El 20 de mayo de 2020 fue una fecha que un grupo de fanáticos (bulliciosos, comprometidos, muchas veces virulentos) jamás olvidará. Zack Snyder anunciaba en un evento en línea que al año siguiente se estrenaría La Liga de la Justicia de Zack Snyder.
Así comenzaba a cerrarse una historia que había comenzado diez años antes, cuando Warner Bros decidió relanzar en el cine a su superhéroe más importante. Para la primera película de Superman por fuera de la (tibia) continuidad establecida en 1978, eligió a un director del siglo XXI.
Zack Snyder ya tenía en su haber una remake de El amanecer de los muertos (2004) y la adaptación de dos cómics: 300 (2007) y Watchmen (2009). ¿Funcionaría su manera personal y a veces polémica de contar historias con el superhéroe más icónico de nuestro planeta?
La grieta quedó establecida en 2013, con el estreno de El hombre de acero. Muchos criticaron la falta de alegría y de color, elementos poco presentes en la filmografía del director de marras. Snyder eligió contar una historia de “primer contacto”, de cómo la humanidad reaccionaría ante la existencia de vida extraterrestre, dándole al visitante alienígena un puñado de características mesiánicas.
La maquinaria ya estaba en marcha y tres años después llegaría Batman v Superman: el origen de la justicia, peor recibida que su antecesora. Por un lado, la versión estrenada en cines pegó fuertes tijeretazos al guion. Por el otro, el éxito arrollador del Universo Cinematográfico de Marvel llevó a que parte de la crítica especializada considerara que esa era la única manera correcta de construir una narrativa superheroica en el cine.
Mientras los Vengadores habían llegado en forma ordenada (y un poco casual), los personajes de DC Comics lo hacían más apurados. Además, eran más oscuros, más violentos y vivían en un mundo más cínico. Más parecido al nuestro.
Para entonces, Snyder seguía contando su gran historia, esta vez en la película Liga de la Justicia. Los ejecutivos de Warner, que veían que la taquilla no acompañaba a sus superhéroes más importantes, quisieron cambiar los neumáticos con el vehículo en movimiento. Primero le pidieron al director que introdujera algo de humor y liviandad en su siguiente entrega. Luego, cuando Snyder se retiró del proyecto debido al suicidio de su hija, llamaron a otro director para que “terminara” de filmar. Años más tarde se sabría que la película estaba terminada y que la llegada de Joss Whedon buscaba “salvarla” con una fuerte reescritura de guion y la filmación de nuevas escenas.
La película que llegó a los cines en 2017 no satisfizo ni a aquellos que venían disfrutando de esta pequeña saga (una minoría, claro está) ni al público en general. Los intentos por construir un universo cohesivo no habían funcionado, por una gran cantidad de razones, aunque la irregularidad de las historias continuaría, sin importar el grado de influencia snyderiana en estéticas y en guiones.
Esa minoría mencionada en el párrafo anterior se comportó como otras minorías en el mundo de las redes sociales: haciendo muchísimo ruido. Por un lado, recaudó dinero que se donó a causas de prevención del suicidio. Por otro, se encargó de hacerles saber a los ejecutivos que había gente interesada en ver el producto original. En el medio, unos cuantos de ellos fueron increíblemente tóxicos en Twitter. Pero ya sabemos que es ridículo juzgar a un movimiento por sus excepciones radicales.
Snyder fue muy consciente de estas movidas y en forma periódica revelaba información sobre lo que podía haber sido. Allí daba a entender, de manera más o menos directa, que se había alejado después de haber completado el proceso de filmación. No era necesario prender las cámaras para terminar esa versión. Sí era necesario prender las computadoras... y gastar una cifra estimada en 70 millones de dólares para la posproducción.
Warner evaluó las posibilidades, vio la publicidad gratuita que eso tendría para su nuevo streaming, y dio luz verde al estreno de la película perdida más esperada desde El día que el payaso lloró (1972), donde Jerry Lewis hace de un payaso de circo encerrado en un campo de concentración.
El evento
Es imposible ver La Liga de la Justicia de Zack Snyder, un título que es toda una declaración, sin tener en cuenta la cadena de hechos que precedieron a su estreno. No hay otra forma de explicar que el film dure cuatro horas (algo menos en algunos servicios, por temas de cuadros por segundo). Snyder regresó con carta blanca, la más blanca de su carrera, y sabiendo que una parte de su historia se había emparchado con la de Whedon.
