Este domingo 24 a las 20.00 tenemos una nueva oportunidad de ver el documental El golfista, dirigido por Javier Hayrabedian, en la Sala B del Auditorio Nelly Goitiño. Su protagonista es Alexis, quien de adolescente trabajó en el Club de Golf del Uruguay hasta que fue expulsado por robo, pasó gran parte de su vida en prisión, y hoy se gana la vida entre changas y un pequeño almacén en su propio hogar. Mientras quiere recuperar el cariño de sus hijos y dejar de ser un padre ausente, sueña con jugar al golf de manera profesional como forma de redimirse ante la sociedad y su familia.

“Una cosa presente en lo que he hecho es salir un poco del ombligo. Filmar cosas que me sacan de mi zona de confort”, dijo Hayrabedian a la diaria. “Yo podría filmar a amigos que hacen cosas interesantes, pero cuando vos te vas al Cerro Norte a filmar a una persona que estuvo privada de libertad, encontrás un mundo desconocido. No sabés qué va a pasar, si te van a aceptar. Dentro de los grandes temas que toca la película, como la libertad, la reinserción, la familia y la paternidad, a mí me interesaban estos dos últimos. Cómo una persona es padre, pero en realidad se tiene que convertir en padre. Eso me motivaba mucho”.

La historia de Alexis le llegó luego de uno de sus proyectos anteriores. En Ajedrez, clases particulares, junto con Inés Grah, contaron la historia de Luis, un recluso a quien Pedro Lamas daba clases de ajedrez, que quería convertirse en profesor al recuperar la libertad. Luego de su estreno, por contactos en común recibió una lista de personas que llevaban a cabo diferentes actividades en la cárcel. “Entre ellos estaba Alexis, que había hecho una cancha de golf en el Comcar. Así es que llego a él”. Este proyecto comenzó hace siete años.

En algún momento hubo que dejar de filmar. “Los documentales da la sensación de que nunca terminan. Nosotros dijimos: ‘Con estas escenas que tenemos, más o menos tenemos una historia’. Todo lo que suceda después quizás sea redundante. Con base en eso, probamos diferentes formas de contarla y hubo una que nos pareció que estaba bien, que nos daba un final… no feliz, pero sí que te tiraba para arriba. Y pensamos que en realidad no tenía que ser así. Porque la historia tiene sus ribetes y nosotros no lo tratamos como un éxito, ni tampoco le pegamos. El final tenía que dejar una sensación agridulce”.

Sobre las particularidades del deporte practicado por el protagonista, dijo que a la hora de la realización es un tema ambiguo. “Es visual, pero por ahí a la gente que no le gusta le aburre porque es lento. Cuando lo vas a editar, dejás tres o cuatro tiros y son cuatro minutos. A la gente que no le gusta se lo ves en la cara. Cuando lo armamos decíamos ‘vamos a achicar un poco todo esto’. O hacerlo más dinámico”.

El golfista tuvo algunas proyecciones barriales y su director no descarta que haya más. “Es un detalle que a nosotros nos interesaba mucho; poder llevar la historia al Cerro. En estas proyecciones la gente se emocionó mucho, las devoluciones fueron muy emocionales. Que gente del barrio, que tiene historias duras y no se le hace fácil, vea una película y se entusiasme, y que crea que quizás mañana pueda estar mejor, a nosotros nos dejó un poco shockeados. Porque no sabés cómo responder. Agradecer y nada más”.