The Kid fue una pionera mezcla de comedia, drama y alegato social producida desde el corazón de la industria. También fue la película que convirtió a su director y protagonista en el artista más famoso del planeta.

El 21 de enero se cumplieron cien años del estreno oficial de El pibe, primer largometraje dirigido por Charlie Chaplin y una de sus películas más influyentes. En ella Chaplin comparte el protagonismo con el pequeño Jackie Coogan, quien cumplió seis años durante el rodaje. La película empieza con el drama de una mujer soltera que, sin condiciones de criar su bebé recién nacido, lo abandona en el auto de una familia rica. Cuando la mujer se arrepiente, es demasiado tarde: el auto fue robado. Los ladrones tiran el bebé al lado de un tacho de basura de una zona pobre, donde lo va a encontrar el vagabundo actuado por Chaplin. El vagabundo decide adoptarlo. Pasados cinco años, lo vemos con el gurí llevando una vida aventurera, armoniosa y libre, sobreviviendo como pueden con pequeñas artimañas, esquivando la persecución de policías y otras autoridades antipáticas. Mientras tanto, la madre, que ahora es una cantante famosa, intenta localizar a su hijo.

Una de las novedades de la película fue la mezcla de comedia slapstick con melodrama. Tanto Chaplin como la productora First National reconocieron esa novedad, el primero con orgullo y la segunda con aprehensión. La película comienza con un cartel que fue usado también como eslogan: “Una película con una Sonrisa... y quizá una Lágrima” (las mayúsculas son del original). Funcionó: fue un megaéxito y sirvió de base para una gira apoteósica de Chaplin por Europa, primera visita a su continente natal desde que había arribado a Estados Unidos, ocho años antes como un simple artista de vodevil. Ahora era el artista más famoso del mundo.

Antecedentes

Charles Chaplin (1889-1977) nació en Londres. Sus padres eran artistas de music hall. El padre abandonó la familia, su madre cayó en la pobreza y, más adelante, enloqueció. Charlie pudo revolverse gracias a sus habilidades excepcionales como actor cómico y mimo.

Se dio a conocer en Estados Unidos en un par de giras como integrante estelar de la compañía de Fred Karno, en 1910 y 1912. A fines de 1913 fue contratado por Keystone, principal productora estadounidense de comedias. Su contrato inicial fue de 150 dólares semanales (al valor actual, casi cuatro mil dólares por semana, es decir, adiós pobreza). Durante 1914 trabajó en 35 cortos de Keystone, tuvo mucho éxito, le confiaron la concepción y luego la dirección de algunas de sus películas y figuró como el villano en Tillie’s Punctured Romance, dirigida por Mack Sennett, la primera comedia de largometraje que se haya realizado (en cualquier país).

Lanzó también su tipo característico, con todos sus rasgos (bigotito, sombrero hongo, saco apretado, pantalones flojos, zapatos grandes, bastón, forma de caminar). Ese tipo suele ser referido en inglés como The Tramp (el vagabundo), pero quizá sea más adecuado decirle Carlitos, como se estableció en América Latina, ya que su condición social cambiaba de película en película: hay algunas en las que es un laburante, y al menos una en la que tiene auto y todo. No era propiamente un personaje, sino un metaactor, que a su vez aparecía como distintos personajes.

La carrera meteórica de Chaplin fue potenciada por la expansión del cine estadounidense, que, gracias a las circunstancias propiciadas por la Primera Guerra Mundial (1914-1918), empezó la dominación mundial que perdura hasta hoy. Chaplin fue beneficiario de ese proceso, pero también uno de sus principales motores artísticos, ya que la popularidad de sus películas fue un valor de cambio imprescindible en la conquista de esos nuevos espacios.

Foto del artículo 'Chaplin y una obra maestra: Cien años de El pibe'

Carlitos se convirtió en el símbolo mismo del cine, y específicamente de un cine que se veía como moderno, representante de una era nueva de agilidad, velocidad, maña, persecuciones, impacto, self-made men. Era la demostración, quizá sorpresiva, de que aun el comercio cultural masivo, el capitalismo industrial y su centro mundial, que era Estados Unidos, podían producir, sin dejar de ser todo eso, algo estéticamente trascendente, fresco, novedoso, muy popular, dotado de valores éticos y claramente crítico al sistema capitalista que producía las películas (¡y lucraba con ellas!).

Otro proceso fundamental ocurrido en ese mismo período fue la consolidación del sistema industrial al que llamamos Hollywood. Chaplin, con su idiosincrasia y extremo individualismo, siempre fue una figura un poco disidente en Hollywood, porque nunca se resignó a plegarse a los esquemas estandarizados de producción: no usaba guiones, el único plan de rodaje estaba en su propia cabeza, no admitía otra autoridad que la suya propia, sus películas costaban mucho más caro y tomaban mucho más tiempo que lo que parece.

Vencido su contrato con Keystone, en 1915 Chaplin pasó a Essanay, en 1916 a Mutual y en 1918 a First National (que produjo El pibe). Cada uno de esos nuevos contratos decuplicó una paga regular del acuerdo previo, añadido de otras condiciones favorables en lo económico y en lo artístico. Cuando hizo El pibe, Chaplin era millonario, había construido un estudio de filmación propio (en 1918) y tenía control absoluto sobre sus realizaciones. Es más: junto al gran director DW Griffith y la archifamosa pareja de actores Douglas Fairbanks y Mary Pickford fundó, en 1919, una productora y distribuidora propia, concebida como herramienta para que esos artistas, unidos, pudieran gozar de total independencia. La empresa se llamó (y se sigue llamando), justamente, United Artists.