En ese marco, el del estreno imposible que además sería visto desde la comodidad de los hogares, el director se tomó todo el tiempo del mundo para presentar a los personajes y sus circunstancias. A sus conflictos internos y al enemigo de turno. Y se despachó con una película que funciona a la perfección como tercer capítulo de su magnum opus. Ahora, si no disfrutaste de los dos anteriores, difícilmente vaya a convencerte con más cámaras lentas y la misma oscuridad de siempre.
Todo comienza por el final. El final de la mencionada Batman v Superman, cuando el hombre de acero sacrificaba su vida para salvar al mundo de una gigantesca bestia creada con el cuerpo del villano derrotado en la primera película. Vale la pena repasarlas, si tienen el tiempo y si no las odiaron.
La muerte del ser más poderoso del planeta enciende las alarmas, literalmente. Seres de otra galaxia, que habían fracasado en su intento por conquistarnos hace algunos miles de años, reciben la notificación de que el mundo ha quedado desprotegido. Es el momento perfecto para regresar e intentarlo de nuevo.
Batman (Ben Affleck) tiene un plan. Por si no lo saben, Batman siempre tiene un plan. Convencido de que se acerca un peligro mayúsculo, anda en busca de otros metahumanos, personas con poderes especiales de cuya existencia se enteró en la entrega anterior. Pero tendrá que apurarse, porque el ejército alienígena comandado por Steppenwolf (con la voz de Ciarán Hinds) ya se encuentra en la Tierra, buscando uno por uno los tres relojes despertadores encendidos cuya unión marcaría nuestro final.
La Mujer Maravilla (Gal Gadot) es la primera en sumarse al grupo. Convencer a los otros tres llevará un poco más de tiempo, sobre todo porque Snyder sabe que cuenta con todo el tiempo del mundo. Así que veremos cómo Aquaman (Jason Momoa), Flash (Ezra Miller) y especialmente Cyborg (Ray Fisher) lidian con sus poderes, con sus historias de vida, y terminan uniéndose a la causa.
También regresan varios personajes presentados previamente, como el delicioso Alfred, interpretado por Jeremy Irons, que devora cada una de sus apariciones en pantalla. Connie Nielsen vuelve como Hipólita, reina de las amazonas, mientras que Amy Adams y Diane Lane tienen una última oportunidad de ser Lois Lane y Martha Kent (“¿Martha?”, antes de que lo digan ustedes). La presencia de estas dos mujeres está relacionada con el tercer acto, o el sexto a esa altura, que tiene que ver con el regreso de Superman (Henry Cavill) como pieza fundamental para poder derrotar a los enemigos de Apokolips.
Obviamente, la historia contada en La Liga de la Justicia de Zack Snyder no parece atropellada. Está claro que hay fragmentos que podrían obviarse sin perjudicar la trama, como el grupo de mujeres que le canta a Aquaman cuando vuelve al agua, pero el público esperaba la versión final, extendida, agrandada. Rescatada.
Es la recompensa para aquellos que congeniaron con la visión del director y habían perdido toda esperanza de disfrutar de un nuevo fragmento, que dista de cerrar la gran historia pero al menos permite alejarnos del snyderverso en un momento alto, con los superhéroes resolviendo sus diferencias y especialmente con Superman vivo y entre nosotros (que no es spoiler: sale en los pósteres).
Al otro público, que con buenas razones quería que esos superhéroes se comportaran de otra manera y que fueran iluminados de otra manera, difícilmente valga la pena recomendarles algo que es más de lo mismo. Técnicamente, mucho más de lo mismo.
Ya llegará el Batman dirigido por Matt Reeves y el Superman guionado por Ta-Nehisi Coates con nuevas historias. Generarán grietas distintas, pero con total seguridad las generarán, porque se trata de personajes tan icónicos, que cada uno de nosotros tiene en su mente una idea de cómo deben verse, qué color debe tener su traje y para dónde gira el rulito que tiene Clark Kent en la frente. Y discutiremos con cortesía y educación en los foros y (ojalá) en populosas mesas de bares.
La Liga de la Justicia de Zack Snyder. Estados Unidos, 2021. 242 minutos. Puede alquilarse hasta el próximo 7 de abril a 399 pesos en NS Now y TCC. En DirecTV, en modo Pay Per View por 500 pesos, y en Google Play por 680 pesos.