La pandemia afectó a todo el mundo, de una forma, de otra o de todas juntas. Pero sobre todo a los músicos, que por varios meses no pudieron tocar en vivo. “Aunque no quieras somos bichos de escenario, y el tema es el contacto con la gente, que es parte de lo que hacemos nosotros, y definitivamente afecta el estado de ánimo”, dice el gran guitarrista Eduardo Toto Méndez, que mañana a las 21.00 vuelve a subirse a un escenario. La cita será en El Chamuyo, en 25 de Mayo y Juan Carlos Gómez.
Entre tantos clichés que nacieron con la pandemia, Méndez señala que “no es tan cierto” que, al estar más tiempo en sus casas, los músicos trabajen más. “No es tan así como que aprovechás para componer y todo ese tipo de cosas, porque psicológicamente pasa otra cosa y te afecta en varios aspectos. Bueno, ni hablemos de la parte económica, que es impresionante cómo impactó”, dice.
Méndez da clases ‒de guitarra, obvio‒ y al principio de la pandemia su cantidad de alumnos mermó, y a su vez tuvo que adaptarse a la “nueva normalidad” y enseñar por Zoom. “Pero no es lo mismo, no podés interactuar porque tiene un delay”, acota. Y claro, el arte de sincronizar guitarras se vuelve más complejo de lo que ya era cara a cara.
La mayoría de los alumnos de Méndez tienen formación de la Escuela Universitaria de Música, más clásica, y acuden a él buscando lo que le corre por las venas: el arte de la guitarra del tango y la milonga, que es inabarcable. Por eso quienes quieran aprender tienen que pasar por muchos “filtros”, dice, si se le permite el término. “Hay muchos compositores, directores de orquesta e instrumentistas, de nuestro palo, de la guitarra, pero también pianistas, bandoneonistas, etcétera, entonces, vienen más por el tránsito y la experiencia, y por haber tocado durante tantos años y con tantos músicos”, dice.
Como se sabe, el protocolo actual para la música en vivo sólo permite que haya un máximo de cuatro músicos en escena. Por lo tanto, el proyecto del guitarrista, que ya tiene 15 años, Toto Méndez y Sus Compadres, que es un sexteto, se verá reducido a un formato más íntimo. El núcleo duro del espectáculo estará a cargo de tres guitarras, y como invitado especial marcará presencia en varias canciones el bandoneonista Martín Pujín, de La Mufa. También habrá otros invitados, pero mejor que quemar la sorpresa en esta nota es ir al toque y averiguarlo in situ.
El repertorio será de milonga, como nos tiene acostumbrados Méndez, pero también de tango. Podrán escuchar “Berretín” (1928), de Pedro Laurenz y Enrique Cadícamo; “Pa’ que bailen los muchachos” (1942), de Aníbal Troilo y Cadícamo; y “Romance de barrio” (1947), de Troilo y Homero Manzi, entre otros tangos. También habrá composiciones de Méndez y algunos gatos (el estilo de música, no sean mal pensados).
Si bien la mayoría de los tangos que sonarán el viernes a cargo de Méndez y compañía tienen letra, serán interpretados en versiones instrumentales. El guitarrista hace énfasis en que no realiza covers de las canciones ‒es decir, interpretaciones que buscan ser un calco fiel de las originales‒ sino versiones, con un enfoque diferente. Además, subraya que llegó a zambullirse en el palo instrumental no como un descubrimiento, ya que la música instrumental es igual de vieja que la música cantada, sino gracias al aprendizaje acompañando a diversos cantores, lo que resulta una paradoja, y no tanto.
Por si hay algún lector despistado: Méndez supo tocar con Alfredo Zitarrosa, con el que grabó cuatro discos luego de la vuelta del exilio del legendario cantautor. Entre esos álbumes cabe destacar la tercera versión de Guitarra negra (1985) y Melodía larga (1984), que incluye canciones como “Milonga por Beethoven” y una versión de “Milonga de pelo largo”, de Dino. Son pequeñas joyas del excelso repertorio de Zitarrosa a las que quizás no se le suele dar el valor que merecen.
Cuando piensa en aquellos discos, de hace 35 años o más, Méndez cuenta que hubo mucho trabajo hasta “formar parte del laboratorio”, y agrega: “Yo tenía 30 años y de repente no me daba cuenta. Estás en pleno crecimiento en el trabajo y no te das cuenta de la intensidad con la que vivís, con la que disfrutás y aportás en el momento. Pero es parte de la historia que llevo al día de hoy, y forma parte del patrimonio cultural y sonoro de este país. Qué va a ser, es así”.