En el vasto mundo de Hollywood y aledaños es normal que los protagonistas y creadores de una película o serie de cierta relevancia cultural o artística ‒o ambas‒ se reúnan luego de un tiempo para contar anécdotas y poner en perspectiva el producto de turno. La excusa puede ser brindar material extra para un lanzamiento en diversos formatos físicos, un festival de cine, un aniversario redondo o un simple programa de televisión que dio con el ánimo y el precio indicados. En estas tertulias no suele haber mucha parafernalia: los protagonistas se sientan, alguien les hace preguntas, conversan y dale que nos tenemos que ir.

Pero la tan anunciada y esperada reunión del elenco de Friends (1994-2004) dio vuelta la maquinita de los especiales de “regreso”, porque para la ocasión se armó toda la mise-en-scène, en el sentido literal más material y grandilocuente posible. Fue filmada en el mismo estudio donde se grababa la serie originalmente (se conoce como “The Friends Stage”), dentro del complejo de Warner Bros en Los Ángeles, con las tres escenografías fundamentales: los apartamentos de Joey y Mónica ‒con cada uno de sus muebles y detalles decorativos‒ y el café Central Perk ‒ídem, con el sillón como protagonista‒. Por si faltara algo, también armaron la icónica fuente de la presentación de la serie, que sirvió como fondo para que los seis protagonistas fueran entrevistados.

Foto del artículo 'La noche de la nostalgia: la reunión del elenco de Friends, 17 años después del episodio final'

Éxito de la moderación

No viene mal recordar de qué hablamos cuando hablamos de Friends, aunque la mayoría lo sabe: es la sitcom ‒comedia de situación, principal producto de exportación estadounidense‒ más popular que haya existido, retransmitida ad infinitum en casi todos los países del mundo ‒en idioma original o doblada‒, que nos muestra el devenir amoroso y laboral de seis amigos que viven en Manhattan (Nueva York). Además de lo certero que resultó el casting para dar con el molde de los seis personajes arquetípicos, parte del éxito de la serie en su momento se debió a que supo ser el ecuador ‒en forma y contenido‒ de todos los tipos de sitcom que se podían ver en las pantallas yanquis.

Friends no era la clásica comedia sobre una “familia disfuncional”, como The Cosby Show, Married... with Children o The Nanny, pero su humor blanco reluciente sí era bastante familiar y estaba lejos de la misantropía corrosiva de Seinfeld, la sitcom estadounidense más relevante y popular cuando arrancó Friends. Hasta hoy se las suele comparar, en una especie de clásico “Coca o Pepsi”, pero en realidad ambas jugaban en ligas distintas y apuntaban a tocar otras fibras. Si Friends es Coca, Seinfeld, alcohol rectificado. La primera es lo que queríamos ser, la segunda, lo que somos.

Parte del éxito de Friends también se debió ‒se debe‒ a que explotó como nunca, durante las diez temporadas, el arco narrativo romántico de novela de las cinco de la tarde, de relación que va y que viene, que va y que viene. Ross (David Schwimmer) y Rachel (Jennifer Aniston) se convirtieron en la pareja de sitcom por excelencia, aunque en pantalla fue muchísimo más el tiempo que estuvieron separados o con otros personajes. Pero es justamente eso lo que atrapó a medio mundo: la expectativa por el sello definitivo del amor, luego de tantas vueltas (se dio recién en los últimos minutos del episodio final, faltaba más).

Personas y personajes (in situ)

El especial Friends: The Reunion no tuvo nada que ver con un aniversario redondo. De hecho, la serie terminó hace 17 años (la desgracia hecha número). La excusa fue que se había terminado el contrato millonario que permitía que los 236 capítulos de la serie se vieran por Netflix. O, más bien, que ahora desembarcaron en la novel plataforma HBO Max, que apuesta fuerte a quitarle el trono a la gran N en el reino del streaming (este mes la serie estará disponible en América Latina). Así las cosas, produjeron este especial para festejar la adquisición con toda la pompa y dar un plus que genere expectativa y suscriptores.

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El resultado fue lo que razonablemente podrían esperar fans promedio de la serie: una hora y cuarenta minutos de las Olimpiadas de la Nostalgia, enfocadas en todas la disciplinas posibles para repasar los hits de la serie, más alguna gragea de revelaciones o confesiones íntimas de los seis actores protagonistas. Lo que prima, sin dudas, es la maratón de la emoción, con una buena dosis de música pianera y lacrimógena, para sobrecargar lo que vemos, ya que los actores lloran dos por tres. A su vez, a cualquiera que haya seguido la serie en su tiempo se le va a activar la glándula de la añoranza, que puede derivar en secreciones de melancolía ante lo irremediable: el paso del tiempo, dibujado en cada uno de esos rostros tan familiares.

