonio Grimau como el veterano presidente de la institución, e Ignacio Quesada como Mario, un pibe de barrio que cae en el turbio ambiente de las hinchadas con la esperanza de ganar un dinero que le permita asomarse a una vida mejor.

A lo largo de los ocho episodios que constituyen la serie completa (y que Netflix ya puso a disposición de sus usuarios) se despliegan las miserias que atraviesan el mundo del fútbol profesional, la pasión de los hinchas, las ambiciones personales, los preconceptos y los intereses que subyacen a cuestiones que muchos quieren hacer pasar por meramente deportivas. Como en la alemana Perros de Berlín (Christian Alvart, 2018), la historia arranca con un crimen en el mundo del fútbol, pero rápidamente entrarán a escena conflictos sociales de todo tipo, en un marco de violencia que no necesariamente tiene que ver con resultados futbolísticos.

Caetano, nacido en el Cerro, en Montevideo, pero instalado desde los años 80 en Argentina, es hincha de Peñarol y de Independiente. En declaraciones durante la presentación de la serie recogidas por Página 12, el director decía que ambientes como el que muestra la serie “son espacios destructivos pero también de pertenencia”, y atribuía al “recrudecimiento de la violencia social” la situación actual que se vive en las tribunas y que, según los más veteranos, antes no era habitual. “El hincha viejo te cuenta que los barras de antes te cuidaban”, decía, y agregaba que la mafia que opera en el fútbol, al menos en nuestra región, es “muy particular, muy nuestra, muy local”, que aparece en ese ámbito y desde ahí “se multiplica”.