El nuevo disco de Par, el proyecto de música electrónica y experimental de Nacho Adda, le propone al sistema nervioso de cualquier caminante con auriculares un viaje plácido y relajado, diurno, que se puede hacer sobre el pedregullo de las calles de un balneario para jubilados o por las cuadras de productos chinos de 18 de Julio sin que la espesura de los ambientes modifique demasiado la aventura propuesta. Lo agradable, por momentos, también puede transportar hacia el desconcierto o desaparecer, por completo, en la madeja de una pregunta.

Resulta difícil imaginar que detrás de esta lista de nueve audios en formato wav, o mp3, unidos bajo el nombre de Ciclos, que fluyen desde el cobre, el plástico y la espuma redonda del polifón hacia la carne y los pequeños huesos, la membrana timpánica y ambos hemisferios, hasta despertar el recuerdo de algún lugar –un amanecer en la casa de mis abuelos–, hubo un hombre de mediana edad, de barba gris y blanca, que pasó las madrugadas de la pandemia buscando sonidos en sus aparatos electrónicos, un poco jugando, y otro poco –del mismo ovillo– obsesionado con una frecuencia en particular; la nota de un teclado, una pista en su computadora o un cable en un sintetizador semimodular como compañeros de vigilia, y “una libreta mágica”, de prolija letra negra, donde anotó cada componente de cada canción, de modo que cualquiera que conozca el lenguaje, el suyo, pueda intentar reproducir de forma idéntica esta obra de ingeniería musical.

Para quienes lo prefieran, el artista también diseñó un audiovisual de Ciclos –disponible en Youtube– en el que cada canción se fusiona con un paisaje que va mutando a medida que pasa el tiempo.

“Cuando empecé a grabar [Ciclos], en 2019, quería hablar sobre la percepción del tiempo y la relación humana con esa dimensión. A veces pasa rápido, a veces lento, o no pasa, pero a partir de 2020, con la pandemia, a todos nos cambió la percepción del tiempo y lo empezamos a percibir diferente. Entonces me di cuenta de que mi idea había caducado”, explica el músico, con la serenidad que viste de forma habitual como parte de su personalidad.

“A partir de ese momento me enfoqué más en lo cíclico. Como mucha gente, tengo la sensación de que estamos en un fin de ciclo de algo que no se sabe muy bien qué es, pero se está por terminar”.

Cambio de planes

“Con Lucía Torrón trabajamos mucho para la presentación de Hypervivo [su disco en vivo de 2019], pero cantaba temas ajenos. Y ahora fue ‘vamos a escribir un tema juntos’”, cuenta Nacho sobre la gestación de “Días”, una de las mejores canciones de Ciclos. “Me interesaba que la escribiera alguien más joven que yo, pero además, desde el principio le dije a Lucía: ‘Escribila pensando en que la va a cantar Vera Sienra’”. Y la verdad es que no sabía si me iba a decir que sí. Jamás había hablado con ella. Le mandé un mensaje y su respuesta fue “Yo ya no canto más. Me estoy dedicando a la pintura”. Pero al rato me mandó otro: “Igual, si querés mandame tu idea”. Al final le encantó el tema, le gustó mucho la letra, y Lucía piró cuando se enteró. Por la pandemia, Vera consiguió un estudio y grabó ella sola lo que quiso y me lo mandó. Cantó algunas partes de la canción y en otras quiso respetar la voz que Lucía grabó en el demo. Me escribió: “Me gusta cómo canta esa chiquita, tiene una voz hermosa”; y así nos abrió otra puerta. En principio teníamos pensada la canción sólo para Vera, pero me pareció interesante lo que planteó, y empezamos a trabajar en un diálogo de esas dos voces. Pasamos de “mirá que no canto más” a “fui al estudio y lo grabé”.

El fin de una madrugada

“Este disco es como un resumen de lo aprendido en estos diez años de carrera, el fin de una manera de trabajar y el comienzo de otra”, cuenta. “Una de las cosas que aprendí es a estar abierto al error. Estoy más receptivo a que si algo suena de una forma que no esperaba, mi reacción sea ‘a ver qué puedo hacer con esto’. Por alguna razón, no estoy buscando estos mismos sonidos con la distorsión de una guitarra, y uso estos otros instrumentos [teclados, sintetizadores] para hacer mis discos. Mi idea es que las máquinas también pueden dejar una huella”, dice. Y explica su búsqueda: “A mí lo que más me interesa son los procesos; diseñar un plan de trabajo a partir de un concepto que imaginé, y desarrollarlo para transportar al oyente a ese mundo. Por eso el logo del cubo está siempre en mis discos. Es como que ahí dentro suena una banda de sonido que yo te propongo. Para Ciclos me interesaba traer más caos. Tiene una base sonora con cierta coherencia mientras todo se va desarmando”.