Antes de poder disfrutar de esa libertad absoluta, Chaplin tenía que cumplir su contrato con First National, que fue por una cantidad fija de películas. A contramano de esa impaciencia estaba su perfeccionismo obsesivo. La empresa no le pedía más que una comedia graciosa de 20 minutos de largo, como las que él sabía hacer (en sus palabras de unos años antes) con “nada más que un parque, un policía y una mujer bonita”. En lugar de eso, estuvo trabajando un año y medio en El pibe, se empecinó en que tuviera casi una hora de largo, con un costo de medio millón de dólares (una superproducción para los valores de la época). Rodó 278.000 pies de negativo (unas 60 horas de material filmado).

Aunque Chaplin nunca dijo nada en ese sentido, hay consenso respecto de que la película refleja aspectos autobiográficos. Jackie Coogan tenía cuatro años cuando Chaplin lo vio por primera vez, bailando con sus padres en un teatro de variedades (Chaplin empezó a bailar en los espectáculos de su madre cuando tenía cinco). El apartamentito en el ático en que viven Carlitos y el pibe, al parecer, reúne reminiscencias de la vivienda de Chaplin en Londres. La madre del pibe es una cantante en la miseria, que luego tiene éxito (inversión feliz de la trayectoria de Hannah Chaplin, que supo tener éxito pero decayó hasta la miseria). Cuando tenía siete años, Charlie fue separado de su madre para ser internado en un asilo, algo que se refleja en una escena de la película (también “corregida”, ya que el vagabundo logra rescatar al pibe en forma heroica).

Foto del artículo 'Chaplin y una obra maestra: Cien años de El pibe'

La película

Los elementos melodramáticos de El pibe son muy melodramáticos. La madre sale del hospital de caridad con el hijo en brazos y los enfermeros actúan como si fueran carceleros. Ella camina por ahí con el bebito, y un plano de inserción no diegético la compara con Cristo cargando la cruz. Ella se para delante del vitral de una iglesia que, justo en ese momento, se ilumina, generando la impresión de una aureola. Otra de esas inserciones se da cuando ella se encuentra con el padre del niño: vemos un libro titulado Pasado, que se abre en un capítulo encabezado “Arrepentimiento”. Es medio demasiado. Algunas de esas cosas fueron suprimidas por el propio Chaplin cuando relanzó la película en 1972.

Sí son formidables las ocasiones en que lo dramático y lo cómico se superponen. En el refugio de indigentes, Carlitos se despierta y se percata de que le robaron al pibe y se pone a buscarlo (angustia extrema), generando el caos entre los demás indigentes (humor). A veces el sentimentalismo se corta con toques casi crueles. Habiendo encontrado el bebé, Carlitos intenta enchufárselo a alguien más, pero falla. Sentado en el cordón de la vereda en busca de una solución, mira insidiosamente la boca de tormenta, antes de decidir adoptarlo.

El episodio en que los burócratas casi se llevan al niño sigue siendo uno de los momentos más desgarradores de la historia del cine. Hubo que esperar hasta 1982 (E.T. el extraterrestre) para ver una actuación infantil comparable a la de Jackie Coogan.

Como siempre en Chaplin, la estructura es episódica: la historia del pibe, el vagabundo y la madre son hilos conductores para escenas que podrían funcionar como cortometrajes. Esto es especialmente valedero para la secuencia del sueño, en que Carlitos imagina a todos los personajes del barrio como ángeles alados.

La parte cómica de El pibe sigue dependiendo del slapstick más crudo de la década anterior: el maquillaje caricaturesco de los bandidos y los mendigos, la fuerza sobrehumana del matón del barrio, golpazos, el hecho de usar los mismos actores para distintos personajes, asumiendo que no los reconoceremos (el grandulón Henry Bergman hace cuatro roles, y Jack Coogan padre hace tres).

Siempre es sublime ver actuar a Chaplin. Fue uno de los más grandes actores que hayan existido, y vale infinitamente más que las marcas registradas de Carlitos (los pies abiertos, girar el bastón y levantar el sombrero para saludar). Es excepcional lo que hace con el cuerpo, con el rostro, con la mirada, el timing cómico (potenciado por la calculada manipulación de la velocidad de la cámara para producir distintos grados de aceleración en la imagen). Y tiene ese tono irreproducible en su manera de lucir compenetrado, orgulloso, casi pedante, cuando realiza, con sus escasísimos recursos, versiones muy pobres pero ingeniosas de las cosas que hace un gentleman (la elegancia displicente con que agarra los puchos, los implementos que inventa para cuidar el bebé).

La mezcla chapliniana de humor con patetismo, valores humanos y comentario social pasó a ser el ideal de montones de cómicos, y repercute en Totò, Jacques Tati, Giulietta Masina, Marcel Marceau, Roberto Benigni, en el cine de Federico Fellini, Vittorio De Sica y de tantos, tantos más. Caló especialmente fuerte en Oriente, y está totalmente entrañado en el humorismo de los cines de India, China y Japón.

Jackie Coogan (1914-1984) fue la primera superestrella infantil del cine, pero su carrera fue mucho más allá. Lo recordamos sobre todo por la serie televisiva Los locos Addams (1964-1966), donde fue el pelado tío Fester (en Hispanoamérica, tío Lucas).

Aun en 1921, todavía como parte de su contrato con la First National, Chaplin realizó una película menos famosa y menos ambiciosa, pero quizá más graciosa y socialmente rabiosa que El pibe, llamada The Idle Class. Es una genialidad. Ambas están disponibles en YouTube. El pibe se encuentra ahí (https://www.youtube.com/watch?v=LQE0c1Zugx8) en la versión levemente abreviada por Chaplin en 1972, y musicalizada por él. La restauración es excelente.

El pibe (The Kid), dirigida por Charlie Chaplin. Con Chaplin, Jackie Coogan, Edna Purviance. Estados Unidos, 1921.