Como cada año, en estas fechas invernales se lleva a cabo una nueva edición de DocMontevideo, ese encuentro de documentalistas que se transformó en festival de cine. Seguramente ustedes lo sepan, pero 2020 trajo consigo un minúsculo virus que obligó a la reconversión de las actividades de la humanidad. Y este encuentro no fue la excepción.

Luis González Zaffaroni, director de DocMontevideo, contó a la diaria que el golpe mundial pudo ser peor. “Por suerte llegó en un punto en que existía un retorno, antes de empezar la planificación de compras de pasajes y todo eso. No nos pasó como a Guadalajara o Cartagena, que tuvieron que cancelar en la marcha. Nuestra primera referencia fue el festival de documentales de Copenhague, que reaccionó muy rápido e hizo una virada forzosa hacia lo online”.

“Nosotros tuvimos tiempo de verlo venir y conocer la reacción de otros, y así pudimos reacomodar el cuerpo y la propuesta, y conseguir el apoyo para encarar este camino”. El festival se realizaría en esa modalidad, en la fecha deseada, o no se realizaría. “Una vez que la pandemia empezó a expresarse con las consecuencias de aislamiento social y el impacto económico, nos quedaba claro que más que nunca era importante hacer el DocMontevideo en la fecha de siempre”.

Esto iba a ocurrir en la medida en que contaran con un presupuesto para ejecutarlo y poder contratar gente para trabajar durante el encuentro, “que en buena parte son trabajadores del sector audiovisual, que quedó paralizado. Por otro lado, también estaba la posibilidad de que pudiéramos capitalizar esa paralización y ese aislamiento, y volverlos un momento de fermentación, de reflexión, de producción intelectual, de desarrollo de proyectos. Para que cuando se levantaran las restricciones y se pudiera salir de nuevo uno tuviera con qué hacerlo y no lo sintiera como un tiempo perdido”.

La virtualidad tuvo su costado positivo. “Las distancias se acortan y podemos contar con presencias que no serían posibles en otras circunstancias”. Además de temas de desplazamientos, hoteles y manutención, para González es importante el tiempo. “La virtualidad es más efectiva. Vos reservás tu agenda para hacer tus reuniones a lo largo del día y después continuás. También tiene esa complejidad de pensar que todo el DocMontevideo va a convivir con la vida en paralelo de las personas, entonces tenemos que tener momentos de respiro y entender esa agenda. Por eso la oferta de actividades se estiró a lo largo del mes de julio”.

Una de las novedades de la edición 2020 es un espacio de meditación con ejercicios de relajación. “Considerando el uso abusivo de Zoom y de diálogos por Whatsapp en todo lo que estamos viviendo de esta pandemia, en la que la gente trabaja más horas y estamos más tiempo expuestos a las pantallas, era importante sumar una actividad que buscara compensar y apuntara a armonizarnos y reconectarnos de otra manera”.

Industria y documental

Volviendo a los elementos siempre presentes, los “Diálogos de industria” (que irán hasta el domingo 19 de junio) son, en sus propias palabras, “un espacio para reflexionar sobre el estado de la producción documental y los caminos para fortalecerla, su distribución y todo el ecosistema en torno al documental. Su público objetivo son profesionales del sector audiovisual, aquellos que trabajan con el documental y que piensan los caminos para que sea viable la profesión y el desarrollo de las capacidades creativas. Y también de las pequeñas y medianas empresas, para que puedan conseguir la sustentabilidad del sector”.

La otra gran pata de DocMontevideo es la “Semana del documental” (que se desarrolla entre el 20 y el 29 de julio), que también fue reconvertida por causas del virus mayor. “Siempre fue un espacio curado y acotado de películas, pero en los últimos dos años estábamos en el orden de los 20 títulos, y eso imponía una superposición en las exhibiciones o una programación en paralelo”. Con la experiencia del festival Ambulante de México, la versión online se pensó con la óptica de “una película por día” para generar interés. “Le damos un énfasis a cada película y luego promovemos que eso sea un motivo de diálogo común entre todos los que están viviendo esta experiencia”, recalcó. “Pero a las 11 películas que están en el DocMontevideo virtual nos encantaría programarlas en sala y poder encontrarnos ahí”.

Con respecto a la producción nacional, hay presencia de proyectos “en diferentes etapas, tanto de largos como de series y de películas en proceso de montaje”. Consultado sobre si el público se ha vuelto más adepto a los documentales con la incidencia de las grandes plataformas de streaming, dijo que todavía es “prematuro” dar una opinión, pero sí cree que el documental ha ido ganando espacios, y que cuentan con una mayor apertura los documentales de animales, “los informativos históricos, o los de narcos y asesinatos, pero también otras historias contadas desde otro tiempo y otro lugar, con otras formas. Y es bueno lo que esas plataformas pueden aportar en la construcción de una audiencia global para el documental. Creo que hay mucho para descubrir en ese terreno, porque en este mundo global los nichos pasan a tener un número y una audiencia relevantes. Sobre todo pensando en Uruguay, que en sí mismo somos un nicho”.

Volviendo al evento, este año se realizarán siete laboratorios, espacios que González define como “enriquecedores” y que han sido puerta de entrada para mucha gente. “Son instancias de pares compartiendo experiencias, comparando situaciones o caminos posibles y visualizando que los desafíos son parecidos, aunque los contextos o las situaciones cambien”.

“Y hay una actividad que desarrollamos hace años y nos encanta, que es el Rough Cut Lab, que nuclea a la comunidad de editores. Este año vamos a tener dos talleres de montaje, y en las master classes vamos a tener a tres montadores como ponentes. En el documental, el rol del montajista es el de un realizador. Hay miles de películas posibles en la isla de edición, y con ese material existen infinidad de abordajes y formas de narrar que pueden ser construidas”, señaló.

El área de mercado, donde se encuentran los diferentes “players” de este mundo, también tuvo que cambiar. “Es diferente cuando es presencial; están full time para vos. Y después de que mandan los últimos mails en el hotel, están totalmente entregados y abiertos a encuentros casuales. Acá va a ser más efectivo, pero al mismo tiempo no va a abrir muchas posibilidades al encuentro fortuito”.

Como todos los años, le pedimos que nos hiciera alguna recomendación de las exhibiciones. “Brasil está muy fuerte a nivel de documental y es interesante, porque tiene tres propuestas bien diferentes y creo que cada una de ellas va a conectar de manera distinta con el espectador. Un filme de verano [Jo Serfaty, 2019] es una película que me encanta por los recursos, la proximidad y la construcción y cocreación de los personajes. Cosas que no hacemos [Bruno Santamaría, 2020], de México, es una película a la que va a ser muy interesante aproximarse y descubrir. En torno a temas más de agenda o que puedan llamar al público en general y al periodismo, está Érase una vez en Venezuela [Anabel Rodríguez Ríos, 2020], y también de México, Silencio Radio [Juliana Fanjul, 2019], con foco en el periodismo y el narco. Son películas que van a marcar fuerte”.

Toda la información y la programación se pueden encontrar en docmontevideo.com.