Sin las cifras millonarias de 2021 y con voces críticas cada vez más fuertes, el mercado del criptoarte continúa siendo noticia. Mucho más cuando detrás de la pieza digital (o NFT, por non-fungible tokens) se encuentra un artista cuyas obras “de verdad” se han vendido por varios millones de dólares.
Los protagonistas de la historia son Marina Picasso, nieta del artista fallecido en 1973, y el hijo de esta, Florian. Juntos pusieron a la venta 1.010 obras digitales de una cerámica que nunca se había expuesto en forma pública y que, según Marina, fue creada en octubre de 1958 cuando ella era una niña. “Nunca se ha mostrado al público. De hecho, me gusta que las obras de arte que tengo en casa se conserven ocultas y en secreto”, dijo a AP.
“Es una obra que representa un rostro, y es muy expresiva. Es alegre, feliz. Representa la vida”, agregó a propósito de la pieza. “Es uno de esos objetos que ha formado parte de nuestra vida, nuestras vidas privadas, mi vida con mis hijos”.
Precisamente Florian se refirió a este desembarco en el criptoarte. “Es una nueva manera de construir una nueva generación de fans de Picasso porque todo está evolucionando”, explicó. “La forma de comunicarnos o de intercambiar información y datos también está evolucionando. Y es el camino que el arte tiene que seguir”.
“Intentamos construir un puente entre el mundo del NFT y el mundo de las bellas artes”, concluyó Florian. Al mismo tiempo, buscan crear una comunidad de jóvenes aficionados a Picasso.
Los NFT, que no son otra cosa que certificados digitales de propiedad que se resguardan con la misma tecnología que las criptomonedas, incluirán vínculos a música creada por Florian Picasso, que tampoco se ha hecho pública hasta el momento. En marzo, la casa de remates Sotheby’s subastará un NFT único y el propio cuenco de cerámica.
Entre las críticas al criptoarte se encuentran quienes denuncian el alto costo medioambiental, por la electricidad necesaria para crear los archivos y mantenerlos, además de quienes lo comparan con una estafa piramidal, donde las personas entran para hacer dinero y la única forma de hacerlo es convenciendo a otras personas para que entren.
El otro legado
A mediados del año pasado, Pablo Picasso también había sido noticia, aunque por circunstancias ajenas a la creación y que recordaban su faceta más oscura. A fines de mayo, un grupo de estudiantes de arte se presentó en el Museo Picasso de Barcelona y realizó una acción silenciosa denunciando la misoginia del pintor malagueño. Luciendo remeras con frases como “Picasso Barba Azul” o “Picasso la sombra de Dora Maar”, buscaron reivindicar a las artistas que pasaron a la historia como “mujeres de Picasso”.
María Llopis, encargada del taller al que asistían quienes protestaron, dijo en ese momento que “la mayoría de ellas eran artistas cuyas carreras se vieron truncadas al conocer al pintor. Picasso interpretó el papel de Barba Azul, fagocitando la potencia creativa de cada una de ellas”.
El “ejemplo paradigmático” es el de la francesa Dora Maar, una “exitosa fotógrafa surrealista cuya carrera se interrumpe al empezar su relación con Picasso. La historia la recuerda como musa del pintor”. Llopis agregó que “en muchas ocasiones dejaba a Dora Maar inconsciente en el suelo después de golpearla”.
Antes de eso, la bailarina Olga Khokhlova sufrió maltrato e infidelidades, una de ellas con Marie-Thérèse Walter, quien comenzó a salir con el pintor cuando ella tenía 17 años y él 45. Otras mujeres invisibilizadas fueron Fernande Olivier, Eva Gouel, Françoise Gilot y Jacqueline Roque. Esta última fue su segunda esposa, 46 años menor. Tanto Marie-Thérèse como Jacqueline terminaron quitándose la vida.
Marina Picasso, nieta del pintor, habló del tema con La Vanguardia. “Creo que hay que ser más sinceros, no ocultar, no invisibilizar que Picasso fue un gran maltratador, lo que no obsta para que fuera un gran pintor de Málaga y calvo. Cancelar no nos ayuda, no sirve para nada, es censurar, cerrar, no abre diálogo, puertas. Pero al dar datos sobre Picasso hay que añadir uno más: era un maltratador”.