Hay una imagen de Leonardo DiCaprio que pulula en las redes sociales, tomada de la hermosa Había una vez en Hollywood (Quentin Tarantino, 2019), en la que se ve al personaje que interpreta, Rick Dalton, apuntando con el dedo a un televisor. En ese momento, en el televisor se veía a Rick Dalton. La señal de “¡ahí estoy yo!” fue tomada por los internautas y transformada en “¡ahí está esa referencia que compartimos!”.
Los santos de la mafia (The Many Saints of Newark), dirigida por Alan Taylor, es una gran sucesión de momentos en los que Rick Dalton (o sea, nosotros) señala la gran pantalla o codea al espectador que está al costado, si es que tiene la suerte de estar viendo la película con alguien. Esta precuela de la ineludible serie televisiva Los Soprano es su propia historia, pero depende todo el tiempo de la capacidad del espectador para dicaprizar. Depende todo el tiempo de nuestro daltonismo.
La historia no oculta sus orígenes, sino que los abraza desde el primer minuto. El recorrido de la cámara por un cementerio nos lleva hasta la tumba de Christopher Moltisanti (Michael Imperioli), quien toma la palabra y se convierte en el narrador del film. La confianza con la que se dirige a nosotros, los espectadores, es la de quien asume que sabemos de lo que está hablando. Así que no es necesario un conocimiento enciclopédico de la serie creada por David Chase y emitida entre 1999 y 2007, pero al menos tenemos que haberla visto.
El foco estará puesto en Richard Dickie Moltisanti (Alessandro Nivola), padre de quien nos cuenta lo que sucede y figura admirada por un joven Tony Soprano en el mundillo del crimen organizado al que pertenecía su familia. Él será nuestro Tony durante 120 minutos, para mostrarnos el funcionamiento de sus lazos de sangre y de negocios. Pero con eso no alcanza, así que en un segundo plano tendremos a varios personajes principales y secundarios de la serie, 30 años más jóvenes.
Se presenta ante nosotros, entonces, una doble narrativa. La primera funciona a la perfección como película “de mafiosos” y muestra a Dickie tomando decisiones buenas y de las otras para mantener en orden su vida. Esa trama tiene como gran coprotagonista a Harold McBrayer (Leslie Odom Jr.), un aliado que va buscando su independencia mientras él y otros afroestadounidenses se manifiestan por sus derechos en un movimiento que culminará con los disturbios de Newark de fines de los años 60.
Hay traiciones, triángulos amorosos y muertes, mientras en algunos grupos la lotería clandestina comienza a ser sustituida por el tráfico de drogas. El guion de Chase y Lawrence Konner maneja la tensión y se reserva tanto momentos de humor como de violencia sorpresiva que deberían satisfacer a los amantes del género.
El problema, o la distracción, está en la segunda narrativa. La que nos recuerda a Leonardo DiCaprio. El guion presenta a algunos de los personajes de Los Soprano como si fueran Cosmo Kramer entrando de sopetón al apartamento de Jerry Seinfeld en Seinfeld. No alcanza con nombrarlos: hay que convertirlos momentáneamente en centro de atención, para que podamos señalar y codear. Uncle Junior, recreado para la ocasión por Corey Stoll, no parece afectado y es fundamental para la trama, pero hay ejemplos más problemáticos.
Silvio Dante y Paulie Gualtieri eran dos hermosos laderos de Tony Soprano, interpretados por Steven Van Zandt y Tony Sirico, respectivamente. En Los santos de la mafia esos roles quedan en manos de John Magaro y Billy Magnussen, quienes en el mejor de los casos parecen recién salidos de una fiesta de disfraces cuya temática era la ficción que integra el catálogo de HBO Max.
Los fanáticos de la historia original agradecerán los momentos en los que el guion arroja nueva luz sobre la tóxica relación entre Tony Soprano (Michael Gandolfini, hijo del fallecido James) y su madre, Lidia (Vera Farmiga), que fue un elemento central en la narrativa de la serie hasta la muerte de Nancy Marchand, la actriz que la interpretaba originalmente.
Hay numerosos elementos que contribuyen al disfrute del film, como la aparición, o las apariciones, de Ray Liotta, veterano del crimen organizado en el séptimo arte. La reconstrucción de época es impecable y el balance entre la vida profesional y personal de los protagonistas permite la profundidad de ambos mundos. Chase y Konner hilan una trama que se sostiene de manera independiente, lo que hace más dolorosos aquellos momentos en los que sólo podemos pensar en Rick Dalton apuntando su dedo. Sí, ya te vimos.
Eso sí, Los santos de la mafia logra, desde sus errores, pero también desde sus aciertos, algo que cualquiera agradecerá a la salida del cine: que sea necesario echarle un nuevo vistazo a Los Soprano para recordar por qué es una de las mejores series de todos los tiempos. Allá voy.
Los santos de la mafia (The Many Saints of Newark). Dirigida por Alan Taylor. Estados Unidos, 2021. En Movie Montevideo.