Durante un conversatorio de la fundación Mario Benedetti, el director de la Biblioteca Nacional, Valentín Trujillo, afirmó que el apoyo estatal a la cultura se mantuvo incluso durante la dictadura. “Sería tonto negarlo”, agregó.

“Podemos tener, por supuesto, todas las diferencias, todos los matices, y era una situación absolutamente anómala, pero incluso allí había programas de apoyo a la literatura, a las artes plásticas y a otras artes. A ver, entre enormes comillas, gracias al desafío gigantesco, político sobre todo, que significó la dictadura para el Uruguay, el teatro independiente uruguayo tuvo un florecimiento y una ebullición gigantescos. E incluso en muchos casos jugando de una manera muy particular entre lo estatal y lo privado”, dijo entonces Trujillo.

Estas declaraciones motivaron críticas por parte de organizaciones como la Sociedad Uruguaya de Actores y la Federación Uruguaya de Teatros Independientes (FUTI), al tiempo que se creó una petición en la plataforma Change.org, bajo el título “A propósito de las afirmaciones del escritor Valentín Trujillo”, dirigida al ministro de Educación y Cultura, Pablo da Silveira.

Allí se manifiesta “sorpresa” por el tenor de lo expresado: “La balanza tiene dos platos, en uno de ellos están los destituidos, los presos, los exiliados, los censurados, la libertad sojuzgada durante todo ese nefasto período. Claro que hubo creación artística y cultural, valiente, decidida, pero a pesar de las prohibiciones, persecuciones, prisiones y censuras que la dictadura imponía. Hubo cultura pese a la dictadura, no gracias a ella, sino como resultado del apoyo de los ciudadanos y ciudadanas que respaldaron la cultura democrática”.

“En su intervención, el señor director de la Biblioteca Nacional no hace mención a estas cuestiones, y por ende pone el acento en una de los platillos de la balanza”, agrega la petición.

“No concordamos con la relativización de los efectos que sobre la cultura y la educación tuvo el período dictatorial. Queremos expresar una vez más, y todas las que sean necesarias, nuestro más absoluto repudio a la dictadura y a sus acciones en todos los campos de la vida de nuestra sociedad, y en este caso al ataque sistemático y al daño cuantitativo y cualitativo que asestaron a la cultura y a la educación en nuestro país. Ese es el resumen de esa época oscura y trágica, y cualquier intento de atenuar estos aspectos, voluntario o involuntario, debe ser marcado enérgicamente en el marco del intercambio libre y democrático”, dicen los firmantes.

“A los artistas uruguayos, y a los escritores, correspondió un lugar relevante en las acciones hacia la reconquista democrática. No fue tarea sólo de los artistas, pero los artistas participaron. No fue sólo tarea de los escritores, pero los escritores participaron. No fue tarea de un solo partido político, todos los partidos políticos democráticos participaron de aquella gesta”, se expresa en la petición.

Como conclusión, los firmantes sostienen que “las declaraciones del señor director son especialmente graves por haber sido pronunciadas desde su rol de director de la Biblioteca Nacional, dicho sea de paso una de las instituciones que en el período fue escenario de censuras, persecuciones e intervenciones”.

En menos de una semana se superaron las 1.000 adhesiones a la carta. Sus promotores cerraron la campaña al entender que se lograron los efectos deseados, y enviaron el texto junto con las firmas al jerarca del MEC.

El descargo

En conversación con la diaria, Trujillo ratificó sus expresiones. “Cualquier persona que de buena fe analice mis palabras deduce que yo no apoyo ni reivindico las políticas culturales de la dictadura”.

Trujillo reconoció “el enorme daño que la dictadura le causó a una parte de la cultura uruguaya, con un montón de artistas que fueron censurados, perseguidos, exiliados, encarcelados y asesinados”.

Las declaraciones de Trujillo sobre la política cultural de la dictadura tuvieron lugar el 12 de mayo en la sexta instancia del ciclo de conversatorios “La pluma y el pan: Diálogos colectivos sobre la situación de los escritores”, que organiza la fundación Benedetti. Los participantes de esa conversación eran Hortensia Campanella, presidenta de la fundación Benedetti, la dramaturga Raquel Diana, el escritor Rafael Courtoisie y, desde Brasil, donde reside, el poeta Alfredo Fressia.

La intervención de Trujillo cuestionada sucedió a la de Fressia, quien calificó el actual gobierno de “neoliberal”. “Ya están queriendo modificar la legislación jubilatoria en Uruguay”, agregó el poeta, en referencia a posibles pensiones para escritores, y agregó: “El proyecto de ellos es cortar todo lo que puedan”.

Fressia, residente en Brasil, criticó la falta de premios, talleres, becas, residencias y otros mecanismos de apoyo a escritores. “Existe un programa cultural, que es no hacer nada. Es el neoliberalismo cultural avant la lettre. Siempre existió. Te dan un premio que es solamente simbólico”, dijo Fressia, y opinó que las pensiones graciables son excepcionales, cuando “deberían ser mucho más generalizadas, con criterios sólidos”.

“Hay juicios un tanto injustos”, dijo Trujillo, perteneciente al gobernante Partido Nacional, al comienzo de su siguiente intervención. El jerarca opinó que “buena parte” de los escritores están comprendidos en esquemas de protección social por sus otras ocupaciones, como la docencia, y que “la pandemia se superpone a un panorama cultural que también venía golpeado”.

Sus palabras sobre los programas culturales de la dictadura cívico-militar confrontaban con los dichos de Fressia sobre la inexistencia de políticas en el área. “El Estado uruguayo desde hace tiempo, por lo menos desde la década del 20, le dio un peso potente a la cultura”, dijo Trujillo, quien procedió a rescatar el aporte para el sector de figuras de su partido, como Eduardo Víctor Haedo.

“Desde el terrismo para acá ese peso ha estado sostenido en múltiples proyectos. Podemos estar de acuerdo o no en si fueron suficientes”, agregó Trujillo, para luego lanzar el ejemplo de los programas culturales de la dictadura: “Hablar de neoliberalismo cultural, o de desmontar o desandar estructuras, es falso y no condice con lo que uno puede palpar y está sucediendo. El peso de la educación y de la cultura es un continuo en los gobiernos uruguayos. Miren incluso lo que voy a decir: con todos los problemas políticos, sociales, legales y demás que tuvo la dictadura en el Uruguay, también tuvo sus programas de apoyo a la cultura”.

Neoliberalismo y dictadura

Mientras que la fundación Benedetti emitió un comunicado en el que reivindica la apuesta al diálogo al tiempo que se desliga de las opiniones de Trujillo, la FUTI salió al cruce de lo manifestado por el director de la Biblioteca Nacional en cuanto a los supuestos beneficios directos e indirectos que recibió el teatro independiente durante la dictadura.

En su comunicado, FUTI afirma que las palabras de Trujillo “sólo reflejan un cinismo y menosprecio a la inteligencia del público uruguayo”, y que “el teatro independiente uruguayo fue saqueado, perseguido y castigado durante los años más oscuros de nuestra historia. La supervivencia fue gracias a la creatividad, a la solidaridad y al compromiso de un pueblo y sus artistas que no se dejaron doblegar”.