Hace una semana, el joven artista y activista Luis Manuel Otero Alcántara fue nuevamente detenido en La Habana por “ultrajar los símbolos patrios” y “dañar la propiedad”, cuando salía de su casa rumbo a una “besada pública”, en protesta por la censura de la televisión local al beso homosexual. Según denuncian organizaciones de derechos humanos, Otero Alcántara se enfrentaría a un juicio sin garantías que podría derivar en una condena de dos a cinco años de prisión.

Una declaración pública firmada por decenas de artistas, periodistas e intelectuales cubanos consigna que durante los últimos tres años Otero Alcántara ha sido detenido “arbitrariamente” más de una veintena de ocasiones sólo en 2018. El delito de su arte, dicen, responde al Decreto 349, que el gobierno aprobó ese año para “censurar a los artistas que considera inconvenientes con total impunidad”.

Según consigna El País de Madrid, el artista plástico ha enfurecido a las autoridades por “pasearse con un casco en la cabeza” para denunciar el mal estado de las viviendas, que se “derrumban constantemente”, y también se ha “arrastrado por las calles” con una piedra atada a los pies para denunciar la falta de democracia y libertad de expresión.

“Un calabozo es siempre una experiencia extrema porque estamos hablando de que son tres días, 72 horas, en un espacio que tiene tres metros cuadrados, donde el tiempo no pasa, donde la higiene puede ser más, puede ser menos, pero igual es patética; donde tienes la incertidumbre de qué, verdaderamente, va a pasar contigo, porque hasta ahora te generan una especie de patrón de que te sueltan a las 72 horas. Pero, ¿si no? ¿Y si se extiende...?”, planteaba Otero Alcántara en una entrevista a fines de noviembre.