En el especial se alternan básicamente tres dispositivos: el elenco principal entrevistado por el comediante y presentador inglés James Corden ‒al que quizás le sobran entusiasmo y ansiedad‒, el repaso de guiones de escenas icónicas (como el primer beso de Ross y Rachel) y, por último, los seis sentados en el apartamento de Mónica y en el café, para tener un charla más íntima, sin mediadores ansiosos. Todo esto se mezcla con pequeñas escenas de los episodios originales y un desfile de invitados, tanto de actores secundarios de Friends como de famosos entusiastas de estos seis amigos (Lady Gaga y David Beckham, por ejemplo).

Al rodarse en el “hábitat natural”, se logra que por momentos los actores borren la línea que separa a la persona del personaje. Para empezar, como disparador de presentación de momentos juegan con la misma trivia del episodio “The One with the Embryos” (1998), en el que se ponían a prueba con preguntas sobre ellos, con Ross como maestro de ceremonia.

También hay algunos chistes que se manda Matthew Perry (Chandler) que parecen de su personaje, aun cuando es el más apagado de los seis (según varios reportes, el actor justo tuvo una intervención odontológica antes de filmar y no estaba en su mejor día, aunque de esos ya ha tenido varios). Y cuando Aniston dice que recuerda exactamente la ropa de cada uno de sus cinco compañeros la primera vez que se juntaron para leer el guion del piloto de la serie, parece una superficialidad digna de Rachel ‒hasta nombra marcas‒.

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Demasiado humano

Por el contrario, lo más interesante del especial está en las breves partes en que los seis protagonistas son más personas que personajes, exponen su humanidad y muestran que no todo era risas detrás de un éxito masivo de tal magnitud. Ante los primeros reconocimientos por la calle, Schwimmer destaca que nadie, excepto sus otros cinco compañeros de elenco, estaban pasando por la experiencia de fama repentina, y eso los unió de una manera muy especial, porque ni siquiera sus familiares podían identificarse con ellos o entender el cambio radical que Friends estaba pegando a sus vidas.

Entre las confesiones están que más de uno de los seis nunca vio algunas temporadas de la serie, mientras que otros las miraron todas. En un momento se da una especie de ronda de terapia, en que cada uno cuenta cómo reacciona al verse en la pantalla. La respuesta más curiosa es la de Matt LeBlanc (Joey): dice que no cree su interpretación, porque sabe que no es verdad ‒es la negación de la esencia de la actuación en su máximo esplendor‒. De todos modos, el dato más revelador de la reunión es que tanto Schwimmer como Aniston confiesan que al inicio de la serie se sentían atraídos entre sí, pero ninguno avanzó porque no coincidieron sus solterías (otra cosa muy parecida a lo que pasa al principio de Friends...).

Pese a que en general se piensa que en Friends las risas eran grabadas, en realidad se filmaba con público y las reacciones eran reales ‒no quiere decir que luego no se editaran‒, como manda el auténtico formato de sitcom. Cuando el elenco recuerda cómo tomaba la reacción ‒o no‒ del público, Perry confiesa: “Tenía la sensación de que me iba a morir si no se reían... Y no es nada saludable, obvio”. Es allí donde Lisa Kudrow (Phoebe) le dice que no recuerda que eso se los hubiera contado antes. La cosa queda por ahí y nos deja picando qué otros momentos tan humanos no entraron en el producto terminado.

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Al cierre del especial, el operativo lacrimógeno llega a la cima, recordando el final de la serie y sumando una música con cuerdas pomposas y lastimeras. La mayoría del elenco llora y una pesimista Courteney Cox (Mónica) dice que será la última vez que les pregunten por la serie a todos juntos como grupo, porque no harán algo parecido dentro de 15 años. Pero como los seis tienen entre 51 y 57 años, lo podrían hacer perfectamente, incluso dentro de dos décadas.

De hecho, hay ejemplos de reencuentros luego de muchísimos años ‒humildes en su puesta en escena pero no en el objeto recordado‒: en 2017 parte del elenco de El Padrino se reunió en el marco del Festival de Cine de Tribeca (Nueva York), 45 años después del estreno de la mítica película. Y allí andaban un Al Pacino de 77 años, un Francis Ford Coppola de 78 y un Robert Duvall de 86, sin drama. Quizás dentro de 15 o diez años veremos otra reunión del elenco de Friends, en la que recuerden no sólo la serie original sino también este especial, formando una mamushka de nostalgia. Es cuestión de que les hagan una oferta que no puedan rechazar.