Debería escribir sobre Zeballos, que es algo así como la última revelación del rap montevideano y viene de la escuela freestyle. Podría celebrar la facilidad que muestra para las rimas autoficcionales, contarles de los conflictos más o menos evidentes, esos que tan bien gusta de exhibir y alardear, o bien de la explosiva asociación que mantiene con el versátil beatmaker Milanss. El implacable Zeballos viene disparando toda su artillería, video tras video, en Youtube, algunos callejeros y otros en la intimidad del apartamento donde vive. Los que más me gustan son los de baja producción. Recomiendo seguir el flow de “Asimetría”. Es adictivo.

Debería escribir sobre Zeballos, pero estaría olvidando contarles de dónde viene, de lo que pasa en Montevideo desde que irrumpieron raperos habilísimos que sacudieron la escena y le movieron el piso a la vieja escuela. Hay buen material para investigar. Hay evidencias de un manejo destacado en las rimas y de una jerga callejera cien por ciento masculina. Hay aprendizaje en flows curtidos por batallas en plazas y esquinas. Anoten: Hache Souza, Arquero, JT, Berna y muchos otros; juegan solos o en las crews Buenos Modales y MacTeam. También se puede medir la buena salud de la escuela uruguaya en las bandas clásicas Dostrescinco, AFC y Latejapride.

Pero antes de entrarle al disco que quiero recomendar con alto entusiasmo, el Hiphopalyptic, de Sáez’93, una obra que está más allá de revelaciones y de peleas de gallos, tengo que hacer otro desvío y contarles que no hace mucho, en esta poscuarentena que nos tiene todavía atontados, explotó una bomba en Montevideo. Y esa bomba se llama raperas feministas metiendo caña en una serie de tres videos llamados SOONA. Las pibas que andan en la vuelta desde hace unos años se juntaron todas, no falta ni una, para poner el cuerpo y la palabra en tres asaltos colectivos. Vikystyle, la pionera, es la que abre el primer video. De escuela hiphopera, del rap conciencia, del baile y los scratches, marca escuela combativa. A ella se le suman Tormenta, Kira, Valencia, Euge, Clipper, Fabik, Malapraxxis y varias más. Se destacan las barras de Eli Almic en SOONA Cap. 3, con una escena desbordada y dando de lleno en el blanco/rapero: “Basta de rap para unos pocos, / se agotaron sus historias repetidas [...] / No te queda bien el cuento falso, / guacho, / sos tan macho / que por las dudas tenés que gritarlo fuerte, / tatuarlo en tu frente, / insultar constantemente. / Querés que sea tu groupie pero yo vine a correrte. / Sería bueno que asimiles tu crisis de hombría, / decís que mi culo es tu carne todavía, / ahora sos vos quien está en la mira. / Tu paradigma se muere mientras pisamos bien fuerte las pibas”.

Así son las cosas en Montevideo. Las calles raperas respiran fuego cruzado. Por eso, y por otras cosas que pasaré a explicar en estas líneas, recomiendo que cuando se cansen de necesarias e inevitables batallas le den play al Hiphopalyptic. Sáez’93 es todo lo que está bien. Tiene un flow introvertido y de rimas espiraladas. Juega sobre bases que él mismo diseña, de tempos asincopados, minimalistas, aire vintage, sin necesidad de golpes bajos para la tribuna. Y se muestra en una ciudad de Montevideo desolada, en una serie de cuatro videos que conforman una película que desarrolla una historia trágica que se va develando en los episodios-canciones “Su casa se quema”, “Mi clan destaca”, “Compostura” y “Gold Pain”. Me gusta lo que contagia Sáez’93. No quiero agregar nada más ni espoilear sus rimas. Tómense un rato para viajar a Montevideo por la banda sonora de Hiphopalyptic y adentrarse en una ciudad musical que tiene varias sorpresas para descubrir.